Mark Fineman - Los Angeles Times. El Nacional - Viernes 14 de Abril de 2000. La Habana .Servicio exclusivo de El Nacional
El secretario general de la ONU, Kofi Annan, acababa de finalizar un discurso sobre la globalización en el marco de la Cumbre del Grupo de los 77 que se realiza en La Habana cuando el presidente cubano Fidel Castro se levantó de su asiento en la fila delantera del Palacio de
Convenciones y se acercó al micrófono.
Después de 15 minutos de elogiar a Annan y hacer un llamado a favor de una mejor planificación en un mundo signado por el caos, el líder cubano, de improviso se disculpó amablemente diciendo: "Tengo que ir corriendo a la mesa redonda.
La mesa redonda es el programa de TV favorito de Castro. El programa, que tiene una duración de dos horas y se transmite diariamente en la televisión estatal, se ha convertido en uno de los elementos centrales de la cruzada nacional librada por el líder cubano para lograr el
retorno del niño náufrago, Elián González.
Prácticamente no hay ningún evento que impida que Castro acuda al estudio en donde se transmite la mesa redonda, ni siquiera la Cumbre del Grupo de los 77.
La abrupta salida de Castro del Palacio de las Convenciones para asistir a un programa en el que se analizan las últimas informaciones sobre el caso de Elián subraya hasta qué punto el caso del niño se ha convertido en una obsesión personal para el dirigente de
73 años y, por ende, para su país.
La movilización que desde hace 4 meses ha promovido Fidel para rescatar a Elián, en la cual el Gobierno cubano ha gastado millones de dólares, en cosas como 600.000 franelas con el lema "Dejen libre a Elián" y monumentales protestas en las calles también
ha servido para transformar la imagen del Presidente que ha pasado de ser el patriarca severo y barbudo de la Revolución cubana de 1959 a representar la imagen más tierna y borrosa de un abuelo.
Sin embargo, algunos analistas de la realidad cubana afirman que para Castro -quien también libró una dura batalla personal para recuperar la custodia de su hijo en los años 50- la cruzada para liberar a Elián es fundamentalmente ideológica. Esta lucha
personificaría las bondades del comunismo y las lacras del capitalismo que él ha predicado a su nación desde hace cuatro décadas cuando derrocara a la corrupta dictadura de Fulgencio Batista, que contaba con el respaldo de Estados Unidos.
Desde que se iniciara la batalla por la custodia del niño, el líder cubano ha catalogado a Lázaro González, el tío abuelo del niño que se ha negado a entregar a Elián a su padre cubano y a las autoridades de inmigración estadounidenses,
como una herramienta de los grupos de presión anticastristas de Miami.
En las últimas semanas, Castro ha llamado a los grupos de exilados cubano-americanos como "las pandillas de Miami" en clara referencia a los grupos del crimen organizado estadounidenses que utilizaron a La Habana como su centro de operaciones décadas antes de la revolución.
Castro afirma que son una mafia que no tiene respeto por los derechos del padre.
Utilizando la "Tabla Redonda" como el principal foro, el Gobierno cubano ha ido un paso más allá al establecer una clara distinción entre los grupos de exilados, quienes han ejercido una fuerte influencia en la política estadounidense hacia cuba y el propio
Gobierno estadounidense, que decidió a comienzos de enero que Elián debería ser entregado a su padre.
Ahora Washington, que ha sido demonizado desde hace cuatro décadas por aplicar un embargo que Castro tilda de guerra económica, es catalogado como un aliado en la lucha por Elián, aunque Castro no ha cedido en sus encendidos ataques contra el capitalismo y materialismo que
de acuerdo a Fidel está corrompiendo al niño durante su estadía en Miami.
Traducción: Gerardo Cárdenas
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