Errática policía
Manuel David Orrio, CPI
LA HABANA, agosto - Gozar de credibilidad pasa por honrar compromisos contraídos.
Aún en condiciones bélicas, esa capacidad de respeto a la propia
palabra se juzga de valor inmedible, por cuanto informa de la calidad de los
adversarios y de aquellos límites del contencioso que las partes no han
de traspasar, dados tiempo y espacio del conflicto.
Entre tales "pactos de caballeros" se encuentran los acuerdos
acerca del uso de los ríos. De manera tácita, ejércitos
enemigos apostados en riberas opuestas han compartido las aguas a través
de esos acuerdos, válidos hasta el minuto antes del comienzo de la
ofensiva. La noche de los tiempos registra las anécdotas, y la literatura
también.
Ni siquiera la policía política de Fidel Castro, bastante
aficionada a la violación de las leyes nacionales, ha podido librarse de
la ancestral tradición, aún cuando exprese fidelidad al atavismo,
de manera torcida, digamos tropelosa. Por ejemplo: sus oficiales han pasado
meses dedicados a difundir entre sus opositores su consigna de límites -"bajo
techo todo, en la calle nada"- que en sí misma es un reconocimiento
al espacio ganado por el movimiento cubano por los derechos humanos. Cinco años
atrás la Seguridad isleña podía caer en el extremo de
abortar reuniones, en casa privada, de cinco personas. Hoy es relativamente
normal que más de sesenta opositores a Fidel Castro celebren cónclaves,
siempre y cuando ocurran bajo techo.
Sin embargo, llama la atención cómo la policía política
castrista ha comenzado a quebrantar el límite por ella misma trazado,
cual si hubiera recibido la orden de incrementar las tensiones alrededor de
Cuba, considerando el espacio noticioso que sus actos ocupan en la opinión
pública. La más reciente violación de ese "pacto de
caballeros" se produjo el pasado 29, cuando tres periodistas suecos fueron
arrestados antes de participar en un encuentro con colegas integrantes de la
Cooperativa de Periodistas Independientes (CPI) y de otros grupos tributarios de
información a CubaNet. Un día antes, habían asistido a un
evento similar organizado por colectivos de periodistas independientes asociados
al servicio Nueva Prensa Cubana. De paso, un testigo del arresto aseveró
que no se informó de adónde se condujo a los suecos. De ser
cierto, quede claro que es violatorio de los "pactos de caballeros" y
de la ley procesal vigente.
Peter Götell, Birger Thureson y Helena Söderquist vinieron a La
Habana para participar en dichas reuniones, organizadas a tenor del casi
vociferante "bajo techo todo, en la calle nada", y de los auspicios de
un proyecto del Centro Liberal Internacional Sueco, destinado a la capacitación
de los periodistas independientes cubanos, el cual se está desarrollando
sin mayores inconvenientes a lo largo de año y medio, bajo obvio
conocimiento de la policía política de Castro. ¿Por qué
-ahora- los señores oficiales decidieron demostrar "falta de
credibilidad", para colmo en circunstancias proclives a un incidente diplomático
con gobierno más o menos amigo de su homólogo cubano? Ojo atento;
por primera vez, el pasado año, la Declaración Sueca de Política
Exterior incluyó a Cuba como país donde se violan los derechos
humanos. Todo un dato, a los efectos del análisis, más allá
de que también cabe interrogar por qué se permitió realizar
el primer evento, asociado en términos de nombre a Raúl Rivero, y
se obstaculizó el segundo, organizado por quien escribe, con el propósito
de debatir dos puntos: ética periodística y situación y
perspectivas del periodismo independiente cubano. Y apunto, con alevosía,
el verbo "obstaculizó": de todas maneras hubo encuentro.
"Errática policía", me comentó un dubitativo,
al aire las volutas de humo de un cigarrillo dolarizado. Pero en verdad, ¿tan
errática?
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