CUBANET... INTERNACIONAL

Abril 14, 2000




Infancia y política

Adolfo Rivero Caro. Publicado el viernes, 14 de abril de 2000 en El Nuevo Herald

Quizás muchos lectores no lo sepan pero Hillary Rodham Clinton ha sido una activista nacional de los ``derechos de los niños''. Durante muchos años, presidió la junta de directores de una organización llamada el Fondo de Defensa Infantil (Children's Defense Fund). El logo de la organización es un dibujo infantil con una palabras garrapateadas: ``Señor, sé bueno conmigo, el mar es tan grande y mi barca es tan pequeña''.

Claro, muchos latinoamericanos quedarían desagradablemente sorprendidos por lo que los liberales americanos entienden por los ``derechos de los niños''. Incluyen, por ejemplo, el ``derecho'' de los niños a ``divorciarse'' de sus padres. Los llamados defensores de los ``derechos internacionales de los niños'' han trabajado incansablemente para reducir la influencia de los padres dentro de sus familias. Basta revisar el tratado internacional llamado La convención de Naciones Unidas sobre los derechos de los niños (UNCRC). La oposición del Congreso republicano ha impedido que los Estados Unidos ratifiquen la UNCRC, pero hay una incesante presión para conseguirlo.

La UNCRC tiene un mensaje muy concreto para los padres que pretendan controlar las películas, vídeos, música o juegos que vean sus hijos. Según la UNCRC, los padres podrían ser llevados ante los tribunales por mantener esos materiales fuera del alcance de sus hijos. El tratado les da a los menores el derecho absoluto de recibir información de todo tipo, ``... bien sea en forma oral, por escrito o impresa, en la forma de arte o a través de cualquier otro medio que el niño escoja'' (Artículo 13). Los padres violarían el tratado si les prohibieran a sus hijos ver vídeos o leer libros pornográficos (Artículo 17) o si le prohibieran al niño unirse a un grupo religioso que sus padres consideraran inaceptable o inclusive peligroso como, digamos, una secta satánica. Si el niño adquiere amigos que, en opinión de sus padres, tienen un carácter cuestionable, de nuevo la UNCRC pasaría por sobre el criterio paterno. Para la comunidad cubanoamericana no es nada nuevo que una organización burocrática pretenda pasar por sobre los tradicionales derechos de los padres. Por cierto, es bueno recordar que siempre se hace alegando el desvelo por los niños. Frecuentemente, la repugnancia que sentimos por Fidel Castro y el comunismo nos hace olvidar que la dictadura de Castro se estableció para eliminar cualquier obstáculo a la realización de sus planes de ``justicia social''. El camino del infierno está empedrado de excelentes intenciones. Pretender que toda la sociedad se ponga en función de un objetivo común exige la negación de toda esfera privada. Y resulta en la universal politización del totalitarismo.

Hillary Clinton, por cierto, siempre creyó en la conveniencia de esa politización de los problemas de la infancia. Una y otra vez la defendió públicamente en las revistas jurídicas más conocidas del país. He aquí una cita suya: ``Lo que mantiene el pretexto de que los problemas de los niños están por sobre la política es la creencia de que las familias son unidades privadas, no políticas, cuyo intereses comprenden los de los niños''.

Es decir, Hillary Clinton afirmaba tajantemente que los problemas de los niños son fundamentalmente políticos. Difícilmente haya muchos que estén de acuerdo en la comunidad cubanoamericana. Con todo, el haber defendido tan apasionadamente esa posición la debía haber ayudado a ver el sentido político del caso de Elián González. No ha sido así.

Recientemente, Howard Wolfson, vocero del FDI, explicaba: ``Hillary Clnton sabe que tenemos que despolitizar esta decisión''. ¡Qué casualidad! Justamente en el caso de Elián, Hillary da un giro de 180 grados. Cuando de volver a Cuba se trata, el problema de Elián no tiene nada que ver con la política. Es un asunto estrictamente familiar.

Estas actitudes justifican que nos preguntemos: ¿es sincera la compasión de los liberales americanos? ¿O será avidez de poder bajo el pretexto de ayudar a los desvalidos? ¿No era la revolución cubana de los humildes, por los humildes y para los humildes? ¿Acaso muchos programas de ayuda gubernamental no están dirigidos a crear una vasta clientela política? Pero, ¿representan una verdadera preocupación por la gente? ¿Es realmente compasivo cultivar el resentimiento y la dependencia?

Fidel Castro no tiene el monopolio de la hipocresía. Los liberales americanos le hacen una dura competencia. Ahí tenemos a Gregory Craig, otro compasivo. Abogado y correveidile de Clinton. Fue ayudante del senador Edward Kennedy y uno de los que defendió a John Hinckley hijo. ¿Se acuerdan del nombre? Fue el que trató de asesinar a Ronald Reagan. Y en cuanto a Hillary Clinton, la encuentro tan atractiva como mi amigo Roberto Luque. Pero también la considero extraordinariamente fría, ambiciosa y calculadora. No sé cómo no tiene pesadillas con el logo del Children's Defense Fund. Porque el mar no podía haber sido más grande para Elián González. Ni su barca podía haber sido más pequeña.

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