Un indicador
engañoso
Víctor Rolando Arroyo, UPECI
PINAR DEL RIO, diciembre - La cúpula gobernante cubana enarbola
crecimientos del producto interno bruto (PIB) nacional, para dejar entrever una
supuesta mejora del nivel de vida de la población.
Ahora surgió la idea de agregar a la valoración del PIB
componentes de calidad de vida como la educación, la salud y la cultura,
tal y como hacen los países más desarrollados.
En lo referente a la educación voceros oficiales dicen que el régimen
satisface las demandas del alumnado, aunque en la realidad las fisuras son
apreciables a simple vista. El confort de las instalaciones docentes dejan no
pocas insatisfacciones en alumnos y profesores, y las carencias van de una
simple silla hasta la ausencia de agua potable o baños o un simple local
para que el maestro se prepare adecuadamente antes de las clases. La carencia de
bibliografías, lápices y libretas escolares riñen con la
anacrónica presencia de equipos de video y televisión a color en
un aula ruinosa, sin luces o interruptores eléctricos.
Es verdaderamente alarmante el número de profesores y maestros que
abandonan el ramo, situación que ya afecta a los catedráticos
universitarios, lo que repercute en los estudiantes, que ven limitadas sus
posibilidades de acceder a las carreras deseadas.
La salud es tema recurrente en el discurso oficial, que no aborda sus
interioridades. Deficiente atención no sólo en la esfera
profesional, sino incluso en la humana; instalaciones hospitalarias en un estado
higiénico-sanitario deprimente, a lo que se une la falta de los más
elementales medicamentos. Muchos se preguntan para qué tener una
cobertura estomatológica de más del 90 por ciento si no hay
equipos y material para eliminar caries o anestesia para extraer una pieza.
No pocos están intrigados al saber que el país logra hacer una
operación del corazón mientras millones de cubanos carecen de un
equipo de gastroscopía o de un simple reactivo para detectar parásitos
por medio de pruebas de laboratorio clínico.
¿Se podrá pensar en cultura cuando se carece de alimentación,
vestuario, calzado, o simplemente no hay transporte para viajar hacia la
instalación que ofrece el espectáculo?
Qué decir de las 35 mil habitaciones destinadas al turismo, de las
que apenas el 1,2 por ciento son ocupadas por nacionales, sin derecho a tener un
consumo similar al de los extranjeros.
De seguro muy pronto el producto interno bruto de Cuba crecerá como
la espuma, pero aún así no dejará de ser un indicador engañoso.
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