La nueva escuela del periodismo libre cubano
Ramón Díaz-Marzo
LA HABANA, febrero - La nueva escuela del actual periodismo libre que se desarrolla en la Cuba actual es el mejor taller del mundo para aprender a escribir. Entre nosotros los hay que son viejos guerreros de batallas que algún día contarán sus libros; pero sólo ahora
es que se está ganando el derecho a escribir esa verdad natural que permaneció oculta.
El estímulo más fuerte con que contamos para aprender a escribir son los 20 años de privación de libertad que habría que cumplir en una prisión del Estado si somos demasiado veraces en lo que escribimos. Por eso nuestras crónicas y artículos
parecen redactados dentro de una trinchera de la Primera Guerra Mundial donde prevalece una obligatoria censura militar.
Para ingresar a nuestra escuela la primera condición es ser cubano y luego demostrar que se tiene una probada experiencia en el manejo de la espada. Conocimiento que es el privilegio de los que siempre fuimos escritores pero tuvimos que sufrir durante largo tiempo, y sufrimos aún,
los rigores de una sociedad feudal.
Actualmente la experiencia en el manejo de la espada es imprescindible por la sencilla razón de que nuestro aprendizaje no es en REALIDAD VIRTUAL; sino que desde el primer momento te parten el carapacho si te pasas de listo. La realidad objetiva siempre se encontrará disponible
para, si es necesario, cortarte la cabeza mientras intentarán llevarte al convencimiento de que te hagas el harakiri. Por eso los que hemos sobrevivido a los tiempos en que el Shogún era poderoso (y prácticamente hacía lo que le daba la gana), lo sabido lo aprendimos en
condiciones difíciles. Pues para sobrevivir tuvimos que emplear la espada que nos convirtió en samurai. Por eso ahora hacemos un tipo de periodismo a lo Guillermo Tell que siempre ofrece un conocimiento sustancial del problema cubano. Y por eso subyace invisible en nuestros textos el
encanto misterioso de un periodismo que no necesita de los artificios característicos de la prensa esclava.
Pero para buenos y malos la vida tiene sus paradojas que garantizan el asombro; especialmente si hay valor personal para tomar distancia de los propios intereses y se comprende que, gracias a LA PRESION y EL SUSTO, estos tiempos son los que mejor se prestan para el buen escribir. Y si es cierto
que honrar honra, declaro que también algunos periodistas asalariados del Estado también están demostrando conocer el arte de la esgrima. Así que las mejores páginas están por escribirse.
Por todo lo que llevo escribiendo y ese mucho más que no se ha escrito, es posible que cuando la espada de Damocles deje de estar suspendida sobre las cabezas de los buenos y los malos, muchos de nosotros a duras penas lograremos construir un párrafo. Entonces comprenderemos por qué
LA PRESION, para nuestro aprendizaje, fue más importante de lo que imaginábamos.
Mas, desde ahora, sé que encontrar un sustituto a esta organizada falta de libertad sostenida por LA PRESION y la RE-PRESION será lo más difícil el día que seamos libres; pues ninguna otra agonía podrá compararse a esta "Revolución".
Pero confío pertenecer al grupo de los que -biológicamente- hemos venido al mundo a teclear una máquina de escribir, existan o no razones para hacerlo.
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