CUBANET... INTERNACIONAL

Abril 3, 2000



Peter Pan en La Habana

Por J.J. Armas Marcelo, escritor. ABC, Opinión- lunes 03 de abril de 2000

ESA mañana luminosa de La Habana, Peter Pan llegó acompañado de Petra Porter a mi suite del Hotel Cohíba para que nos conociéramos y habláramos, un par de días antes de la visita de Juan Pablo II a Cuba. Hasta entonces, sólo había visto de toda su pintura un papel pastel que me había regalado por Navidad y Año Nuevo la negra Petra Porter en un rasgo de amor renovado que agradecí cuanto pude, con el complejo del europeo intruso en tierras mágicas y sorprendentes. El dibujo representa una Alicia Alonso muy joven aún, cargada de energía y vitalidad subyugantes, con una rara, viva e inquietante fijeza en los ojos, para quienes fuéramos capaces de sostenerle la mirada durante al menos unos breves instantes; una Alicia Alonso que sobresalía del fondo pastel color tierra ataviada con atributos raciales de bailaora gitana, una cinta azul ciñendo su cabeza, pero zapatillas de bailarina rojo almagre y casi dos metros de estatura en traje gitano cielo azul caribe, rodeada toda la figura de símbolos y objetos aparentemente sin sentido, como Alicia en los cuentos de Carroll: lunas en cuarto menguante, estrellas titilando en el firmamento infinito e inabordable, soles sonrientes, más lunas, y esferas, frutas, mariposas voladoras, un perro, y un reloj también en azul, entre otros regalos llenos de sorpresas.

Cuando le dije de mis sospechas, el pintor Leslie Sardiñas me confesó que era lector de «Alicia en el país de las maravillas» ya en los años de la escuela. Se había quedado pegado de ese mito y de Peter Pan, de manera que los jeroglíficos del matemático inglés flotaban en cada uno de sus artefactos plásticos desde que se había dedicado a la pintura, y Peter Pan se le aparecía a cualquier hora como si fuera un santo en el bengué, «para montarlo». Le dije entonces que «su» Alicia pudo haberme herido quizá de gravedad la noche en que se desprendió de la pared, donde había colocado el dibujo en mi casa de Mataspesa, en la sierra de Madrid, y cayó con gran estrépito de cristales hechos trizas escaleras abajo. Incluso me atreví a decirle que también ese susto felizmente sin víctimas lo había sospechado desde que elegí aquel lugar tan impropio para la Alicia pastel de sus maravillas. Porque la de su Alicia era una mirada de advertencia, le dije a Leslie, que se había endurecido silenciosamente desde que la puse allí, un poco arrinconada, pero no tuve certidumbre del accidente porque cada vez que sentía la suave punzada de la sospecha (cada vez que subía o bajaba la escalera que conduce al garaje en mi casa de Mataspesa) despreciaba esa intuición atribuyéndola a mi natural, primaria y maniática curiosidad por las supersticiones animistas.

En los siguientes viajes a La Habana, después de aquel encuentro en mi suite del Cohíba con Peter Pan y Petra Porter, me traje de Cuba tres papeles de Leslie Sardiñas, de la serie «La infinita caravana», capítulo «Memorias errantes», «La equilibrista», «Traveling» y «Los cazadores»; los dos primeros, en color, y el último, en blanco y negro; los tres tinta a plumilla, del año 1977; además de dos acrílicos, uno de los cuales es, sin duda, un episodio magnífico protagonizado por parientes de Gulliver, empequeñecidos en el fondo azulmarino del cuadro emanado del imaginario de este Peter Pan habanero en sus bodas interminables con la Alicia de Carroll. El segundo lienzo es parte de un díptico -«La dependencia»- titulado «El día», cuya «Noche» adquirió hace tres meses para su colección particular el actor norteamericano Jack Nicholson a través de su agente en La Habana. La soberbia curiosidad del famoso comprador exigió que su agente viera los cuadros de Leslie Sardiñas en la concina de su propio estudio, pero Peter Pan paró sus orejas, respiró hondo, sacó pecho y se negó en redondo al capricho del actor. «Antes me como a Superman por la capa que recibir a compradores en mi estudio», arguyó rotundo. A pesar de esa impertinencia, o quizá también por eso, Nicholson hizo comprar «La noche» de Leslie Sardiñas.

