Salvemos la necrópolis de Colón
Rev. Pedro Crespo, Grupo Decoro
LA HABANA, agosto - El trinar de las aves y el susurro del viento al despeinar las copas de los árboles nunca alteran la calma solemne de la Necrópolis "Cristobal Colón".
Ni siquiera el repicar del campanario logra interrumpir el más profundo de los silencios, donde puede escucharse el latido de un corazón que llora por otro ausente, para siempre vivo en el recuerdo.
Cerca del bullicio de dos céntricas avenidas habaneras y al mismo tiempo sobrecogedor, el cementerio de Colón es considerado uno de los mayores del mundo por su extensión de 560 mil metros cuadrados. Inaugurado en 1886, la portada monumental da paso a un verdadero museo de
columnas y capitales del arte griego, hermetismos de castillos medievales, ornamentalismo gótico, naturalidad del neoclásico y estilización del modernismo, que mezclados con muestras eclécticas conforman la anarquía de caprichosos diseños labrados en
exquisitos mármoles junto a sencillos epitafios a veces manuscritos sobre losa o madera.
Esta galería a cielo abierto enfrenta día a día el embate del tiempo y el impacto de la mala atención de los organismos estatales encargados de velar por su conservación.
En este museo del silencio se atesoran riquezas valoradas en millones de dólares, pero nadie puede poner precio al contenido histórico, social, cultural y, sobre todo, humano, que guarda este monumento nacional hoy en ruinas prácticamente y que fue diseñado por el
arquitecto español Calixto de Loira, ganador de un concurso convocado en 1868.
"La pálida muerte entra por igual en las cabañas de los pobres, que en los palacios de los reyes", era la frase identificativa del sobresellado en el cual envió su proyecto de Loira al jurado. Como para demostrar esa verdad, el joven arquitecto de 32 años,
que laboraba al frente de las obras, fue el primero en ser sepultado en la necrópolis que construía.
El sucesor le siguió los pasos, y poco tiempo después se convirtió en el segundo inquilino de la Galería de Tobías, edificación inicial de dicho cementerio.
A fines del siglo XIX y en la primera mitad del XX, a ambos lados de las avenidas centrales, proliferan peatones y mausoleos casi faranoicos. La capilla central es una de las pocas con diseño circular octogonal existente en el planeta.
Patriotas, científicos, intelectuales, deportistas, dignatarios eclesiásticos, militares y otras relevantes personalidades cubanas y extranjeras yacen en la Necrópolis de Colón, territorio de leyendas, tesoro de las artes, rincón de tributos, museo de
silencios.
No permitamos que el silencio cómplice y la irresponsabilidad destruyan el sitial más venerado de nuestro patrimonio nacional donde aún subsisten obras que son la expresión viva del arte funerario, como una tradición respetuosa de nuestra idiosincrasia cubana.
Aquí no faltan las flores para recordar a los seres queridos presentes en su pueblo, aún después del postrer adiós.
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