Publicado el 20 de diciembre de 2000, en
El Nuevo Herald
Vislumbran señales "alentadoras'' en la economía
cubana
Efe. La Habana
La economía cubana, que rozó la catástrofe tras el
derrumbe del bloque soviético, muestra signos alentadores ante el nuevo año,
aunque todavía la población de la isla caribeña convive con
dificultades notorias, según informes del gobierno de La Habana e
internacionales.
Después de una década de crisis denominada oficialmente "Período
Especial'', en la que predominó el fuerte impacto originado por la
desaparición del socialismo en Europa y particularmente de la Unión
Soviética, con la que Cuba mantenía el 85 por ciento de sus
relaciones comerciales, el crecimiento de la economía de la isla comienza
a recuperarse.
Un informe de la Comisión Económica para América Latina
(CEPAL) aseguró en octubre pasado que las reformas emprendidas en la isla
a partir de 1993 -cuando la economía había caído un 38 por
ciento- avanzan gradualmente y la actividad productiva se recupera,
especialmente en las áreas vinculadas con el circuito de divisas.
La economía cubana creció en el primer semestre de este año
un 7.7 por ciento y, de acuerdo con datos oficiales, el crecimiento de la isla
debe estabilizarse entre el 4 y el 6 por ciento en los próximos años,
de acuerdo con los pronósticos oficiales.
Este año la economía cubana ha registrado un crecimiento del
5.6 por ciento, anunció recientemente el vicepresidente Carlos Lage,
responsable del área económica del Gobierno.
Las autoridades cubanas han señalado en los últimos meses de
este año que, a pesar de que la mayoría de las producciones han
continuado creciendo, los ingresos han tenido que ser destinados
fundamentalmente a la adquisición de combustibles.
Esa circunstancia, atribuida al aumento de los precios del petróleo,
ha significado un desembolso adicional para la isla de más de quinientos
millones de dólares.
Pero las cosechas de azúcar -primera industria del país- y de
tabaco -otro importante activo de exportación que aporta anualmente
alrededor de $240 millones- reportarán rendimientos inferiores a las
anteriores, lo que se atribuye a la intensa sequía.
Guatemala pide un pago por accidente
Efe. Guatemala
El gobierno de Guatemala reclamará a Cubana de Aviación el
pago de una indemnización por los gastos en que incurrió al
atender a los damnificados por el accidente protagonizado por esa línea aérea
en 1999, donde murieron 18 personas.
El Procurador General de la Nación, Carlos García, solicitó
ayer al presidente de la República, Alfonso Portillo, las instrucciones
para presentar la demanda civil ante los tribunales.
García explicó que la demanda se presentará con el fin
de obtener el resarcimiento legal por los daños y perjuicios ocasionados
por el accidente aéreo ocurrido el 21 de diciembre de 1999 en el
aeropuerto internacional La Aurora, de la capital guatemalteca.
Una aeronave DC-10 arrendada por la empresa francesa AOM a Cubana de Aviación
que trasladó a estudiantes guatemaltecos de Medicina desde La Habana se
accidentó al final de la pista del aeropuerto, en la colonia La Libertad.
En el accidente murieron 18 personas y más de 70 resultaron heridas.
García recordó que junto a abogados de la Procuraduría
General de la Nación (PGN) han mantenido una serie de reuniones con los
representantes legales de la AOM y de la compañía de seguros de
Cubana de Aviación, pero hasta ahora no han conseguido acuerdo.
Según el Procurador, el Estado guatemalteco reclama unos $33,000 por
los gastos en cirugías y medicinas en que incurrió para atender a
los afectados, además de exigir que se le pague por los daños y
perjuicios causados con el accidente, pero no detalló la última
cifra.
La PGN ya tiene elaborada la demanda civil para presentarla ante los
tribunales de justicia, previa instrucción del presidente Portillo, acotó.
La semana pasada, unos 240 afectados por el accidente aéreo
entablaron una demanda contra Cubana de Aviación y reclaman el pago de
unos $2.07 millones en indemnización.
