El Rancho
Amarilis Cortina Rey, Cuba-Verdad
LA HABANA, 5 de abril - Al lugar llegamos después de más de una hora de viaje. Las casuchas, unas junto a otras, parecían que entre todas se estuvieran sosteniendo como para no caerse. El camino principal se ramifica en cortos trillos que dan acceso a los pequeños
portales construidos, al igual que el resto de las casas, de troncos de árboles y pedazos de zinc muy oxidados debido a las inclemencias del tiempo.
Los rayos del sol se proyectaban duramente sobre todo lo que encontraban a su alcance, y el olor a polvo se mezclaba con la fetidez que desprendían las aguas albañales que emanaban de algunas fosas desbordadas.
Restos de basureros aún con bastantes desperdicios se notaban en las inmediaciones del lugar, y el aire era contaminante quizás por la carencia de árboles en toda aquella zona.
Este sitio, nombrado El Rancho, se extiende en las afueras del poblado de Santiago de las Vegas, a pocos kilómetros de la ciudad de La Habana y sus moradores, tan pobres como sus casas, son personas a quienes la necesidad los ha llevado a afrontar esa difícil subsistencia.
Enfermedades de diversos tipos, algunas de ellas desconocidas en el país, ya han cobrado más de una víctima incluyendo niños en El Rancho. Pero lo más triste es que amenazan constantemente con contaminar a cualquier otra persona.
Imagino una lluvia fuerte penetrando por los ahuecados techos de las casas, anegando todos aquellos polvorientos caminos y extendiendo aún más las putrefactas aguas.
Nos retiramos de aquel sitio cruzando una línea ferroviaria por la cual, según nos explicaron, hacía mucho tiempo no transitaba ningún tren. Atrás quedó un lugar inhóspito, lleno de calamidades, y en nuestras conciencias la amargura de haberlo
compartido por algunas horas.
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