ZENIT, 15 de Abril de 2000. Semana Internacional
Durante esta semana los representantes del Grupo de los 77 se han reunido en La Habana, Cuba. El grupo tiene esa denominación porque cuando se formó, en 1964, eran 77 países. Hoy en día lo constituyen ya 133 naciones que representan alrededor del 75% de la población
mundial. Se trata de una agrupación de países del Tercer Mundo que intenta formar un bloque de presión en los foros de las Naciones Unidas para lograr mejorías en su situación.
Según informó "El País" (11/4/00) la reunión en Cuba ha sido notable porque era la primera cumbre de jefes de Estado y de Gobierno. El secretario general de las Naciones Unidas, Kofi Annan, y más de 50 jefes de Estado o de Gobierno, desde el líder
de la Autoridad Palestina, Yaser Arafat, el presidente de Indonesia, Abdurrahman Wahid, de Venezuela, Hugo Chávez, o de Colombia, Andrés Pastrana, estuvieron presentes.
Uno de los temas principales es la cuestión de la ayuda de los países ricos al Tercer Mundo. En particular el Grupo de los 77 quiere ver cumplida la meta de que el mundo industrializado observe lo prometido hace ya tres décadas: dedicar el 0,7% de su Producto Interior Bruto
al Programa de Asistencia Oficial al Desarrollo. Esa ayuda, sin embargo, cayó del 0,34% a un 0,22% entre la década de los ochenta y de los noventa.
Durante su discurso a los participantes en la cumbre, el Secretario General de la ONU, Kofi Annan, aprovechó para recomendar los beneficios del sistema democrático. A Fidel Castro y a los otros líderes Annan explicó que los procesos democráticos abiertos son
vitales para cualquier nación. Añadió: "Un Estado que se prive de procesos e instituciones democráticas y abiertas pondrá un obstáculo al desarrollo y al progreso de su propia población, negándoles las posibilidades de intercambio con el
resto del mundo". Al mismo tiempo el líder de la ONU alabó a Cuba por sus logros en el campo de la provisión de los servicios sociales.
Sobre el tema de la deuda internacional, según comunicó el periódico ABC (12/4/00), el presidente del Grupo de los 77 y el jefe de Estado nigeriano, Olusegun Obasanjo, descartó que ese grupo de países en desarrollo fuera a impulsar una moratoria unilateral de
la deuda externa. "Aunque fuera posible, y lo es, no sería aconsejable" que el G-77 rechazara el pago de la deuda externa de sus países miembros. Obasanjo anticipó en cambio su posición favorable a la creación de un "Club de La Habana" de países
deudores, en contraposición al Club de París y al de Londres, que reúnen a los acreedores.
Por su parte el líder cubano, como informó "El Mundo" (13/4/00), incitó a los países del Sur a liberarse "de la camisa de fuerza del neoliberalismo". Fidel Castro enfocó su discurso a detallar las abismales diferencias que se han agudizado,
entre países del Norte y del Sur, como consecuencia de una globalización "encerrada en la camisa de fuerza del neoliberalismo económico", según dijo. "Hace falta un nuevo Nuremberg para juzgar al sistema económico que nos han impuesto, que cada tres
años mata de hambre y de enfermedades previsibles o curables más hombres, mujeres y niños que a los que en seis años mató la II Guerra Mundial", declaró el mandatario cubano.
Los comentarios de Castro no fueron bien recibidos por todos los líderes presentes en la cumbre, como informó la agencia "Reuters" (13/4/00). La agencia citó a un oficial de la ONU, quien afirmó que varios presidentes se le habían acercado para
comunicarle su desagrado frente a los ataques extremos contra la Organización Mundial del Comercio y el Fondo Monetario Internacional. En sus palabras a la reunión de esta semana, el líder cubano llegó a pedir la abolición del FMI. En su discurso a los
participantes el miércoles pasado el presidente indonesio, Abdurrahman Wahid, declaró que temía los argumentos de su país, que favorece el diálogo con las instituciones internacionales y otras naciones más radicales, como Cuba y Malasia.
Pese a las diferencias, al final de la cumbre los miembros del Grupo de los 77 se unieron, según comunicó la agencia AP (14/4/00), para pedir mayor peso en las decisiones de las instituciones internacionales e incluso en el Consejo de Seguridad de la ONU. El fin primario de esa
participación, observaron los líderes reunidos en La Habana, es lograr rápidamente una reducción en el número de pobres en los países del Tercer Mundo.
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