Cuba no quiere terminar la planta de níquel rusa
Afp. La Habana
Cuba no tiene interés económico en concluir la planta de níquel
de Las Camariocas y la central electronuclear de Juraguá, dos obras
monumentales inconclusas de la era soviética, según se informó
tras la visita a la isla del presidente ruso Vlamidir Putin.
Las razones del desinterés fueron expuestas el lunes por el
gobernante Fidel Castro y el presidente de la Comisión Económica
del Parlamento, Osvaldo Martínez, quienes explicaron que la isla se
adentró en proyectos alternativos más rentables y de más rápida
conclusión.
La planta de níquel de Las Camariocas, cuya construcción
comenzó en 1984 con la colaboración de varios países del
bloque soviético, fue paralizada en 1992, tras la disolución de la
Unión Soviética y la fuerte crisis que se desató en Cuba.
Desde entonces, los cubanos lograron una asociación con una firma
canadiense y mejor eficiencia en sus plantas, pasando de una producción
total de 46,591 toneladas de níquel en 1989 a 71,000 toneladas en el año
que termina.
"Es más racional ampliar las capacidades en las (tres) plantas
actualmente existentes (...) que invertir en la terminación de la planta
de Las Camariocas, que sería mas costoso'', explicó Martínez,
quien considera esa alternativa como "una inversión más
ventajosa''.
Los rusos, por su parte, reclaman que se analice el futuro de la monumental
planta electronuclear y otras obras inconclusas, en las que hay invertidos "recursos
financieros y técnicos considerables''.
Los cubanos niegan que tales temas, así como la deuda externa con
Rusia y una posible ventas de armas, estuvieran en la agenda de la reciente
visita de Putin.
"El desarrollo de la generación eléctrica en el país
no aconseja invertir en estos momentos en la terminación de un reactor
nuclear aislado'', dijo Martínez la noche del lunes en la televisión,
en lo que fue la primera precisión pública de Cuba sobre su
desinterés en Juraguá.
La planta electronuclear enclavada en Juraguá, provincia de
Cienfuegos, comenzó a construirse en 1983 con la colaboración de
la Unión Soviética, y se paralizó en 1992 al no llegarse a
acuerdos satisfactorios con Rusia para continuar su ejecución.
El proyecto siempre tuvo la oposición de Estados Unidos, quien lo
considera un peligro por la cercanía a su país.
Martínez sostuvo que terminar su construcción costaría
unos $1,000 millones "y no tendríamos generación eléctrica
debido a ella hasta que transcurrieran seis años de comenzada su
reconstrucción''.
El pasado domingo, Castro inauguró la primera fase de la planta Energás,
construida con colaboración canadiense, que aprovecha el gas acompañante
del petróleo crudo que antes se quemaba a la atmósfera.
Cuando Energás esté a plena capacidad "producirá
tanto como teóricamente produciría Juraguá en caso de que
fuera terminada'' y el costo del proyecto sería de $291.20 millones,
mucho menor que el de concluir la electronuclear, dijo el legislador Martínez.
"Por la vía nuclear tardaría mucho tiempo y a nosotros el
desarrollo nos exige un crecimiento de la producción de electricidad y
estamos produciendo cada vez a menor costo'', dijo Castro en una entrevista con
la agencia rusa Itar-Tass, transmitida por la televisión cubana la noche
del lunes.
El proyecto, sin embargo, no está cerrado definitivamente.
"Hemos buscado otras fórmulas. Eso no quiere decir que esto
quede descartado, pero cuando los expertos analicen van a sacar las mismas
conclusiones'', dijo Castro.
El gobernante descartó que el desinterés actual de su país
por Juraguá tenga que ver con la negativa norteamericana, "pero ese
no es el factor fundamental. Ellos (los norteamericanos) no tienen ningún
derecho a prohibirle a ningún país el uso pacífico de la
energía nuclear. Todas las leyes internacionales nos apoyan''.
Un cubano al gabinete de Bush
Jeannette Rivera-Lyles. El Nuevo Herald
Mel Martínez, el presidente de la Junta de Gobierno del condado de
Orange, en el centro de la Florida, fue designado ayer director del Departamento
de Vivienda de Estados Unidos (HUD), marcando así la primera vez que un
cubanoamericano forma parte del gabinete presidencial.
