CUBANET... INTERNACIONAL

Abril 7, 2000



Elián y Pedro Pan

Maria De Los Angeles Torres. Publicado el viernes, 7 de abril de 2000 en El Nuevo Herald

El tema de Elián recuerda uno de los episodios más dramáticos de la Cuba postrevolucionaria: el éxodo de unos 14,000 niños solos, que se llegó a conocer como Operación Pedro Pan.

Siento una afinidad especial por Elián: fui uno de esos niños y tenía también 6 años cuando llegué sola a Miami. Recuerdo el miedo que sentía, especialmente de noche, de que no volvería a ver a mis padres. Me siento tentada de abrazar a Elián, ya que su experiencia se hace eco en la mía y la de otros niños de Pedro Pan. En ambos casos se ha usado a niños como carne de cañón en una batalla ideológica. Los niños de Pedro Pan nos vemos en él como en un espejo, solo en los Estados Unidos en medio de un torbellino político que, incluso después de 40 años, está relacionado con el mismo individuo que sigue en el poder en Cuba, y la misma política intransigente de EE.UU.

Pero a diferencia del caso de Elián, yo no vi a mi madre morir en el mar, y mis padres optaron, ambos, por mandarme aquí sola. Los padres de niños de Pedro Pan temían que el gobierno cubano les quitaría la autoridad sobre sus hijos. Como contraste, Juan Miguel González, el padre de Elián, ha exigido que le devuelvan al niño. Los expresos deseos de Juan Miguel no se ven amenazados por el gobierno cubano, sino por el segmento de la población de EE.UU que insiste en que Elián se quede aquí. Pero de todos modos me dan que pensar unas declaraciones juradas, presentadas en corte por los familiares del niño en Miami, que dicen que Juan Miguel también quería venir para este país.

En los ex miembros del Programa Pedro Pan, Elián ha suscitado emociones conflictivas. Muchos, como Yvonne Conde, autora de un libro sobre la operación, han abogado públicamente por que se le permita quedarse en EE.UU. La autora feminista Ileana Fuentes cree que, aunque la separación de aquellos niños de sus padres haya sido traumática, la alternativa, la vida en un sistema represivo, habría sido peor. Por lo cual, opina que el niño debe quedarse. Emilio Cueto, un abogado de Washington D.C., cree que dada la imposibilidad de devolverlo a un país libre o de que su padre venga a vivir aquí, Elián debe estar con su padre en Cuba. Negarle la patria potestad a su padre simplemente porque no nos guste el gobierno de su país es hacerle a él lo que nuestros padres temían les harían a ellos. Elly Chovel, una ex Pedro Pan que vive en Miami y ha ayudado a organizar una organización caritativa de adultos ex miembros del programa, cree que deberíamos concentrarnos en las necesidades emotivas del niño, algo que se ha descuidado. Por cierto, Jorge Mas Santos, presidente de la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA), una organización proembargo que ha convertido a Elián literalmente en un símbolo propagandístico, ha demostrado poca preocupación por el bienestar del niño y lo ha utilizado para fustigar una serie de cosas, principalmente los derechos humanos en Cuba.

Nuestras pasiones con referencia a Elián también están limitadas por otro aspecto de la experiencia del exilio: la memoria colectiva de represión en la isla. Hay muchas familias en Miami que pueden mencionar amistades o parientes encarcelados o fusilados. En 40 años, más de millón y medio de cubanos ha huido, y miles se han ahogado en el mar al intentarlo. El concepto de devolver a alguien allá amenaza con deshacer la premisa más básica de por qué estamos aquí. Desafortunadamente, la mayoría de las organizaciones políticas de los exiliados cubanos no tiene una agenda completa, que incluya los derechos de los inmigrantes. El programa político de los exiliados lo define un solo factor: Fidel Castro, y el debate se limita sólo a cómo deshacerse de él. ¿Acaso debería apretarse o levantar el embargo? José Basulto, jefe de Hermanos al Rescate, organización dedicada a ayudar a los balseros, es el epítome del castrocentrsimo de la política del exilio: cuando Elián llegó, Basulto primero dijo que deberían enviarlo con su padre. Pero cuando se enteró de que Castro quería el regreso del niño, cambió de idea.

Mientras Cuba se va convirtiendo en chic entre algunas celebridades y políticos, las organizaciones tradicionales del exilio se han aferrado desesperadamente a Elián como causa célebre para mitigar su aislamiento. Los cubanos, especialmente los más jóvenes, están alienados. Hay cada vez más resentimiento contra la guerra de Castro contra la comunidad exiliada, porque casi todo el mundo en Cuba o quiere irse o tiene algún familiar que se ha ido o se quiere ir. Con la campaña por el regreso de Elián Castro ha encontrado una causa popular y un modo de combatir a los exiliados, mientras evade temas más escabrosos, tales como por qué la madre del niño huyó en primer lugar. Castro ahora está flotando en una ola triunfalista, gracias a los dirigentes del exilio en Miami.

Elián de por sí no tiene voz ni voto, y sus derechos emocionales, que lógicamente habrán incluido reunirse con su padre, no pueden definirse ni mucho menos defenderse. El niño se ha convertido en una pequeña balsa a la cual muchos políticos de La Habana, Miami y Washington se están aferrando por sus vidas.

Profesora de ciencias políticas en la Universidad DePaul y autora de In the Land of Mirrors: Cuban Exile Politics in the US (En la tierra de los espejos, la política del exilio cubano en EE.UU).

© El Nuevo Herald / The Nation

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