Productos de Cuba se venden en La Habana por dólares
Tania Quintero, Cuba Press
LA HABANA, abril - Antes de 1959 cualquier habanero podía comprar en la capital dulces y otros productos elaborados en el interior de la isla. Uno de esos pequeños comercios radicaba en Belascoaín entre Reina y Estrella. Allí vendían cremitas de leche de
Cascorro, cucuruchos de Baracoa, queso blanco de Jicotea, casabe y pru oriental, entre otras exquisiteces criollas.
Con el tiempo, particularmente después de la "ofensiva revolucionaria" de 1968, cuando fueron cerradas bodegas y establecimientos privados, todo esto también se fue a bolina. Las nuevas generaciones desconocen cómo los chinos en sus puestos de frutas eran capaces
de elaborar artesanalmente los más ricos helados sin leche que se tomaban en La Habana y se perdieron tomar batidos como los de El Anón, en Neptuno y Consulado.
Poco a poco, hasta en las localidades de origen se dificultaba encontrar confituras tradicionales como las cremitas fabricadas en el municipio camagüeyano de Cascorro y en cuya receta era obligatorio el uso de leche de vaca fresca. Ya los cucuruchos de Baracoa, a base de coco, guayaba y piña
era imposible encontrarlos en territorios orientales cercanos a la Ciudad Primada.
Si bien todavía a una persona de la ciudad de La Habana no le es posible conseguir por dólares -ni por pesos- una golosina típica de una región cubana, sí puede adquirir galletas, palitroques, fideos, conservas, refrescos, cervezas, cigarros, café o ron
fabricados en Las Tunas, Sancti Spíritus, Holguín, Matanzas, Cienfuegos o Santiago de Cuba.
En diciembre de 1998 la red de tiendas Panamericanas ofreció a sus clientes una novedad: croquetas y albóndigas de carne de res confeccionadas por la empresa Necar de Palmira, Cienfuegos. Sus precios eran inferiores a las de Prodal, de la empresa Pesca Caribe, ubicada en el
ultramarino poblado de Regla, y su calidad muy superior. Pero solamente se pudieron disfrutar en aquella ocasión, pues desaparecieron de las shoppings capitalinas.
Según la ministra de Comercio Interior, Bárbara Castillo, quien en la última reunión de presidentes provinciales del Poder Popular informó acerca de las producciones para el turismo y las tiendas recaudadoras de divisas, "las ventas de producciones
nacionales crecieron y ocuparon un 47,7 por ciento de participación en ese mercado". La ministra enumeró una amplia gama de artículos hechos en Cuba y dijo que para el 2000 será un gran reto lograr una presencia del 60 por ciento de productos cubanos en dichas
tiendas.
A ojos vista, más de las dos terceras partes del casi 50 por ciento de mercancías nacionales que hoy se venden por dólares en la urbe habanera procede de algún municipio distante, aunque todavía es fuerte la presencia de mercaderías de cualquiera de las
dos Habana. Hay marcas que ya tienen seguidores, como la línea de conservas de frutas y vegetales Los Atrevidos, de Villa Clara, que da crédito a su nombre y se ha convertido en el principal competidor de La Conchita de Pinar del Río, arriesgándose a lanzar rarezas como
la salsa Esperanceña, con ingredientes inusuales como la fruta bomba (papaya).
Los manzanilleros tampoco han cogido miedo a la variedad de refrescos de cola -Tropicola, Tukola, Cola Fiesta- y en los estantes de algunas shoppings se pueden ver botellones de dos litros de Turk Cola, que a un extranjero puede parecer de Turquía, pero ha sido preparada en la provincia
Granma. Las palmas hace rato la comparten, junto con los pinareños y la excelencia de sus tabacos, los holguineros, cuyas cervezas -Mayabe y Bucanero- le pisan los talones a su más importante rival, Cristal, procesada en la capital y con uno de los marketing más poderosos a
nivel nacional. Los espirituanos, con sus yogurts y leches saborizadas o los matanceros, con su variedad de jugos no se pueden menospreciar a la hora de seleccionar. En esa élite se incluyen los cienfuegueros con su agua mineral Ciego Montero, la reina de las aguas envasadas, escoltadas por
dos damas también provincianas, Levissima y Bainoa.
Aparte de los precios, que debían ser más bajos que los importados, las producciones de otras zonas de la república deben mejorar en presentación y en información al consumidor, dos puntos flacos de casi todo lo hecho en Cuba.
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