Para bailar
Lucas Garve, CPI
LA HABANA, abril - Por las plazas de la Habana Vieja se celebrará un festival de danza, bajo el lema "Danza callejera", este mes y parte del otro. Dieciséis grupos de danza moderna nacionales e internacionales realizarán actuaciones en sitios de interés
arquitectónico, en un entorno urbano declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. A los cubanos nos gusta sobre todo bailar.
Desde los tiempos de la Colonia se bailó mucho en las plazas y calles de la Habana Vieja, y en los salones aristocráticos de los O´Reilly, Herrera, Peñalver, Montalvo, Pedroso y otros. De aquellos bailes públicos nos quedó como herencia jocosa y
gozadora el Carnaval; de los privados las fiestas de Quince pero la tradición fue postergada.
Los cubanos más jóvenes poco pueden bailar cuanto se les antoje en bailes públicos y menos en carnavales. Desde hace años desterraron los carnavales al limbo de "mejores tiempos" y nos ofrecieron un desabrido festejo para desconsuelo de todos los
bailadores pobres.
Hay cuarentones que recuerdan los antiguos carnavales con el desánimo propio de un Matusalén. Hoy el Carnaval no es más que sentarse sobre una silla de madera y esperar para ver unas carrozas deslucidas y las archiconocidas comparsas. "Uno, dos y tres... que paso más
chévere". No se puede disfrutar el bailar detrás de una conga sabrosísima con una letra de excomunión y un ritmo que envite los pies para el ánimo divertir.
Tampoco arrollar detrás de una conga aparece en los derechos humanos de la Declaración Universal así que creo que no habría problemas... ¿no? Pero no se puede, se obstaculiza el desfile organizado por la Comisión del Carnaval.
En cuanto a las fiestas de Quince, han decaído tanto... hoy sería más adecuado llamarlas el desafío de los Quince o los quince desafíos para hacerle una fiesta a la... niña.
Conozco de una madre que se buscó un trabajo suplementario para reunir dinero y costear el cumpleaños de su hija. La abnegada tuvo que "pegar" muy duro durante más de un año para que Mileydis gozara unas horas de fiesta. Ahora sólo le faltan las
fiestas de Sussy y Yamila, las hembras menores. Cecilia me confesó, "cansada pero no vencida", que en la próxima reencarnación pare varones de todas maneras Madre hay una sola.
Sin embargo, los bailes no han cesado. En el archifolklórico Salón Rosado de la Tropical, una institución cubana en el baile, continúan las matinés y las noches donde las españolitas llegadas en Jumbos sudan y resudan la tirria europea de las
entrepiernas amarradas al cuello de una danzante "pieza de ébano" dura desde arriba hasta abajo... pero la entrada en el Salón Rosado es en verdes... green... dólares. ¡Dolores de cabeza para resolverlos y poder bailar! Lucha tu dólar para bailar.
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