Los cubanos
no se entusiasman con la proximidad del 2001
Oswaldo de Céspedes, CPI
LA HABANA, diciembre - No existe entusiasmo en la población cubana
para la celebración del inicio del 2001. La alegría característica
de los nacionales se perdió en el tiempo a pesar de que el humor criollo
saca chispas de las grandes tribulaciones de estos últimos 42 años.
Observar el semblante de los hombres de a pie cuando se mueven por los
pueblos y ciudades es chocar con la realidad que vive este pueblo sumido en la
pobreza, desigualdades y falta de esperanzas.
Las celebraciones de Navidad y fin de año se convirtieron en una
rutina que no avanza más allá de tratar de conseguir un pedazo de
carne de cerdo, algunas cervezas o un poco de ron para, en familia o entre
amigos, recordar la efemérides. Las grandes reuniones de antaño,
que desde meses antes se planificaban para dar rienda suelta a la alegría,
al encuentro entre seres queridos y dar la bienvenida con optimismo al nuevo año,
desaparecieron de la tierra cubana, por obra y gracia del espíritu
comunista que envuelve a la mayor de las Antillas.
El nuevo cubano, el nacido con el llamado proceso revolucionario,
desconocedor del turrón, las peras, las manzanas y los racimos de uvas,
entrará al nuevo año sin esperanzas de un futuro mejor, pero a la
espera de cambios necesarios que enriquezcan el espíritu y a la nación.
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