Un llamado a
la libertad
Amarilis Cortina Rey, Cuba-Verdad
LA HABANA, diciembre - Armando era alto, delgado, llevaba el cabello largo,
le gustaban los jeans y oír música de Los Beatles. Eran los años
setenta y en Cuba, según los comunistas, se había establecido un
sistema político que le trajo la libertad a todos los "ciudadanos".
Una mañana, en el hogar de Armando irrumpió violentamente la
Policía Nacional Revolucionaria (PNR), decomisó todos los discos
de Los Beatles, arrestó al joven de 20 años, lo trasladó
para la estación policiaca más cercana donde fue esposado y le
cortaron la cabellera a la fuerza.
A partir de aquel momento, la vida de Armando cambió, porque no aceptó
aquellas medidas en su contra. Perdió el empleo, estuvo detenido, fue
encarcelado varias veces por mantener su postura rebelde y las autoridades le
colgaron el calificativo de "antisocial".
Este caso es un ejemplo entre cientos y cientos de jóvenes que, como
Armando, por aquellos tiempos sufrieron los embates de un sistema político
que todo lo programa, que te ordena que puedes o que no puedes oír, ver o
usar.
Ahora, el propio gobierno que prohibió la música de Los
Beatles le erige un monumento a uno de los integrantes de ese grupo inglés,
a John Lennon. ¿Qué sucederá con las víctimas de la
guerra ideológica desatada por el gobierno cubano contra los "diversionistas",
como llamaba a aquellos compatriotas? ¿También les erigirán
su monumento; reconocerán que fueron atropellados mediante una tarja
explicativa incrustada al pie de la obra?
Qué tarde se dieron cuenta los gobernantes del contenido de aquella
corriente y de las ideas expresadas en la música de Lennon. ¿Qué
papel jugó en esa época el Ministerio de Cultura, si jugó
alguno? ¿A cuántos jóvenes maltrataron y cuántas
injusticias se cometieron contra los que escuchaban a Los Beatles?
Pero, en justicia, esos músicos, Los Beatles, no fueron los únicos
proscriptos en la Isla. Hubo decenas y decenas de grupos musicales y solistas
que eran marginados, excluidos por quienes en aquellos años dirigían
la radio y la televisión.
Aún en nuestros días hay artistas, incluso cubanos, cuyo arte
está vedado en nuestro país porque ellos viven en el exilio, como
Celia Cruz, Willy Chirino, Olga Guillot, por sólo citar algunos.
Por su parte, la literatura y el cine también tuvieron y tienen
establecidas férreas censuras en esta, al decir de los voceros
comunistas, "la mayor democracia del mundo".
En este instante la policía persigue a toda persona que se dedique al
alquiler de videos a os que no sólo se les decomisan sus cintas, sino que
además se les impone altas multas. Los pocos bancos de videos que han
sobrevivido la ofensiva policiaca tuvieron que pasar a la clandestinidad, ¡como
si ver filmes de la cinematografía norteamericana o de otros países
constituyera un acto delictivo!
Estas y otras modalidades represivas y prohibiciones de todo tipo es lo que
motiva a nuestros compatriotas el deseo de emigrar, de escapar de Cuba, de su
tierra natal. La falta de libertad existente fomenta la emigración.
Muchos quieren elegir qué música escuchar o escoger su empleo o,
sencillamente, llevar en medio del pecho un crucifijo sin que nadie le cuestione
por qué.
Por todo esto la estatua ubicada en esta ciudad sin opciones a los 20 años
de la muerte de John Lennon, un ferviente defensor de la libertad de
pensamiento, es también -aunque los develadores gubernamentales de
esculturas no lo consideren así- un símbolo de todos los que han
muerto en el intento de escapar del grupo político excluyente que pone
barreras a las ideas, es también un llamamiento a la liberación.
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