MIAMI. Efe. ABC. 16 de agosto de 2000
La semana pasada, dos cadáveres aparecieron flotando frente a las costas de Cayo Hueso, en Florida, en una zona a la que llegan habitualmente las frágiles balsas construidas artesanalmente por los cubanos que intentan huir de la dictadura cubana. Las autoridades norteamericanas
comenzaron entonces sus trabajos para intentar identificar a las dos víctimas, labor difícil por el estado que presentaban los restos humanos. En avanzado estado de descomposición, sufrían dentelladas de tiburón en distintas partes del cuerpo e, incluso, a uno de
ellos le faltaba un brazo.
Ayer, los dos cubanos fueron finalmente identificados. Se trata de los hermanos Juan Carlos y Alexander Rodríguez Bueno, de 23 y 20 años de edad respectivamente. Así lo confirmó Omar Rodríguez, hermano de las víctimas, que vive en Miami junto a su padre.
«Mi padre está destrozado. No quiere hablar ni quiere saber nada más de Cuba», dijo Omar en declaraciones a la Prensa, y añadió que fue su padre el que identificó a sus hijos en el depósito forense de la Policía.
La tragedia se ha cebado en esta familia cubana, dividida y separada por la dictadura castrista. Según Omar Rodríguez, «el dolor es muy grande porque hace 22 años perdí a mi hermano mayor, Carlos, de la misma manera. Ya no me quedan más hermanos en Cuba».
TRAGEDIA ANUNCIADA
Miembros de la familia Rodríguez en la isla confirmaron a Omar que sus dos hermanos habían anunciado que intentarían huir de Cuba por cualquier medio y llegar a Miami para reunirse con su padre y su hermano.
Los restos de Juan Carlos y Alexander fueron avistados por la tripulación de una embarcación que navegaba cerca de Cayo Looe, una zona donde frecuentemente llegan cubanos en frágiles embarcaciones, por lo que se sospechaba que se trataba de «balseros». Tras el
hallazgo, el Servicio de Guardacostas de Estados Unidos comenzó una búsqueda por mar y aire, pero no se encontraron más restos humanos ni rastros de ninguna otra embarcación.
En lo que va de año, más de 600 balseros cubanos han sido interceptados en el Estrecho de Florida por los guardacostas estadounidenses y devueltos a la isla, aunque son muchos más los que han conseguido llegar a la costa y conseguir de esta manera el derecho de asilo.
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