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Abril 4, 2000



En Cuba fue honrado como un héroe más

La Nación Line, abril 4, 2000

LA HABANA.- Allá, al fondo, justo detrás del gigantesco escenario delante del cual están sentados, en primera fila, Fidel Castro y Juan Miguel González (el padre de Elián) con su familia, se observa el edificio marmolado de la Sección de Intereses de los Estados Unidos en Cuba. Rodeado por una reja de dos metros, con ventanales blindados, se parece mucho a una fortaleza. El comandante mira lo que sucede sobre las tablas -discursos, bailes, cantos- pero su mirada lo traspasa. Va más allá, hacia allá.

Nada de casual tiene que el líder cubano haya elegido ese hermoso tramo del malecón de La Habana para levantar esta "plaza de la dignidad", según se la llama, o Tribuna Abierta Antiimperialista José Martí, según fue bautizada, a partir de ayer sede para siempre de todas las tribunas abiertas por venir.

Así es, nada de casual: allí mismo, frente a la única representación oficial norteamericana en la isla, se inició, en diciembre de 1999, esta especie de batalla por la posesión de Elián González, con un acto organizado por los estudiantes. Desde entonces, no ha pasado un solo día sin una referencia, por mínima que ésta haya sido, al caso del pequeño balserito, sobreviviente de un naufragio, cuando viajaba junto con su madre y su padrastro hacia Florida.

Claro que lo de ayer no fue un capítulo más de esta historia con algo de telenovela y mucho de dramatismo y carga política. Cuando las versiones auguraban el inminente regreso de Elián a la isla, los cubanos mantenían su posición: volverá, sí, lo que no se sabe es cuándo ni cómo.

Las visas

Lo cierto es que la jornada había comenzado con el pedido masivo de visas para que pudiera ingresar en los Estados Unidos la comitiva encabezada por el padre del niño, José Miguel González. Veintiocho personas, en total: la esposa y el bebé del padre de Elián, su primo, sus maestras de primer grado y preescolar, 12 de sus compañeros, personal pedagógico, psicólogos, psiquiatras infantiles, personal médico especializado y hasta el presidente de la Asamblea Nacional, Ricardo Alarcón de Quesada, en su carácter de especialista en derecho internacional y no como funcionario, según aclararon.

La respuesta de Washington fue aceptar sólo 6 de ellas: los familiares directos, una maestra y un médico.

Siguió con la inauguración de la plaza, una obra que llevó a cabo en 80 días de trabajo, "con un costo ínfimo", según definió el propio FidelÉ Como si fuera necesario dejar reflejado en piedra que este caso ha sido diferente a todo lo vivido antes en Cuba, desde que se instaló la revolución.

Al fin, en la mañana de ayer se reabrió esa parte en curva del malecón y todos pudieron ver el motivo: una plaza de 350 metros de largo, entre la famosa avenida que asoma al Caribe y la calle Calzada, con más de 50 metros de ancho en la cabecera donde está instalado el escenario y capacidad para 10.500 personas sentadas, 30.000 paradas y 100.000 en los alrededores.

Hacia atrás, la plaza se estrecha, hasta terminar casi en un ángulo. Hasta la mitad, cuatro arcos de acero parecen envolver a la gente. Enseguida, cuatro columnas del mismo material. En ellas, el homenaje en forma de placa de bronce a "los héroes que han luchado por la dignidad de los pueblos".

En una, norteamericanos: Hemingway, Twain, Malcolm X, Martin Luther King, Edison, Lincoln, los mártires de Chicago; en otra, cubanos; en la tercera, latinoamericanos: Antonio José de Sucre, Sandino, Allende, Torrijos, Bolívar y los argentinos San Martín, Julio Cortázar, Haroldo Conti, Rodolfo Walsh y Ezequiel Martínez Estrada.

Al final, casi en la esquina, una estatua de José Martí, con su brazo izquierdo apuntando hacia el escenario.

Un monumento para Elián

Desde temprano, los jóvenes que participan aquí del XII Congreso Latinoamericano y Caribeño de Estudiantes ordenaron las diez mil quinientas sillas negras que cubrieron la plaza. Fueron ellos, también, quienes después hicieron flamear banderas de sus respectivos países -Argentina, Brasil, Chile, Panamá, Colombia, Uruguay- durante el acto, junto con las clásicas banderitas cubanas.

A horas del vencimiento del plazo para que los familiares de Elián firmaran su acuerdo de devolver al niño si la Justicia norteamericana así lo establecía, con un avión listo en el aeropuerto para partir hacia Washington, muy importante resultaba lo que aquí, en la flamante plaza, al fin se dijera.

Quien abrió el acto fue Otto Rivero, presidente de la UJC (Unión de Jóvenes Comunistas). Señaló el edificio que tenía detrás como "el símbolo del desprecio por los derechos de los pueblos latinoamericanos" y justificó los nombres estadounidenses en una de las columnas de la plaza: "Porque la lucha es contra el imperio que mata y esclaviza, no contra el pueblo norteamericano que construye y ama".

Entre medio, todos repitieron, uno a uno y con estilos diferentes, con poesías, con cantos y con relatos, homenajes a ese nombre que "ha unido aún más al pueblo" y que ya, a esta altura, es más que un hombre: un mito, Elián.

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