Cubanos son ajenos a la calidad de las frutas ecológicas
Tania Quintero, Cuba Press
LA HABANA, 18 de abril - Las manchas en las bananas que tanto preocupan a los consumidores, o si el jugo de naranja que ellos toman (procedente de Brasil o México) tiene el sello TransFair -sinónimo en Alemania de respeto al medio ambiente- forman parte de la discusión que
en torno a la excelencia de los alimentos hoy tiene lugar en países altamente desarrollados y sobre la cual el cubano de a pie está al margen, por falta de información y porque vive sumido en una realidad pobre y atrasada.
La noticia reciente de que la provincia de Guantánamo, distante a mil kilómetros al este de La Habana, tiene posibilidades para convertirse en productora de naranjas y toronjas ecológicas, pasó inadvertida para un gran número de nacionales, agobiados por la
lucha diaria por la supervivencia y la batalla política por el retorno de Elián.
Una representación de la República Federal de Alemania verificó in situ las condiciones para la comercialización, con fines de exportación, de frutas ecológicas. La producción de cítricos que cumplen requisitos medioambientalistas es de
unas 800 toneladas de naranjas y mil de toronjas, principalmente en los municipios montañosos de Baracoa, Maisí y Yateras. Según autoridades locales, desde hace una década a dichos frutos no se le aplican fertilizantes ni otros agentes químicos. En el cada vez más
globalizado, pero exclusivista mercado mundial, las llamadas ecofrutas se cotizan a precios superiores.
Las principales zonas citrícolas de Cuba son dos: Jagüey Grande, en Matanzas, y la Isla de la Juventud. Además del tradicional jugo concentrado de toronja, la antigua Isla de Pinos comenzó a producir en 1998 el jugo simple, de gran demanda en el exterior. Es de suponer
que las próximas regiones especializadas en cítricos ecológicos sean estas dos.
Por lo pronto, los cubanos quisieran poder comer a menudo frutas, fertilizadas o no, a precios accesibles. En los mercados agropecuarios de la ciudad de La Habana, por ejemplo; se consiguen bananas, piña, fruta bomba, mamey, guayaba y melón, pero valen un ojo de la cara. Preparar
una buena ensalada de frutas cuesta alrededor de 30 pesos (1,50 dólares estadounidenses), el salario de tres días de trabajo de un técnico medio.
Los cítricos -naranjas, limones, toronjas y mandarinas- también se pueden adquirir en los agros particulares, pero éstos son prácticamente las únicas frutas que distribuye el estado. A bajos precios, más no todo el año.
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