Vistazo a los medios de prensa
Lázaro Raúl González, CPI
HERRADURA, abril - Hace poco más de una década, la radio en Cuba debió modernizarse. La salida al aire de un programa de la VOA (Radio Martí), especialmente concebido para oyentes cubanos, significó un duro reto para la hasta entonces roma y escuálida
radiodifusión de la isla. El desafío fue aceptado y los técnicos nacionales, con una buena inyección ideológica, pero también financiera, han rediseñado y ampliado la programación de todas las varias decenas de emisoras que funcionan en el país
transmitiendo a toda máquina para unos escasos millones de radioyentes funcionales. A pesar de que se encuentren todavía funcionando viejos transmisores Dumont, en los últimos años se ha aumentado en 16 veces la potencia de transmisión radial, logrando reducir a un
escaso 2% las zonas de silencio en todo el país.
Por otra parte, los promotores criollos descubrieron, en el caso de los más jóvenes, o recordaron, los que conocieron la década del 50, una manera mucho más incisiva y dinámica de hacer radio, aproximándose tanto como les ha sido posible a la radio
comercial. (Sólo que en este caso lo que se promociona no es jabón Candado ni sopa de pollo rusa, sino simple y purita ideología).
De cualquier modo, el lenguaje radiofónico cubano se ha rejuvenecido y profesionalizado hasta un grado encomiable, principalmente en las emisoras de cobertura nacional, tanto en el plano técnico como en el artístico.
Claro, alguien podría recordar que en casa del ciego... el tuerto es rey.
Porque, si a buen paso "anda" la radio -a pesar de su ideologización- sus primas la prensa plana y la televisión "marchan" cojas, con franca propensión a declararse paralíticas. En cuanto a los medios escritos, la gente recuerda con nostalgia los
tiempos -finales de los 80- en que era posible leer Novedades de Moscú, Sputnik, Tiempos Nuevos, o la revista criolla Opina. Tiempos idos, de una magra pero cierta diversidad, que dieron paso al unanimismo actual, más aburrido y parejo que un bando de garzas blancas. No hay nunca nada
nuevo que esperar. El periódico de mañana puede leerse desde hoy. Siempre y cada día: más de lo mismo, triunfalismo.
Al igual que la prensa plana carente de competencia, la televisión cubana da tanta pena como sueño. Según opinión generalizada, la programación de la TV nacional, que cuenta con sólo dos canales, es escasa y densamente mediocre. Espacios hay, como "¿Quién
sabe?", que simplemente no debían ser transmitidos. ¿Su conductor? Un bodrio vestido de persona. O como las "Aventuras", que ahora mismo se transmiten decentemente ambientadas, pero con unas líneas de carácter ideológico demasiado ambiguas y confusas
para la grey infantil. A mis hijos, buenos críticos de TV por demás, les resulta bastante engorroso deslindar el campo de los "buenos" y los "malos". Esta ambivalencia, o pobre definición de los personajes, tan común en la vida adulta, podría
ser un pecado capital en un programa dedicado a los niños.
Ni aún inyectándose con programas extranjeros se salva la televisión. La gente de buena gana la apaga, ahorrando no sólo corriente eléctrica (¡que también petróleo es!), sino además dinero del salario y tiempo de duración de las
piezas del aparato.
En fin, para hablar mal de ella -cosa rara incluso en un edén totalitario- todo el mundo se pone de acuerdo. Pobre televisión nuestra.
Quién quita, quizás le haga falta un poco de competencia-diversidad, mejor si fuera de factura nacional.
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