El Mundo. Viernes, 18 de agosto de 2000
Iván Pérez: «Me siento cubano y no soy un desertor»
Oriol Guiu. BARCELONA.- Iván Pérez todavía espera un «gesto de humanidad» de la autoridades cubanas para que pueda estar en Sydney con la selección española de waterpolo. Pérez convocó ayer una conferencia de prensa en la que intentó
demostrar que su caso no tiene similitudes con el de Niurka Montalvo e incluso apeló a la vena sentimental al decir: «Soy cubano, me siento cubano y no he desertado de mi país».
El waterpolista, que compareció junto al seleccionador Joan Jané, esgrimió argumentos sólidos para que no se tengan en cuenta los 37 días que le faltan para cumplir los requisitos de la Carta Olímpica. «Mi caso es diferente al de Niurka que ha
acabado salpicándome de rebote. Yo no merezco ese castigo porque mi comportamiento siempre ha sido correcto. En el año 1995 dejé la selección de Cuba con el beneplácito de las autoridades deportivas. Mi vía siempre ha sido legal y nadie me puso ningún
problema».
Pérez espera que se produzca el milagro, pero si no llega, no dejará de ir a su país. «Cada año voy a Cuba sin ningún tipo de problemas y allí me reciben con los brazos abiertos. Soy cubano y sigo sintiéndome cubano. Incluso comparto muchas
ideas, por eso me gustaría dejar muy claro, para que fueran conscientes del daño que me están haciendo, que tuve la oportunidad de desertar y nunca lo hice. Ellos han de comprender que la familia es lo más importante y por las circunstancias de la vida yo me casé
con una española en el mes de mayo de 1995».
El Comité Olímpico Español (COE) intentará que ese milagro se produzca. Ha decidido interponer un recurso ante la Comisión Ejecutiva del Comité Olímpico Internacional (CIO) para solicitar la participación del jugador en Sydney.
El presidente de la Federación Española de Natación, Rafael Blanco fue rotundo: «Iván vino a España hace cinco años con una carta de recomendación de la Federación Cubana de Natación de junio de 1995, que será presentada
con dicho recurso ante el CIO a pesar de que Federación Cubana niegue que dicho documento exista».
También el seleccionador nacional de waterpolo, Joan Jané, manifestó que él sigue teniendo esperanzas de que Iván Pérez pueda estar presente en los Juegos.
Ovación para la gran Alicia Alonso
Buena actuación de Lorna Feijóo y Oscar Torrado
Julia Martin .
EL LAGO DE LOS CISNES (***)
Dirección artística: Alicia Alonso sobre la obra original de Marius Petipa y Lev Ivanov/Piotr Tchaikovsky. Vestuario: Julio Castaño. Escenografía: Néstor González. Escenario: Teatro Albéniz. Fecha: 16 de agosto.
La tradicional temporada del Ballet Nacional de Cuba (BNC) en el Albéniz es el acontecimiento más esperado del verano madrileño y ha sido recibido con el calor habitual de un público que ya la considera como suya. Primero, ovación para Alicia Alonso a su
llegada a la sala; después, aplausos a cada variación solista sin distinción de clases, y ovación a la pareja estelar: Lorna Feijóo y el español Oscar Torrado, de gran atractivo y buena química.
Y es que las vibraciones que provoca el BNC son especiales. Aunque sea ante un Lago sin sorpresas y del que todo está prácticamente dicho y visto; que se mira en primeros planos porque el teatro es pequeño y por tanto imposibilita la perspectiva a la que se ajusta el montaje
de un gran ballet de repertorio como es éste, que se obliga a restringir el cuerpo de baile hasta parecer un pueblo gozoso pero deshabitado y una alta sociedad igualmente en cuadro que asiste a una fiesta en petit comité.
Entre las buenas bailarinas clásicas se suelen dar dos modelos: las que se conducen por la sensibilidad lírica, enfocando su interpretación desde la trasmutación anímica con el personaje -cosa que arriesga la seguridad del ejercicio pero lo hace emocionante- y
la que domina el papel desde la condición de superdotada, capaz de llegar al momento expresivo con un calculado dibujo de la forma, a riesgo de olvidar en ese caso la importancia que tiene en las secuencias, la respiración de las transiciones.
Lorna Feijóo pertenece a este grupo, no porque corte su monólogo sino porque le basta con recitarlo y acentuar las líneas finales de cada fraseo. El virtuosismo de la que ha tomado el relevo como estrella absoluta de Cuba le permite incluso cambiar las normas, creando un
cisne de nuevos ángulos y no siempre acertado en el movimiento de los brazos de Odette, pero que conduce segura hacia la tragedia y luego es reina absoluta en el perfil espectacular y acertado de Odile. Feijóo no sólo sabe mover los hilos del fervor y el entusiasmo alzando sus
passés, o celerando los entrechat hasta límites inhumanos. Tiene también la impronta de las grandes divas, en cuanto a la teatralización de la expresión musical o de la idea dramática.
Oscar Torrado tiene el porte, la imagen y el lirismo contenido que necesitan los papeles nobles y configura un gran Sigfrido, elegante y discreto. Atento a la compañera, elevó con seguridad los portés y afianzó con su expresión la pose de pareja y el hilo de la
historia. Aunque comenzó su primera variación con algo de brusquedad e imprecisiones en los remates, llegó a lo fundamental en este papel: esa serena contención que debe mantener el ejercicio y ofreció un bonito salto, a tempo y elevación justos.
En el cuerpo de baile se vió el riesgo de lo virtuoso y también de la rutina; problemas de ese primer plano que, en contrapartida, nos hizo disfrutar mejor del brillo de los solistas y de dos pequeñas muestras de sabiduría coreográfica: el pas de trois del
primer acto y el vals de las princesas en el tercero; mezcla de ataque y de monería antigua que encierran el arte de la composición de estilo. | 