Paquito D'rivera. Publicado el miércoles, 16 de febrero de 2000 en El Nuevo Herald
Después de tantos años aún recuerdo (con simpatía) la respuesta de mi colega el pianista Felo Bergaza cada vez que alguien le preguntaba si era ``homosexual''; a lo que él, invariablemente respondía con su espontánea gracia habitual:
--¿Quién, yooooo... homosexual? No, señor... yo soy m......
Desde entonces, algo parecido respondo yo cuando alguien me pregunta si soy ``disidente''. Entonces, inspirado en la ingeniosa respuesta de Felo, aclaro: No, señor, disidente no; ¡soy Gusano!. Así, con G mayúscula, y con un orgullo ``de los tres pares'', como diría
Beny Moré.
Gusano de fábrica, como me inculcó mi madre desde aquellos premonitorios días iniciales de enero de 1959, cuando la palabra paredón retozaba frenética en los labios de tantos (demasiados) cubanos, mientras un argentino asmático se dedicaba a fusilar
compatriotas nuestros de las más diversas clases y colores en los fosos de La Cabaña. Gusano como Celia Cruz, Bebo Valdés, Rolando Laserie, Cachao y Guillermo Alvarez-Guedes, que espantaron el mulo al primer amago de guardia en el comité, o de ``brigadas artísticas
voluntarias''. Un ``disidente'' diría, como en el caso del escritor ``exiliado'' (?!) en Suecia René Vázquez Díaz que ``existe frustración en Cuba porque la revolución no pudo terminar bien''. En el caso de nosotros los gusanos convencidos contestaríamos:
un disparate como ése no puede acabar más que como mismo empezó, mi estimado camarada escritor.
¿Y por qué gusano yo? Simplemente porque no me quiero contar entre los ``disidentes'' egresados de escuelitas soviéticas, polacas o camagüeyanas. Disidentes que aún en fechas recientes (30 o 40 años después de las sabias profecías de mi madre),
se han dado a la inútil y contraproducente tarea de culpar de todos los males de mi tierra al bloqueo imperialista y a la mafiosa ultraderecha fascista de Miami, en vez de concentrarse en el único cáncer que ha estado consumiendo lentamente a la isla del cundeamor durante más
de cuatro décadas.
No, señor, disidente no; ¡soy Gusano!. Así, con G mayúscula, y con un orgullo ``de los tres pares'', como diría Beny Moré
El mismo cáncer social, económico y político que llevó al desatre total a las 15 repúblicas unidas a la brava por el enano ridículo de Lenin, y que subsecuentemente hizo metástasis en el este europeo, Asia, Africa y Latinoamérica con idénticos
resultados, y que traducidos al cubano más ortodoxo leeríase: ¡Tremenda miedda, Renecito!, ¿me oíste bien?
Por razones obvias, Miami se ha convertido en un sitio tenso, asfixiante y comprensiblemente intolerante, donde una inmensa mayoría se opone a la idea de tener que mover la cintura al ritmo de una orquesta cuyo nombre es alegórico a una zafra a la que tuvieron que acudir como
esclavos, y en la que murieron o enloquecieron algunos de sus seres más queridos. Por ésta y tantas otras razones que por piedad y respeto me reservo, jamás me pasó por la mente establecer mi residencia por aquellas regiones. Pero estimo que, al menos por pudor, el señor
``intelectual disidente y ciudadano sueco'' (o que se hace el sueco) René Vázquez Díaz debía reservarse sus nada edificantes comentarios sobre esa comunidad miamense. Un grupo humano que con sus innegables defectos y muchas más virtudes ha combatido a la dictadura
que acabó por exiliarlo en las nieves escandinavas desde mucho antes de que él fuera a perfeccionar sus conocimientos del marxismo en Camagüey, Varsovia o Estocolmo.
Gusanísimamente, D'Rivera.
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