Xavier Mas De Xaxàs. Washington. Corresponsal. La Vanguardia Digital 3:0 horas - 03/04/2000
La frontera la pondrían justo al norte de Ford Lauderdale. De ahí para abajo sería Cuba del Norte, un país independiente." A Ignacio Warner, un ingeniero cubano instalado en Estados Unidos desde los primeros años de la revolución castrista, le gusta
bromear con esta idea tanto como lamenta la falta de integración de sus antiguos compatriotas en la sociedad estadounidense.
La pugna por Elián González, el niño balsero de seis años, ha recordado a los norteamericanos que el sur de Florida, sobre todo Miami, va por libre. Delante de la casa del muchacho, en la Pequeña Habana, hay mucha gente que culpa tanto a Castro como a Bill
Clinton de lo que está pasando. Los dos presidentes se han convertido en enemigos de una comunidad que ha empezado a morirse esperando que Cuba sea democrática.
Alex Panelas, el alcalde de Miami, manifestó el miércoles pasado que la policía municipal no hará nada para sacar a Elián de su casa, y responsabilizó a Clinton y a la fiscal general Janet Reno de la violencia que pueda estallar. Una veintena de alcaldes
se sumó a la proclama. Desde los años sesenta, en plena lucha del gobierno federal para establecer los derechos civiles de los negros del sur, no se había visto un desafío tal al Estado.
Miami, como dice Lisandro Pérez, profesor de la Universidad Internacional de Florida, "es una ciudad aparte; ahora, incluso tenemos nuestra propia política exterior". Darío Moreno, un colega suyo, declaró hace un par de años en televisión que
Miami "se parece a una república bananera del Tercer Mundo".
Ahora lamenta aquel comentario, que se vinculó a la comunidad cubana y que estos días está repitiendo la prensa anglosajona. Opina que "la corrupción política y la estupidez de Miami cruzan las líneas étnicas". Miami es una de las
ciudades más corruptas de Estados Unidos. Cada año se cuelan por el puerto unas 300 toneladas de cocaína procedentes de América Latina. Los narcotraficantes están tan asentados en la sociedad que, hace unos años, el Ayuntamiento dedicó una calle a uno
de ellos. En los últimos diez años ha habido medio centenar de altos funcionarios implicados en casos de corrupción: son policías, agentes de aduana, del servicio de inmigración y políticos. El ex alcalde Xavier Suárez fue denunciado en la última
campaña por intentar la reelección con los votos de electores fallecidos.
El último escándalo afecta al aeropuerto de Miami. Una mafia de cubanoamericanos controlaba todas sus actividades. Debido a ello, y a pesar de que es uno de los aeropuertos más dinámicos del país, ha acumulado un déficit de millones de dólares.
En el condado de Dade-Miami viven 2,1 millones de personas. Unas ochocientas mil son cubanoamericanas y controlan la política, la economía y la cultura del municipio. Desde hace 40 años la mayoría de ellas vive sólo y por "la causa", es decir,
derrocar a Fidel Castro. Se oponen frontalmente a la política de Clinton para relajar el embargo. Ni siquiera toleran que los grupos musicales cubanos toquen en la ciudad.
Esta lucha constante ha dificultado la integración del exilio en la sociedad estadounidense. Hasta hace poco, al Gobierno no le importaba. Le iba bien que fueran exiliados antes que inmigrantes. Cuanto más apátridas se sintieran, más lucharían contra el
castrismo. A su servicio puso, desde el primer momento, emisoras de radio y televisión en español para que mandaran a Cuba su mensaje a favor del sueño americano.
El exilio cubano siempre ha tenido un peso en Washington muy superior a su importancia demográfica y económica. Cualquier candidato a la presidencia trata de conseguir su apoyo. El vicepresidente Al Gore ha sido el último: ha roto con la Administración y ahora
defiende que Elián no debe regresar inmediatamente a Cuba. Y es que sin el voto cubano es difícil conquistar Miami, y sin Miami no se puede ganar Florida y sin Florida es difícil llegar a la Casa Blanca.
En la Pequeña Habana hay muchas más banderas cubanas que estadounidenses y no se oye el inglés. La integración social nunca ha sido una prioridad para la mayoría de los cubanos que nacieron en la isla. No pensaron que iban a vivir tantos años fuera.
Ahora que la vida se les escapa y Castro sigue resistiendo se dan cuenta de que Washington ya no tolera su "independencia" como antes y que Elián es su última cruzada.
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