CUBANET... INTERNACIONAL

Abril 12, 2000



Victoria y punto final

Enrique Patterson. Publicado el miércoles, 12 de abril de 2000 en El Nuevo Herald

La llegada del padre de Elián a los Estados Unidos acompañado de su esposa e hijo hace que termine la dolorosa saga alrededor de este niño desde el momento en que fue rescatado en las aguas del golfo. A partir de este momento es al padre al que le corresponde decidir dónde y cómo debe crecer su hijo; y con ello el exilio --al menos la línea dura y la mayoría que en este caso la ha apoyado-- obtiene una victoria, aunque no estoy seguro de que lo comprendan.

Hasta este momento la intransigencia de los duros (que en otras ocasiones he criticado) y de la mayoría del exilio ha sido justa y legítima y puede caracterizarse en dos componentes distinguibles: uno se refiere a la defensa de determinados derechos de Elián y de su padre; el otro sólo apunta a un deseo que, hasta ahora, no ha sido una exigencia. Ambos lados no deben confundirse.

Los derechos.-- El exilio ha defendido los derechos de Elián por principio, solidaridad y compasión. De algún modo, todos somos Elián, gentes cuyos padres o ellos mismos huyeron de su país de origen acaso para siempre, tomando distintos tipos de riesgos, algunos de los cuales son clásicas tragedias, para hacerse dueños de sus propios destinos. Se ha defendido que no es Castro ni el gobierno cubano quien tiene que asumir la reclamación o representación del niño, y que no importa cuánta sea la manipulación y la propaganda, los derechos del niño serán defendidos mientras su padre no se persone y exprese su deseo de criar a su hijo donde él quiera, en Cuba o acá.

Ante el gobierno norteamericano se ha defendido el derecho que tiene Elián a que su caso sea tratado justamente en los tribunales hasta las últimas consecuencias mientras su padre no se hiciera presente. En tierra americana, adonde llegó por la decisión y el sacrificio de su madre, Elián tiene derechos que deben ser respetados por encima de los intereses políticos del gobierno americano.

La opinión pública norteamericana, mayoritariamente, ha estado de acuerdo en que Elián debe ser devuelto a su padre. La opinión exiliada, por que el padre venga a reclamarlo, y esto es lo que ahora ocurre. El exilio no ha defendido que el niño no debe estar con su padre, que no venga a ser recogido por su padre. Nunca se ha exigido que el niño no debe estar con su padre, pero había serias dudas de que el padre hablara por sí mismo al desatar Castro manifestaciones multitudinarias por algo que se resolvía con una simple visa, un boleto de avión y una ``tarjeta blanca'', como ahora acabamos de ver.

Los derechos del padre de Elián, al margen de su militancia comunista, han sido defendidos con tanta firmeza como los del niño. Dado el conocido ambiente político cubano, se ha mantenido el principio acertado de que en el entorno cubano no hay garantías para creer que Juan Miguel estuviese hablando libremente. El gobierno estadounidense consideraba que sí, pero el exilio tiene sobradas experiencias para creer que no existe desde Cuba forma alguna de garantizar la veracidad de la aserción. En tal situación, más que justificada, se estaba defendiendo el derecho del padre a la libre expresión y a la decisión libre, ya que, de estar éste opuesto al regreso del niño, no podría defenderlo libremente en Cuba.

Deseo mayoritario.-- Es claro que Elián se ha ganado el cariño y la simpatía de los exiliados; quién no se iba a conmover por la historia de un inocente que sobrevive a un naufragio y que es custodiado por delfines, al cual su padre no puede venir a buscar de inmediato como ocurriría tratándose de otro país. La mayoría cubana acá ha expresado el deseo de que el niño permanezca en Estados Unidos, adonde su madre lo trajo soñando para él un futuro mejor. Sin embargo, el cumplimiento de tal deseo forma parte de la libertad y derechos del padre, los mismos que le permiten regresar con Elián a Cuba y educarlo entre las pañoletas de pionero y las monsergas del comandante. Derecho inalienable, que ahora puede ejercer gracias a la ``intransigencia'' del exilio.

Esta historia no termina como comenzó. Empezó con una amenaza de Castro de que el niño debía ser devuelto en setenta y dos horas. Y con la afirmación del padre de que no tenía nada que buscar en los Estados Unidos. A Juan Miguel se le dijo que había acá algo muy suyo, su hijo, y que para tenerlo debía de hacer lo que todo padre está dispuesto a hacer por un hijo: ir a buscarlo hasta el fin del mundo. Luego Castro dijo que Juan Miguel sólo vendría con una corte que incluía hasta a Ricardo Alarcón, el presidente del obediente parlamento cubano. Nunca la devolución de un niño necesitó tanta parafenalia. Las exigencias del exilio se han cumplido. El padre esta aquí, solo con su familia. Elián es su hijo, le pertenece.

Cabezas calenturientas, no por enemigas de la misma estirpe, pululan por acá como en La Habana. No me extrañaría que muchos de ellos acá asimilaran esta victoria como una derrota tan sólo porque aunque se hayan cumplido sus exigencias (los derechos), el padre no los complazca en cuanto a los deseos. Le regalarán la victoria a Castro.

Habrá que ver si los familiares que tanto han cuidado a Elián, y defendido tanto sus derechos como los del padre, tendrán realmente la oportunidad de visitarlo regularmente para ver cómo crece, y de enviarle los regalos que el padre antes nunca rechazó. Pero lo dudo... ¡A veces la gente es tan mezquina!

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