¿En nombre de la patria?
Claudia Márquez Linares, Grupo Decoro
LA HABANA, agosto - "La delegación deportiva cubana no tendrá metas en cuanto al número de medallas a obtener en los venideros juegos olímpicos de Sidney. El objetivo de los deportistas cubanos será poner en alto el honor y el nombre de la patria". Así
se expresó un comentarista deportivo en una trasmisión estelar del noticiero de televisión. Dicho comentarista se refería a una decisión tomada por el INDER, organismo estatal que rige el deporte en Cuba.
Sin lugar a dudas esto resulta interesante. Como es sabido por muchos, el deporte ha sido un elemento de propaganda política del régimen. El hecho de que los atletas conquistaran destacados lugares en las competiciones se ha presentado como un logro del socialismo. Es cierto que
Cuba ha ocupado los primeros lugares junto a naciones altamente desarrolladas en anteriores olimpiadas. Esto tiene su causa en que indudablemente la creación de condiciones favorables para la práctica del deporte ha estado presente durante estos años.
Sin embargo, no es tan cierta la afirmación de que el deporte profesional no existe. Los deportistas que forman parte de las delegaciones nacionales dedican todo su tiempo a los entrenamientos. Reciben y han recibido una remuneración para mantenerse. Lo que sí podría
afirmarse es que son profesionales explotados no por los managers particulares, sino por el propio Estado.
Bajo el argumento de que la revolución les ha dado todo para prepararse, se les prohíbe a los atletas cubanos recibir íntegramente los premios en dinero que se otorgan en los Juegos Mundiales de voleibol, y otros más.
Con la llegada del "período especial" y el agravamiento de las condiciones de vida se incrementó el número de aquéllos que desean marcharse del país. Los deportistas no han estado exentos de estas pretensiones. Es por ello que se ha convertido en un
suceso habitual la deserción de los miembros de las delegaciones cubanas a certámenes del deporte en otros países.
Se escucha hablar a no pocos atletas del grado de vigilancia a que son sometidos en sus viajes al extranjero lo cual, en ocasiones, les resulta muy molesto.
En estos días el tema deportivo ha sido abordado por la prensa oficial. Como es tradicional, la delegación que representará al país en la cita olímpica de Sidney fue abanderada en presencia del presidente de Cuba como un ejército que marchará a
una guerra. Se apeló al patriotismo de los integrantes de dicha delegación, y se les dijo también que el pueblo no esperaba de ellos medallas, sino una conducta ejemplar. ¿Qué entienden por conducta ejemplar? La respuesta no sería difícil, pues lo que
se les pide es que no cedan a la tentación de una vida más próspera, más digna, y que regresen al bastión socialista.
En medio de todo esto, los aficionados cubanos perciben que ha disminuido la calidad deportiva de los nacionales. Si a esto se le agrega que las condiciones de vida de nuestros deportistas aunque son las mejores en la Isla, están lejos de las que podrían tener en otras latitudes;
se comprende cuál es la preocupación de los funcionarios del INDER.
Las nuevas metas demuestran la capacidad de los voceros oficiales de mantener la misma retórica aunque cambien los objetivos. En otros tiempos, cuando el por ciento de medallas y de récords olímpicos con el que regresaban los miembros de la delegación cubana era alto,
se decía que habían elevado el nombre de la patria. Ahora, el objetivo es otro, ya no importan tanto los récords y las medallas. Que no deserten es la gran prueba y con ello pondrán en alto también el nombre de la patria.
Quizás nada de esto estaría mal si no fuera porque continúa confundiéndose a la patria con el régimen político causante de que tantos cubanos, entre ellos también los deportistas, anhelen abandonar la tierra que los vio nacer.
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