Padre Alvaro Guichard. Publicado el viernes, 28 de abril de 2000 en El Nuevo Herald
Sábado Santo. Año 2000. Miami. 5:15 de la madrugada. Al amparo de las tinieblas, como bandidos, un grupo armado del gobierno más poderoso del mundo penetra en una casa para implementar una orden federal cuya víctima es un niño de seis años. Elián
González.
Las fotos han recorrido el mundo. Especialmente la del agente armado apuntando al defensor y al niño. Recuerdan escenas operativas de la Gestapo nazi, la NKVD y el G-2 comunistas. Pero estamos en América. Y sin embargo, ha ocurrido. Increíble pero cierto.
Asistimos al segundo acto de una farsa en que un detestable contubernio asoció a nuestro presidente y al tirano más criminal del continente: Fidel Castro.
El primer acto de la farsa ocurrió cuando al abogado que tan inteligentemente defendió al señor presidente se le encomendó la asistencia legal de un padre que desea que su hijo regrese a las manos del verdugo. Retorno a la cárcel colosal que es Cuba. Donde no
existen derechos humanos: al menos eso sostiene el gobierno americano. Y mucho menos hay espacio para la patria potestad.
El régimen se condena con sus mismas leyes. En los reglamentos del Código de la Niñez y la Juventud, en vigor en Cuba desde 1978, se destacan los siguientes artículos:
Artículo 8.-- La sociedad y el estado trabajarán por la eficaz protección de los jóvenes ante toda influencia contraria a su formación comunista.
Artículo 10.-- Es un deber de honor para la clase obrera educar a la joven generación de modo comunista. En tal sentido los dirigentes estatales y de la administración apoyan las diversas iniciativas quue para lograr este objetivo promueven los sindicatos y colectivos de
trabajadores.
Artículo 101.-- Las tareas relativas a la política juvenil son parte destacada de la gestión estatal. Los órganos del estado mantienen las relaciones apropiadas con la Unión de Jóvenes Comunistas, las organizaciones de masas y demás factores
sociales vinculados a éste, a los efectos de lograr una acción coordinadora en el desarrollo de la juventud y la niñez.
¿Dónde se encuentra la patria potestad? Es allí donde quieren arrojar a Elián.
Para justificar el operativo en La Pequeña Habana el máximo responsable se escudó detrás de una mujer, la secretaria de Justicia. En una escena surrealista, ella y otra funcionaria con torva faz trataron de justificar lo injustificable.
La administración de nuestro país ha despreciado totalmente a la comunidad cubanoamericana y los derechos de un niño. En la persona de su secretaria de Justicia recibió gustosamente a miembros del Partido Comunista, una de las abuelas y el padre del balserito. Irónicamente,
se negó a recibir a cubanoamericanos que residen en nuestras tierras de libertad. Finalmente, recibió a estos familiares de Miami con un pliego intimidatorio de condiciones. Pero al niño jamás lo escuchó. Vergüenza. De nuevo se ha quemado la bandera americana.
Operativo realizado contra un niño cristiano bautizado, en uno de los días más sagrados de su fe, el Sábado Santo, acción tan villana como la que se hubiera efectuado contra un niño judío en el día de Passover, la Pascua hebrea.
No lloren ni se entristezcan los cubanoamericanos por los desmanes cometidos contra ellos por los comunistas, el criminal Fidel Castro o una cobarde administración. No les demos esa alegría.
Respondamos con la oración, la dignidad y la confrontación al amparo de las leyes de la gran nación americana. No se implementan las leyes pisoteando derechos. Y éstos no se mendigan, sino que se exigen.
Sacerdote católico cubanoamericano, reside en Miami Beach. Es uno de los firmantes de la carta dirigida al presidente Clinton por un nutrido grupo de sacerdotes católicos en relación con el caso de Elián González.
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