Es que somos muy pobres
Manuel Vázquez Portal, Grupo de Trabajo Decoro
LA HABANA, abril Aquí todo va de mal en peor. El Papa vino y nos dejó en la misma pobreza, a pesar de sus buenas y casi divinas intenciones. Se efectuó la novena cumbre iberoamericana, vinieron los reyes de España y la persistente, tenaz, endémica
pobreza nacional ni se percató de que decenas de mandatarios y encumbrados funcionarios estuvieron en la Isla por varios días debatiendo concienzudamente los problemas del mundo hispano, la integración y el desarrollo.
La gente siguió atropellándose, amontonándose, muriéndose en los camellos; la gente siguió haciendo malabares con los escasos alimentos para transitar la semana a medio tanque; la gente siguió soñando con una balsa o una visa que los aleje de la
mala cara que tiene la miseria; la gente siguió apagando la televisión en las noches de largos discursos; la gente siguió huérfana de esperanza.
De nada han valido congresos, simposios, cumbres. La pobreza en Cuba es como el gato: tiene siete vidas, y lo peor es que no acabamos de encontrar el arma efectiva para matarla. Es una especie de mala hierba para la cual el actual gobierno no tiene hierbicida. Creen los funcionarios cubanos que
con discursitos, reuniones y pataletas frente a los organismos internacionales pueden derrotar una agonía que se ha instalado en el país, y con intenciones de no marcharse.
Ahora mismo, entre el once y el catorce se está celebrando en La Habana otra cumbre. Se reúnen aquí los pobres, los preteridos, los saqueados, los olvidados del mundo. Vienen a contar sus desgracias, vienen a culpar de su desesperación al mundo desarrollado, somos tan
pobres que por no tener, no tenemos ni la culpa de nuestra inopia.
La cumbre Sur-Sur o de los setenta y siete es una especie de competencia por ver quién se gana el título más calamitoso. Suráfrica, Yemen, Cabo Verde, Haití, Sri Lanka, en fin, las tres quintas partes del planeta que pedecen el flagelo del hambre, las
enfermedades y que sueñan con que el primer mundo les prestará la varita mágica que los saque del atolladero.
De más está decir que Cuba se ganó la sede no sólo por la pobreza de altos quilates que puede mostrar sino porque su experiencia en la preparación de estos eventos es una lástima que no sea un rubro exportable porque con él podríamos salir
del hambre, pero sobre todo se la ganó porque la necesita para agenciarse seguidores que en los forums internacionales puedan servirle de apoyo para sus planes de lucha contra el gran imperio que hace cuarenta y un años nos bloquea, agrede, aplasta, envía remesas y nos recibe
cuando decidimos abandonar el delirio que tanta pobreza nos siembra en la cabeza.
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