Luis Aguilar Leon. Publicado el domingo, 23 de abril de 2000 en El Nuevo Herald
En el caso de Elián González, la tesis de que es forzoso devolver el niño a su padre se construyó transformando en inapelables dogmas lo que son leyes de diversa interpretación. Con una falta de sentido jurídico y humano, Janet Reno trató de
cumplir rápidamente la meta del presidente Bill Clinton y dejó pasar días organizando el proyecto. Sólo a última hora, cuando la masiva oposición de los cubanos le levantó un bloque, Janet Reno se dignó bajar a conocer personalmente a los
personajes del drama. Por eso el propio tribunal de apelaciones en Atlanta criticó que fórmulas que hubieran solucionado la crisis temprano habían sido desechadas sin examinarlas.
Así, contra el testimonio de la historia contemporánea, se proclamó con la seguridad de Moisés (quien nunca estuvo muy seguro del cumplimiento de sus leyes) que, como dijo Ted Koppel, ``es ley universalmente reconocida que el hijo pertenece al padre''. No hay ninguna
ley universal que tal cosa imponga. Por el contrario, a medida que se avanzó en el siglo XX, se reconocieron los derechos del niño por encima de todo. De ahí el dato elocuente del alto porcentaje de casos donde los tribunales, tras la muerte de la madre, no le conceden al padre
la custodia porque no lo consideran apto para tal esencial misión. El niño primero, repiten los jueces. Es por eso que ver a la nación que irguió mundialmente los derechos humanos entregarle un niño al régimen dictatorial que más veces ha sido
condenado por violar los derechos humanos, produce una inmensa tristeza.
En el caso de Elián, como hemos repetido cien veces, no hay válida acusación contra el padre. La rudeza en la expresión, el fácil gesto despectivo y las comunes descripciones de Cuba como una sociedad perfecta no son suficientes para descartarlo. Pero si se
traslada la atención del padre al dictador que rige la isla, si se recuerda que Cuba es un estado totalitario donde los niños desfilan cuando Castro lo ordena, donde no hay posibilidad de educar a los niños fuera de los ``modelos'' marxistas, y en el cual prácticamente
los niños pertenecen al estado, es preciso replantear la situación y analizar qué es mejor para Elián. En ese estado totalitario, ¿dónde quedan los derechos de los niños y, especialmente, el derecho de Elián González a crecer con un margen
de libertad que le permita, dentro de un tiempo, determinar, libremente, qué religión o trabajo lo convoca?
Para ese examen de la situación nada mejor que convocar a Fidel Castro para que testifique. El texto está tomado de sus declaraciones en el Congreso de 1976 y reafirmadas innumerables veces después.
Comandante, ¿en qué se basa la educación en Cuba?
``Se basa en la total devoción a los principios marxistas leninistas y en proporcionarles a las nuevas generaciones la adecuada formación en todos los aspectos: políticos, intelectuales, científicos, tecnicofísicos, moral, políticos y estéticos,
laboral y patrióticos, para llegar a la creación de `hombres integrales', que comprendan y jamás se desvíen de crear la sociedad socialista.
``Así veremos cómo, a medida que se institucionaliza la revolución, los hombres van teniendo menos importancia, los individuos, los cuadros individuales, van teniendo menos importancia. ¡Lo importante es el partido! ¡Y siempre será mejor para el partido la
autohumillación que el autoelogio!''.
¿Pero no sería conveniente abrir un poco la educación a las ideas de la libre empresa?
``No. El capitalismo no tiene porvenir alguno. El futuro pertenece por entero al socialismo. Por eso trabajamos de acuerdo con la disciplina partidista que establece la subordinación de la minoría a la mayoría, y por el acatamiento inmediato de todas las decisiones de los
organismos superiores [...] Recuerde que el partido lo resume todo. En él desaparecen nuestros individualismos y aprendemos a pensar en términos de colectividad. El es nuestro educador, nuestro maestro, nuestro guía para crear la verdadera sociedad socialista''.
Esos no son más que botones de muestra. Fidel no engaña. Quien quiera conocerlo que lea sus discursos (o al menos unos pocos). En ese texto no se incluye la discriminación que sufren los jóvenes que tienen ideas religiosas, las obligaciones que les impone el estado
para que lleguen a ser ``revolucionarios puros'', la imposibilidad de conseguir libros no aprobados por el partido, y la ausencia del consentimiento familiar en esa educación que se basa en obedecer al partido comunista.
El presidente insiste en que se le entregue el hijo al padre. ¿Y qué crimen ha cometido Elián para que así se le trate? Aun con los más crueles condenados, aun con los terroristas puertorriqueños, condenados legalmente, la intervención de un
gobernador o del presidente pueden alterar la ley y modificar la sentencia. ¿Y por qué no hay esa voluntad de justicia frente a un niño trágico e indefenso? Tal es el ominoso misterio de este caso.
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