LA HABANA. Enrique Serbeto enviado especial.
ABC. España, viernes 15 de diciembre de
2000
Rusia y Cuba firmaron ayer una declaración política y se
pronunciaron en contra de la unipolaridad en las relaciones internacionales.
Aunque Fidel Castro y el presidente Vladimir Putin se siguen mirando con
desconfianza, durante los próximos años ambos países han
renovado sus acuerdos de intercambio económico y Moscú ha aceptado
dar un crédito a La Habana.
Pero los 20.000 millones de dólares de deuda que reclaman a los rusos
y que desde 1992 Cuba se empeña en ignorar, no han aparecido por ningún
lado. Al presidente ruso, Vladimir Putin, le ha pillado el fin del complicado
proceso de las elecciones presidenciales de EE.UU. en La Habana, desde donde ha
enviado un mensaje de felicitación a Bush.
Nada que ver con la frialdad de la reacción cubana a lo que la prensa
oficial despachó como la elección de «un partidario confeso
de la ley de ajuste cubano». Tal vez Putin quiere evitar que esta vista al
antiguo aliado se pueda interpretar como un desafío o un intento de
revivir la guerra fría. Sin llegar a aquel grado de tensión, en
todas sus declaraciones ha dejado claro que Rusia quiere reactivar su presencia
en Iberoamérica y «se pronuncia activamente contra la unipolaridad
como un intento de monopolizar las relaciones internacionales». Putin llegó
a decir que «a lo largo de la historia, esos intentos ya se han producido y
se sabe cómo terminaron».
Castro recibió con poco boato al presidente ruso en el aeropuerto,
pero luego se llevó a Putin y su esposa a pasar una de las conocidas
veladas en una casa de protocolo llamada «El Laguito». El resto del
encuentro siguió envuelto en cierto grado de desconfianza y la rueda de
prensa de ambos presidentes se celebró con la advertencia anticipada de
que solamente se aceptarían cuatro preguntas por parte de «periodistas
previamente seleccionados».
Fidel aprovechó la ocasión para introducir su último
alegato en contra de la globalización que, según sus previsiones, «conduce
o está conduciendo el mundo hacia una crisis porque el orden que se está
imponiendo es insostenible».
«CONVENIENCIAS MUTUAS»
Putin, por su parte, se refirió al futuro de las relaciones con Cuba
y dijo que deberían impulsarse «sobre bases reales y de acuerdo a
las conveniencias mutuas». Él sabe que la Unión Soviética
dejó en la isla miles de millones en inversiones y quiere intentar
recuperar la utilidad de alguna parte buscando «una solución
minuciosa» y «usando métodos modernos». Putin también
fue a la tumba del soldado soviético como un gesto más que
reafirma la nostalgia de los tiempos en que Moscú tenía en Cuba un
incansable aliado tropical, que cumplió por fin la más histórica
de las aspiraciones rusas: tener una salida a mares cálidos. Ahora, en
vez de submarinos, Putin y su esposa disfrutarán de esa calidez durante
el fin de semana, tumbados como dos turistas más en las playas de
Varadero.
Por otro lado, Cuba se ha convertido en el primer país del Grupo ACP
(África, Caribe y Pacífico) que no está incluido en el
Convenio de cooperación con la UE, tras la decisión adoptada ayer
por el Consejo de ministros ACP de admitir a la isla como miembro de pleno
derecho de este foro, según informa Efe.
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