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Rui Ferreira. El Nuevo Herald
En menos de dos minutos el niño Elián González fue sacado esta madrugada de la casa de su tio abuelo en la Pequeña Habana, en una operación perfectamente coordinada que involucró a una venteina de agentes de la Patrulla Fronteriza y el Servicio de
Inmigración y Naturalización (INS).
Elián fue rapidamente sacado de la casa en brazos de una agente del INS e introducido en una camioneta color blanca que a todo momento permaneció con las puertas abiertas, mientras gritaba, lloraba, movía los brazos apresuradamente y abría intensamente los ojos.
El rescate empezó exactamente a las 5:07 a.m. locales cuando cuatro camionetas blancas con cristales oscuros y sin matrículas penetraron en la angosta calle 22 del NW de la Pequeña Habana y se detuvieron delante de la casa de los González, cortando el silencio de la
noche con el chillido de los neumáticos.
Aun antes de detenerse, los agentes salieron de su interior portando bastones, armas largas, chalecos y cascos, y mientras cerca de la mitad mantenía a raya a periodistas y exiliados con gritos y gases lacrimógenos, los demás cortaron la cerca con herramientas especializadas
y derribaron la puerta a patadas.
Poco después, una agente salió del interior portando el niño en brazos y lo introdujo en una camioneta, mientras cuatro agentes formaban un cordón de protección a su alrededor.
Los cerca de 50 exiliados que se encontraban apostados cerca del lugar tardaron algunos minutos en reaccionar, y sólo cuando la camioneta que transportaba a Elián se puso en marcha tras la cuadra fue que pudieron alcanzar la calle.
Al instante comenzó un pandemonio, cuando los exiliados empezaron a tirar botellas, palos y hierros contra los agentes que aún permanecían en el recinto, así como hacia los policias de Miami que guardaban el lugar.
Varios patrulleros fueron alcanzados por botellazos, algunos cristales fueron rotos y los policías huyeron despavoridos ante el avance de los manifestantes enardecidos, la mayor parte jóvenes.
En esos instantes, los tíos abuelos de Elián, Lázaro y Delfín González lograron alcanzar el jardín de la casa. Lázaro lloraba copiosamente, producto de los gases que los agentes rociaron dentro del inmueble. Delfín, con más
compostura, empezó a gritar a los policías de Miami, que aún estaban en el lugar.
"¡Traidores! En este país se acabó la democracia", gritó Delfín, un pescador de 63 años.
Su gritó provocó una reacción en cadena en los exiliados que también empezaron a gritar "traidores" a los policías.
Cuando el alcalde de Miami, Joe Carollo, llegó al lugar una media hora después, los manifestantes lo recibieron con gritos de "tú nos traicionaste" y "¿dónde estaba la policía de Miami?".
Carollo tuvo que ser protegido por algunos reporteros y exiliados, ante el empuje de los manifestantes que le pedían cuentas.
"A mi no me avisaron de nada. Estoy tan sorprendido como ustedes", gritaba el alcalde.
El edil comentó que no sabia por qué la policia no intervino. Hace tres semanas, los 12 alcaldes del area metropolitana de Miami provocaron indignación en la administración federal, cuando públicamente responsabilizaron a la Secretaria de Justicia, Janet Reno,
de cualquier disturbio en la ciudad que un rescate de Elián pudiera provocar.
El alcalde del Condado de Miami-Dade, Alex Penelas, fue abucheado por los manifestantes cuando llegó al local y a duras penas logró penetrar en la casa donde los González lloraban su pérdida.
Cuando los policías llegaron al recinto, Elián estaba durmiendo con su prima Marisleysis. Al escuchar el ruido, el pescador que lo rescató del mar el 25 de noviembre pasado y se encontraba en una habitación anexa, Donato Darymple, penetró en el cuarto, lo
arrancó de la cama y se escondió con él dentro de un armario.
Sin embargo, un agente armado lo descubrió y Elian fue arrancado de los brazos del pescador y pasado inmediatamente a la agente policial, que lo sacó de la casa.
Media hora después, Marisleysis González se retorcía de dolor en el piso del comedor de la angosta casa, cuando vio las imágenes en la televisión.
"Ahhhhhhhhhhhhhh… mira cómo se lo llevan", gritó. A su lado, su padre Lázaro lloraba compulsivamente.
Darymple se tiró al suelo y le dijo a Marisleysis, que por espacio de cinco meses fue una madre adoptiva para el niño: "Miráme", decía el pescador con lágrimas corriendo por las mejillas. "El niño sigue siendo tu familia. Esta es sólo
una separación transitoria".
Fue cuando el gobierno federal anunció que Elián en esos momentos volava rumbo a la Base Aérea de Andrews, en los alrededores de Washington, donde se encontraría con su padre. |