"Todavía no puedo creer que esto me esté pasando'',
comentó Martínez, abogado de 53 años, al conocer la
noticia.
Martínez nació en Cuba y emigró a Estados Unidos en
1962, a la edad de 15 años, como parte de la operación Pedro Pan,
que sacó 14,048 niños y adolescentes de la isla. Estudió
leyes en la Universidad Estatal de la Florida (FSU), en Tallahassee, y desde
1973 practica en Orlando.
"Mel es un verdadero servidor público'', comentó Glenda
Hood, alcaldesa de Orlando, en entrevista telefónica con El Nuevo Herald.
"Acabo de hablar con él y está eufórico, feliz. Le
esperan grandes retos. Ese departamento en los últimos años se ha
caracterizado más por involucrarse en política que por crear
soluciones. Yo sé que Mel puede transformar ese panorama, pero no le mentí.
Le dije que iba a ser una tarea dura'', manifestó Hood.
La comunidad puertorriqueña de Orlando, que es el grupo hispano más
grande de la zona, reaccionó con igual entusiasmo ante la designación
de Martínez, por quien cruzaron líneas partidistas en 1998 para
elegirlo a la presidencia de la Junta condal. Los boricuas son mayormente demócratas.
"Sentimos un gran orgullo, porque él es uno de los nuestros'',
comentó Palmira Ubiñas, de la Oficina del Gobierno de Puerto Rico
en Orlando. "Es humilde, trabajador, enérgico y tiene mucho carisma.
Un verdadero líder que siempre ha estado ahí cuando lo hemos
necesitado pero, sobre todo, una persona de mucha visión''.
Bush también aprobó la nominación de su amigo personal
y director de campaña, Don Evans, a la Secretaría de Comercio de
la nación, y de Ann Veneman, ex directora del Departamento de Agricultura
de California, para encabezar ese mismo departamento en el gobierno federal.
Evans, de 54 años, es el presidente de Tom Brown Inc., una compañía
petrolera. El empresario jugó un importante papel en recaudar la cifra récord
de $100 millones para la campaña de Bush, y en llevarlo a una apretada
victoria en la contienda por la Casa Blanca.
Veneman, de 54 años, cuenta con vasta experiencia en el campo al que
se le designó. De 1996 a 1998 sirvió como directora del
Departamento de Agricultura de California, convirtiéndose en la primera
mujer que ocupó ese puesto. Durante la administración del
presidente George Bush fungió como secretaria de la división de
asuntos internacionales del Departamento de Agricultura federal.
Armando Oréfiche: orfebre de la música cubana
Cristobal Diaz Ayala
La Habana, 1931. En el elegante teatro Encanto debuta una orquesta de músicos
jóvenes con un pianista de veinte años, Armando. Se llama Orquesta
Teatro Encanto hasta que Lecuona la oye, se la apropia y la rebautiza bajo su
nombre. En 1932 el grupo está con el maestro trabajando en España,
pero éste se enferma y regresa a Cuba en 1933. Los músicos deciden
quedarse y correr suerte; nombran director a Oréfiche, o Fichín,
como le decía Lecuona, más joven que la mayoría de ellos.
Ventiún años para contratar cantantes y músicos,
conseguir contratos, ocuparse de pagar y cobrar, planear viajes, repertorio,
arreglos orquestales, vestuario, todo. Su apellido Oréfiche, italiano,
significa el que trabaja el oro, el orfebre de oro. Y en eso se convierte. Va
aprendiendo, experimentando. Piensa que tiene en sus manos unas piedras
preciosas que son las canciones cubanas, pero que es necesario pulirlas y
engarzarlas para presentarlas debidamente ante el público europeo, y que
la orquesta es la tiara o corona para montar esas piedras. Se da cuenta de que
no puede haber música latina sin baile, sin ambientación.