Hace un par de años, Eusebio Leal escribió de Leslie Sardiñas que era «un artista joven cuya edad exacta no había podido precisar», pero al mismo tiempo confesaba haberle oído decir alguna vez que «una parte de mí se niega a crecer, por lo que en mi obra se refleja una cierta ingenuidad que a su vez me permite utilizar toda la fantasía que desee, de modo que en mis cuadros no tengo que buscar niños que dejen sus trazos por doquier: el infante, en cierta forma, soy yo». Al escribir sobre esas mismas «Memorias errantes» y hacer hincapié en la mirada del artista todavía joven que se niega a crecer, a salir de ese estado de ánimo personal del que se sirve y en el que se enmascara para dibujar e interpretar la historia espiritual del hombre, el crítico Alexander Heredia señala que «la nostalgia que expresan sus figuras, trazadas con finísima y ensortijada línea, conmueve en la lírica fragilidad del gesto, que suele ser de una ironía casi solemne». Sucede que todos esos pequeños teatros, los lienzos y dibujos de Leslie Sardiñas, son sobre todo una metáfora de la vida misma a través de la mirada infantil de un artista que en apariencia se niega a crecer, seguramente con la misma estratagema y las mismas razones que Oskar Maszeraht en «El tambor de hojalata», la novela de Gunter Grass que enlaza con el mito infantil de Peter Pan; un camuflaje parecido al que Lewis Carroll utilizó en «Alicia en el país de las maravillas» al disfrazar de cuentos para niños su descomunal heterodoxia literaria, porque en la Inglaterra victoriana se vivía dentro de un ambiente funerario y no sólo se le hizo necesaria la dualidad personal, la de Charles Dogson y la del pseudónimo secreto ya eternamente conocido, sino que había que hacerlo todo a escondidas, decir la verdad en clave, aludir a esa verdad tartamudeando, hablar con los chicos y parecer un poco tonto a los grandes, para que entendieran poco las herejías de Alicia o, en el mejor de los casos, no se interesaran por ellas. Como confirmaría el poeta profético Lezama Lima en su «Paradiso» habanero, «la cosa está en el barroco».

Durante su estancia en La Habana, con motivo de la Cumbre Iberoamericana que tuvo lugar en Cuba a finales de noviembre pasado, los Reyes de España fueron agasajados por las autoridades cubanas y por la comunidad de residentes españoles con algunas obras plásticas que dicen mucho de la vitalidad del arte cubano en estos instantes de crisis perenne. Entre un cuadro de Alfredo Sosabravo, ceramista de gran relevancia y personalidad artísticas en el entorno del Caribe, que hace rato se consagró como uno de los más arriesgados artistas de Cuba, y otro del casi inalcanzable Roberto Fabelo, a quien de niño le gustaba «moldear figuritas con fango y con la cera de los panales», según confesión propia, llegó a Madrid uno de casi dos metros de alto por más de uno de ancho de Leslie Sardiñas, un lienzo titulado «Los padres», de la serie «La infinita caravana»: en el infinito, en esa geografía inconclusa entre la mar y la tierra, como en una isla también infinita, flotan las imágenes naif y surrealistas de los padres, parte de la semilla de la memoria artística, con todos los símbolos reconocidos en la pintura de Leslie Sardiñas, nacido en La Habana en 1971, a quien sus amigos más cercanos llaman ya Leslito I, Conde de La Habana, ante el estupor y la confusión de aquellos adultos cubanos para quienes precisamente Carroll escribió sus verdades en clave, como si fueran cuentos para niños, y Peter Pan no existió más que en la calenturienta imaginación de los invencioneros que tratan de seducir a los niños para que se queden para siempre anclados en los juegos infantiles de sus sueños.

© 2000 Prensa Española S.A. Reservados todos los derechos.

[ TITULARES ] [ CENTRO ]

SECCIONES

NOTICIAS
...Prensa Independiente
...Prensa Internacional
...Prensa Gubernamental

OTROS IDIOMAS
...Inglés
...Alemán
...Francés

INDEPENDIENTES
...Cooperativas Agrícolas
...Movimiento Sindical
...Bibliotecas
...MCL
...Ayuno

DEL LECTOR
...Cartas
...Debate
...Opinión

BUSQUEDAS
...Archivos
...Búsquedas
...Documentos
...Enlaces

CULTURA
...Artes Plásticas
...Fotos de Cuba
...Anillas de Tabaco

CUBANET
...Semanario
...Quiénes Somos
...Informe 1998
...Correo Electrónico


CubaNet News, Inc.
145 Madeira Ave, Suite 207
Coral Gables, FL 33134
(305) 774-1887