La prensa en Cuba: Antes y después
Tania Díaz Castro
LA HABANA, agosto - Imprimir es un arte, pero este arte está
monopolizado en Cuba desde la instauración del régimen castrista,
cuando todas las imprentas privadas pasaron a manos del Estado.
Ni siquiera hojas sueltas manuscritas y distribuidas entre amigos se ha
permitido en Cuba. Un ejemplo de esto fue la Revista Franqueza, órgano
del Partido Pro Derechos Humanos de Cuba, que en 1989 fue objeto de una
despiadada represalia por parte de la Policía Política, sacando de
su hogar a la familia González, sus realizadores y encarcelándolos
por el supuesto delito de "propaganda enemiga".
Puede decirse, sin lugar a dudas, que a finales del siglo XVIII Cuba alcanzó
una gran importancia con su prensa por encima de América Latina,
existiendo más de veinte publicaciones periódicas.
Con los primeros ecos del liberalismo español, se decreta en la Isla
en 1812 la Libertad de Imprenta. En la Metrópoli se hace vigente la
Constitución Liberal. A pesar de esto, y por temor a represalias, muchos
escritores utilizan seudónimos que aún no han podido ser
identificados.
Algo similar ocurre con el surgimiento de la prensa independiente en la Cuba
de Castro, hace algo más de doce años a pesar de leyes draconianas
que pueden condenar a estos periodistas a largos períodos de prisión.
Pero las cosas no fueron así en tiempos anteriores. Cirilo
Villaverde, destacado novelista cubano, señaló en un artículo
publicado en el periódico matancero La Aurora, en 1846, que el año
1830 representaba para Cuba el advenimiento de la memorable era periodística;
una prensa que se nutría esencialmente de renombradas figuras de la
literatura cubana.
Sin embargo, la mano dura del general Tacón, que prohibe los temas
políticos en la prensa criolla e implanta una censura mucho más
severa, no fue motivo para que dejaran de circular publicaciones con una posición
opuesta al gobierno, algo que continuó ocurriendo hasta en los años
más turbulentos de la república, como en el período de
Machado y Batista, donde se editaban publicaciones izquierdistas, cuyos
escritores fueron Nicolás Guillén, Portuondo, Augier, la Srta.
Aguirre y muchos otros.
Ni siquiera en los últimos tres años del gobierno de Batista
(1956, 57 y 58) dejaron de editarse, incluso, periódicos anarquistas y
chinos. También algunos de corta tirada como El Acusador, El Aldabonazo y
Revolución, este último, órgano del Movimiento 26 de Julio,
organización lidereada por Fidel Castro, que además publicó
Sierra Maestra, en Santiago de Cuba; Vanguardia, en Las Villas y El Cubano Libre
en las montañas orientales, por iniciativa de Ernesto Che Guevara.
En 1953 circulan treinta y tres diarios que vendían casi medio millón
de ejemplares, situándose Cuba de esta forma por encima de Venezuela,
Bolivia, Ecuador, Uruguay y Paraguay. Es muy significativo además que
durante los tres últimos años de dictadura batistiana se
distribuyeron de forma clandestina y a pesar de su clausura oficial, la Revista
Mella, órgano de la Juventud Comunista, la que paradójicamente
desaparece en 1965, junto al periódico Hoy, vocero del Partido Comunista.
También se edita Carta Semanal, órgano informativo de los
militantes marxistas del país y numerosas publicaciones de organizaciones
que luchaban abiertamente contra el régimen.
Todo esto pudo ocurrir gracias a la libertad de imprenta que siempre existió
en Cuba.
Pero a partir de 1959 cambia por completo nuestra realidad. Bajo el pretexto
de que los periódicos tradicionales, muchos de los cuales circulaban
desde mediados del siglo pasado, tergiversaban las noticias o atacaban al nuevo
gobierno de Fidel Castro, fueron clausuradas decenas de publicaciones, no sólo
en la capital, sino también en el resto de las provincias. Los nuevos
medios de prensa tenían como interés fundamental reflejar los
avances y logros del campo socialista y la defensa del régimen imperante,
sus ideas y programas políticos.
De todas las publicaciones tradicionales sólo pudo salvarse la
Revista Bohemia. Cuando su director y muchos de sus periodistas se vieron
forzados a abandonar el país, esta publicación fue "nacionalizada",
pasando a ser, de revista libre pensadora, a órgano oficial del gobierno,
quien tuvo a su cargo siempre la selección de su personal periodístico
y directivo, además de ser el censor no sólo de Bohemia, sino de
todo lo que iba a ser publicado a nivel nacional en la prensa, posesión
exclusiva del Estado.
Esta situación ha forzado a muchos periodistas cubanos a tomar
caminos muy difíciles: o han emigrado, o escriben de forma independiente,
a pesar de las amenazantes leyes creadas por orden de Fidel Castro.
Como mismo ocurría a los opositores del régimen colonial español,
quienes esperaban con gran afán la llegada de El Habanero, publicación
editada por los exiliados cubanos en Filadelfia y New York o Patria, fundada por
José Martí, hoy los periodistas independientes buscan las revistas
Hispano Cubana, Encuentro, Cartas de Cuba, Palestra Cívica, Disidente y
muchas más que edita el exilio cubano en España, Estados Unidos y
Puerto Rico, y que como aquellas otras también están prohibidas en
Cuba.
En la actualidad, las estadísticas sobre la prensa escrita sitúan
a la mayor de las Antillas en el lugar menos ventajoso. Apenas tres periódicos
nacionales de pocas páginas y algunos más en provincias. Sin
embargo, en 1951, con sólo cinco millones de habitantes (menos de la
mitad de la población actual) Cuba era uno de los principales países
que más papel consumía en la prensa, además de haber sido
una de las pioneras con publicaciones periódicas.
Como la prensa impuesta por España en el siglo pasado, la de Fidel
Castro ha creado su propia verdad, su propia realidad y por tanto no admite
otras.
Esta información ha sido transmitida por teléfono,
ya que el gobierno de Cuba no permite al ciudadano cubano acceso privado a
Internet. CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores, y autoriza
la reproducción de este material, siempre que se le reconozca como
fuente.
|