Eduardo Haro Tecglen. El País, 15 de abril
Muchos se alzan contra la devolución a Cuba del naufraguito; son los mismos que creen que no deben prolongarse los horarios de los bares de copas, que hay que deportar a los inmigrantes, suprimir la prostitución callejera o campera (visible), mantener la familia patriarcal, y que
saben que el aborto es un asesinato. Se encuentran en una situación de horror y piedad frente a Milosevic, Castro o Gaddafi y piden que sus países sean bloqueados hasta que se desprendan de ellos. Son psiquiatrizantes: al que ama más de lo que ellos consideran normal le llaman
adicto al sexo, y si ama a su propio sexo le consideran a) vicioso, b) enfermo, c) anormal, y capaz de todos los delitos. Y es ludópata el que acude a las máquinas de perras para ver si sale un día de la miseria; alcohólico si bebe algo distinto de lo que beben ellos y en
lugares más baratos.
Son personas que hace años decían que eran de izquierdas, que pasaron a decir que la derecha y la izquierda no existen o son ideas demasiado antiguas, y ahora dicen abiertamente que la izquierda ha dejado de existir, y lo importante es el centro, aunque no habiendo izquierda no se
sabe de qué es el centro.
En ningún caso aceptan que se les considere como de derechas. Les recuerdo defendiendo la libertad: "pero no el libertinaje"; y la democracia, aunque el pueblo "no estaba todavía preparado". Se llamarían otra vez de izquierdas, pero añadiendo
matizaciones: "Hay que reconocer que...". ¿Qué? Que todo va mejor. Quieren optimismo. Voltaire se burlaba: "Todo va por lo mejor en el mejor de los mundos posibles", terminaba su Cándido, o el optimismo. El optimismo hoy es un valor obligatorio: una copia del
optimismo forzado del partido comunista, obligatorio y seguro: con él ha ido menguando hasta desaparecer. Todos copiaron del partido comunista, o de lo que imaginaban que era el partido comunista: el Opus tomó de él aquello de lo que le acusaba.
El fascismo copió la dictadura del proletariado, pero en versión simétrica: todo al revés sobre una misma estructura. Los fascismos fueron los primeros que gritaron que la derecha y la izquierda no tenían sentido. Pero existían antes de su nombre, avant
la lettre. Jesús era de izquierdas para Israel y Roma, Espartaco lo había sido cuando liberaba a los esclavos. Los dos murieron. Como Lumumba, como Che Guevara, o Ellacuría. (No me hagan demasiado caso: escribo en el 14 de abril y eso influye en un anciano alegre y asombrado). |