Relaciones de Trabajo: vigencia y futuro
Víctor Rolando Arroyo, UPECI
PINAR DEL RIO, agosto - A tres lustros de promulgado, el Código del Trabajo cubano es hoy visto por muchos como letra muerta. La realidad cotidiana ha demostrado que los supuestos motivos que le dieron vida -estimular la actividad productiva- no se han hecho realidad, y que es la apatía
la resultante de la manipulación que ha hecho el régimen de lo allí plasmado.
¿Por qué si, en teoría, los trabajadores cubanos tienen un Código Laboral que cubre sus expectativas en términos de deberes y derechos, son tantas y tan variadas las infracciones laborales?
La insatisfacción del trabajador cubano empieza en el mismo horario laboral, supuestamente de ocho horas y que en la práctica casi se duplica al ser convocados a jornadas voluntarias de cuyos resultados se apodera el régimen de La Habana.
Algo que ha acentuado las diferencias entre los trabajadores cubanos es la existencia del sector dolarizado de la economía, el sistema de Contingentes (tropa laboral de choque para llevar a cabo obras consideradas estratégicas por el gobierno comunista) y el llamado sector
empresarial socialista.
Los que laboran en los dos primeros reciben dádivas que los sitúan por sobre el resto de los trabajadores. ¿Qué diferencia hay entre dos obreros de la construcción que construyen comercios para la venta por divisas uno y viviendas para los sectores menos
privilegiados el otro?
El vestuario y calzado de los primeros es similar a la ropa de sport que por lo general aspira a vestir y calzar nuestra población. Por otra parte, es recurrente la inconformidad de los trabajadores azucareros por la pésima calidad de las prendas de labor que se les asigna; incluso
se inician y concluyen zafras sin que éstas lleguen a sus manos.
Qué decir de la alimentación. Personalmente he visto, por ejemplo, cómo se asignan al sector dolarizado y a los Contingentes alimentos tales como pollos, salchichas, sardinas, embutidos, granos y otros que el trabajador común no consume ni en los días festivos,
y no quiero adentrarme en la calidad de su elaboración y en la cantidad que pueden consumir.
Pudiera extenderme y valorar aspectos como el de la recreación y condiciones de vida pero voy a detenerme en las inadecuadas condiciones de protección e higiene del trabajo que ha dado origen a tantos accidentes laborales. Hoy vemos como por arte de magia la aparición de
cascos, protectores, guantes, medias y equipos de labor de probada eficiencia pero que, desafortunadamente sólo están al alcance de una exigua minoría de trabajadores, en particular aquellos que se desempeñan en el sector dolarizado de la economía y en los
Contingentes.
Algunos se preguntan qué sentido tiene que, en un país caracterizado por el totalitarismo más ortodoxo, existan estas diferencias en el sector productivo y de servicios. Me inclino a pensar que los beneficios que el régimen da al sector dolarizado de la economía
y a los integrantes de los Contingentes son la paga adelantada que se convierte en compromiso para disuadir cualquier brote de desacato entre los obreros cubanos, amén de que funge como caldo de cultivo para generar la división entre sus diferentes sectores.
Hoy incluso se habla de atemperar el actual Código Laboral a las nuevas realidades del trabajo en Cuba. ¿Cómo se hará esto? ¿Qué uso harán del concepto de "idoniedad" tan hábilmente manipulado a la hora de aceptar el ingreso o
permanencia de un trabajador? ¿Recogerá y hará cumplir ese nuevo Código el derecho a la estimulación material acorde con las ganancias de la empresa? ¿Protegerá adecuadamente el derecho a la seguridad social o contra los despidos masivos encubiertos en
la concepción del redimensionamiento empresarial y la visión muy particular que el régimen tiene en cuanto a la utilización de la fuerza laboral?
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