Un
derecho merecido
Fara Armenteros, UPECI
LA HABANA, diciembre - "¡Qué bueno, qué bueno!",
exclamó mi vecino Clemente en la fila del pan al comentar el homenaje que
las autoridades cubanas hicieron a John Lennon. Y agregó con ironía:
"Ya tenemos permiso del gobierno para oír música de Los
Beatles, lástima que llegó cuando estoy viejo y con la vida
amargada".
Y Clemente después narró que hace poco más de tres décadas
la policía lo cogió preso junto a otros estudiantes y en la estación
les cortaron el pelo y lo señalaron como "antisociales", por
mostrar su predilección por la música del cuarteto de Liverpool y
vestir como ellos.
No se le borra del pensamiento a Clemente el noticiero del ICAIC (Instituto
Cubano del Arte e Industria Cinematográfica) que comparaba a Los Beatles
con gorilas. Tampoco olvida que su sobrino Omar, cuando vino de cumplir misión
en Angola, trajo como sus tesoros más preciados dos máscaras
africanas obsequio de un campesino que las talló con una cuchilla y
cuatro cassetes grabados con la música de Los Beatles, que escuchaba
escondido para que ni sus compañeros del trabajo ni sus vecinos lo
supieran porque el gobierno cubano repudiaba a Los Beatles y él era
militante de la juventud comunista.
"Es como la religión, ayer repudio y hoy homenaje", afirmó
Clemente.
Y después prosiguió: "Ojalá empiecen a repudiarse
a sí mismos y a su dictadura, para que a este pueblo se le quite la
amargura. Entonces sí que llenaría mi viejo corazón con la
música de John Lennon y Los Beatles y le contaría a mis nietas,
con alegría, quiénes fueron estos ingleses y lo que significaron
para mi generación".
"Y se lo tendré que contar yo, porque quien ustedes saben,
aunque presida mil homenajes y develen una estatua de Lennon en cada parque de
este país, no sabe nada de él. John Lennon y su música son
símbolos de independencia individual y de libertad de pensamiento. Ese
homenaje será oficial, pero no es sincero. Para serlo tendrían que
repudiar la intolerancia y el totalitarismo".
Y Clemente agregó: "De todas maneras yo voy a llevar a mis
nietas a ver la estatua de John Lennon, y a que le dejen una flor".
"¡Merezco ese derecho!", concluyó el hombre con
orgullo.-
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