Periodismo independiente: rudo oficio
en Cuba socialista
Oswaldo de Céspedes, CPI
LA HABANA, agosto - Ejercer el periodismo independiente en la Cuba
socialista de finales de siglo se convierte, de hecho, en un rudo oficio no sólo
por los atropellos policiacos que conlleva disentir de la versión oficial
de la realidad nacional, sino también porque la pelea es visiblemente
desigual: los reporteros gubernamentales poseen todos los medios necesarios para
su trabajo, mientras nosotros no tenemos ninguno.
El monopolio estatal de los medios de información da ventaja
suficiente a los periodistas pro gobierno en esta batalla de la información,
abriendo un frente casi heroico para los independientes, que bajo el
hostigamiento y amenazas permanentes y otras mil diferentes maneras de represión
policiaca caminan por un sendero caracterizado por el desconocimiento público,
la falta de superación y la dificultad para cubrir sus necesidades más
elementales.
Si a esto añadimos las pugnas intestinas y la parcialidad de
personalidades y algunas organizaciones, incluyendo defensores de la libertad de
prensa en la arena internacional, hacia periodistas específicos que -bien
ganado o no- han hecho nombre por coyunturas históricas, podemos afirmar
que el periodismo libre en la mayor de las Antillas es un oficio doblemente
duro, ya que debe enfrentar no sólo la intolerancia estatal, sino también
a los que no comprenden la necesidad de la diversidad en el reconocimiento y en
el apoyo logístico.
No obstante, la prensa independiente avanza sorteando escollos,
incomprensiones y escasa colaboración. Pero avanza a paso firme, y muy
conocedora de en qué dirección se va hacia una prensa libre.
Los independientes somos hombres y mujeres que han decidido romper con
esquemas dictatoriales y que han sabido imponer la verdad en sus informaciones
de tal manera que han hecho incuestionable su trabajo hasta para sus propios
represores.
El periodista alternativo se mueve por las calles de Cuba a pie, sin
recursos. Como únicos implementos de trabajo llevan un bolígrafo
barato y un puñado de hojas de papel, pero en sus manos estos escasos
medios se convierten en peligrosas armas para los promotores del engaño.
Tildados de mercenarios, anexionistas y apátridas hemos navegado por
ese mar de incomprensiones y acciones represivas. Sin embargo, el periodismo
libre ha sabido desplegar la vela que se hincha con los vientos de la victoria.
Si hay algo nunca se ha podido ocultar es, indudablemente, la verdad.
Periodismo independiente es un rudo oficio en la Cuba socialista, pero
bochornoso y más dura aún debe ser la vida para aquellos que no
reconocen las libertades y el derecho a la libre expresión de los seres
humanos.
El periodismo independiente no tiene nombre ni apellidos. Para los que
piensan lo contrario o que esta actividad de informar la realidad cubana ha decaído
en los últimos tiempos, me satisface informarles que están
equivocados porque esta pobre, pero incansable máquina, no sólo
echó a andar, sino que es indetenible y se agiganta ante las
dificultades.
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