Techo de vidrio
Claudia Márquez Linares, Grupo Decoro
LA HABANA, agosto - Criticar los errores y desaciertos que ocurren en los Estados Unidos siempre ha sido una constante labor en los medios oficiales de difusión cubanos. En la actualidad, la pena capital en la sociedad norteamericana ha ocupado un espacio relevante. Se trata de hacer
evidente la supuesta injusticia de cada ejecución.
En el tratamiento del tema hay la acostumbrada alta dosis de manipulación. Se habla de los años que deben estar los condenados en el llamado Corredor de la Muerte; sin embargo, nada se dice sobre cómo ese tiempo ha posibilitado que sean verificadas y reconsideradas muchas
condenas.
En varios Estados de la Unión a aquellos que se les pide la pena de muerte se les realiza pruebas de AND para comprobar con la mayor certeza el vínculo real o no del acusado con el crimen cometido. Desde 1982, según la revista Newsweek, más de setenta reclusos han
sido exonerados gracias a las pruebas de AND, pero de eso no se habla en los medios de prensa cubanos.
Por otra parte, y como contraste con lo que ocurre en Norteamérica, se propone mostrar a toda costa un sistema judicial cubano impecable. No obstante mientras en el mundo entero se extiende el rechazo a la pena de muerte y cada vez más países eliminan esta práctica,
en el Código Penal cubano, modificado en enero de 1999, aumentó el número de delitos que pueden ser castigados con esa sanción.
En Cuba los reos condenados a muerte no tienen ninguna probabilidad de contactos con la prensa nacional o extranjera. La población nada conoce del número de personas ejecutadas cada año. Tampoco se puede comprobar si ha existido un juicio justo.
Al triunfo de la revolución fueron frecuentes los juicios sumarísimos en los cuales airados "tribunales revolucionarios" condenaban a la pena de muerte a aquellos que se oponían al nuevo régimen con los mismos métodos de lucha usados por los barbudos
en la Sierra Maestra. Las sentencias eran ejecutadas de forma inmediata en no pocas ocasiones.
Como todos, el tema de la pena de muerte es un asunto que se aborda en Cuba de manera politizada. Al tratarlo en los medios de difusión del país se lanzan piedras al tejado de Estados Unidos, olvidando con toda intención que en esa materia el gobierno de la Isla tiene techo
de vidrio.
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