Con paciencia de artífice va arreglando cada número, como un
complejo montaje en que música, baile, tramoya, vestuario y luces se
juntan. Si la orquesta toca Tipi tipitín, surgirán de la nada unos
nopales, más allá unas tinajas mexicanas, y los músicos serán
unos manitos con sombreros y sarapes; si es un número oriental, el
escenario se transforma en una calle de Marruecos, con árabes de pobladas
barbas y babuchas, con serpientes encantadas por la música de los
clarinetes. Y si se trata de Siboney, en el escenario en penumbra sólo se
verán doce pares de maracas luminosas sirviendo de fondo al piano de Oréfiche.
Aun le queda tiempo para componer sus primeras creaciones: Anacaona,
Antillana, Dime adiós. La orquesta se rebautiza como Lecuona Cuban Boys.
Es el furor de Europa, paseando por los mejores escenarios de París,
Niza, Cannes, Berlín, Venecia, Roma, Londres y Atenas. Van también
al Cercano Oriente, a Beirut, Estambul... Hacen más de cien grabaciones,
antológicas ya en la música cubana. En 1939 la Segunda Guerra
Mundial los obliga a regresar a Cuba. Durante el viaje escribe Habana de mi amor
y, al llegar, Bajo la luna. Comienza una gira que durará cinco años
por Sudamérica. El catálogo autoral de Oréfiche se sigue
ampliando: las tres famosas rumbas, Azul, Blanca y Colorá, y la Rumba
internacional y otros muchos números que graba la orquesta. Con ellos
cantaron y grabaron estrellas como Josephine Baker, Pedro Vargas, Rabagliatti y
otros muchos.
Como artista fue un creador inimitable. Todas las orquestas latinas e
hispanas, le deben las innovaciones en movimiento escénico, coreografía
y vestuario
En 1946 la orquesta viaja a Hollywood para hacer una película. Surge
una diferencia con sus compañeros, a quienes les deja la orquesta y funda
otra: Habana Cuban Boys. Y con ella comienza una nueva triunfal etapa de giras
por Europa y Sudamérica, donde frecuentemente inaugura nuevos salones,
como el Moulin Rouge de Ginebra, Los Tres Molines de Barcelona y el Hotel
Tamanaco de Caracas, además de hacerse parte indispensable del carnaval
de Montevideo, al que le dedica una conga: Al carnaval del Uruguay.
Regresa por breves meses a La Habana en 1959. No le gusta el sesgo que toman
las cosas. Siempre elegante y prudente, se va, pretextando que con el rumor de
que se van a sacrificar los perros por la escasez de alimentos, teme por el
suyo, al que quiere mucho. Se domicilia en Roma, y sigue con giras y conciertos,
por Europa y Japón.
Para mediados de los sesenta disuelve la orquesta, pero continúa
activo. Monta un espectáculo único, un miniconcierto en que él
solo comienza tocando el piano, interpretando como nadie la música de
Lecuona; después seguía cantando y comentando sus propias
canciones y las de otros grandes maestros; a veces repicaba sobre el piano con
sus manos, como si fuera un tambor. Era un espectáculo único que
por lustros disfrutaron los madrileños y otros rincones del mundo por
donde viajó. Decía como nadie sus propias creaciones como Mesié
Julián y Chino Li-Wong. El frío madrileño lo hizo mudarse a
Las Palmas de Gran Canaria en la década de los 90, donde siguió
dando conciertos y viajando a otros países, como lo hizo en 1994 a Miami
y en 1999 a Los Angeles con gran éxito.
Fue uno de los grandes de la música cubana. La montó como
joyas para disfrute de los públicos de Europa. Entronizó nuestra música
en esos países. Como compositor deja números imperecederos. Como
artista fue un creador inimitable. Todas las orquestas latinas e hispanas,
incluyendo Los Chavales de España, le deben las innovaciones en
movimiento escénico, coreografía y vestuario. Por su orquesta
pasaron músicos de la talla de Chico O'Farrill.
¿Cómo pudo hacer tanto? Cuando lo invité en 1982 a actuar
en San Juan, Puerto Rico, me dio su secreto: "Hay que do-si-fi-car-se'',
pronunciando lentamente las sílabas. Hablé con él en
octubre de este año: hacía planes para celebrar sus 90 años,
el 5 de junio de 2001, en un gran concierto en Miami.
Historiador y musicólogo cubano radicado en Puerto Rico. |