Nuestro señor Don Miguel
Néstor E. Baguer, APIC
LA HABANA, abril - Según afirman algunos, el 9 de octubre de 1547 fue bautizado en la Parroquia de Santa María Mayor, en Alcalá de Henares, Don Miguel de Cervantes y Saavedra. Es probable que naciera el 29 de septiembre del mismo año, el día de San Miguel.
Otros, sin muchas pruebas, tratan de fijar su nacimiento en la villa de Alcázar de San Juan, a pesar de las propias palabras del autor del Quijote, que declaró en un memorial dirigido al Rey que era nativo de Alcalá de Henares.
Los padres fueron Rodrigo de Cervantes y Leonor de Cortinas. Como se puede constatar, Saavedra era un apellido que no le pertenecía, pero Cervantes lo tomó de una familia con la que estaba emparentado por considerarlo más distinguido que el suyo materno.
Las aventuras de nuestro héroe comienzan cuando lo encontramos en Roma, en 1569, fugitivo de España por unas heridas que le causó a un tal Antonio de Sigura, delito por el cual fue condenado en rebeldía. En la Ciudad Eterna sienta plaza de soldado en un tercio español
y, el 7 de octubre de 1571, a bordo de la galera Marquesa toma parte en la célebre Batalla de Lepanto, que cambió los destinos de toda una época y fue decisiva para detener el avance turco contra los países de Europa.
El comportamiento de Cervantes fue tan valiente que mereció citaciones de sus superiores. Allí recibió un arcabuzazo en una mano y dos en el pecho. El de la mano le dejó inválido de ese miembro, y es la razón por la que lo conocemos como "El manco
de Lepanto".
Muchas desventuras afligieron al Glorioso Manco. Fue prisionero de los turcos varios años hasta quedar libre al entregarse los 500 escudos que pedían por su libertad. Pero a su regreso le esperaban privaciones, miserias y la cárcel. Fue acusado de desfalcos. Precisamente
durante su última estancia en la prisión de Sevilla, donde estuvo encarcelado tres meses, fue que escribió la más grande obra literaria de todos los tiempos, que dio nuevos brillos a nuestra lengua, Don Quijote de la Mancha. Obra universal. Traducida a numerosos idiomas,
y hasta inspiradora de un ballet.
Muchas otras obras escribió, tales como La Galatea, Novelas Ejemplares, Comedias y Entremeses, la comedia Los Tratos de Argel y el drama Numancia.
A pesar del valor literario de su producción siempre vivió en la pobreza, envidiado, sobre todo por su más feroz enemigo, Lope de Vega, el Príncipe de los Ingenios. Este último, según han podido comprobar los historiadores, no fue ni buen cura ni buena
persona, y hasta sirvió de alcahuete al Duque de Sossa, según correspondencia dirigida por Lope al Duque. Pero Lope contaba con la protección de los poderosos, y hasta pudo burlarse de los tribunales de justicia no cumpliendo nunca las sentencias contra él dictadas.
Cuando se acercaba la hora de la muerte, Cervantes tuvo que acogerse a la limosna de la Orden Tercera de San Francisco y profesar en ella para tener derecho a sus limosnas.
El 23 de abril de 1616 moría en su modesta casa, situada en la calle del León, Madrid, éste ingenio de las letras españolas. Mas incluso después de su muerte recibiría una nueva ofensa; la calle del León lleva ahora el nombre de su enemigo: Lope
de Vega. Cosas veredes, Mío Cid.
CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores y autoriza la reproducción de este material informativo, siempre que se le reconozca como fuente.
|