Los Merolicos
Claudia Márquez Linares, Grupo Decoro
LA HABANA, agosto - Una de las primeras novelas latinoamericanas transmitidas por la televisión cubana (TVC) fue "Gotita de Gente". Con ella llegó una nueva palabra que se incorporó al lenguaje cotidiano: Merolico. Que es el término con que hoy se nombra en
Cuba a los vendedores ambulantes, y así se llamaba también a uno de los personajes de esa teleserie que se dedicaba a iguales faenas.
En las últimas semanas, el tema de los merolicos ha ocupado espacios en la prensa gubernamental. Se trata de que ha aumentado considerablemente el número de personas dedicadas a comercializar productos industriales a precios inferiores a los del mercado oficial.
Múltiples son las formas a través de las cuales los merolicos acceden a los productos que después venden en el mercado marginal. El hurto es una de ellas. No se trata sin embargo de gentes que se introducen furtivamente en almacenes estatales para sustraer tales mercancías,
sino de una organizada red que implica a muchas personas. Otra manera resulta ser el acaparamiento. Cuando son vendidos en las shoppings (tiendas recaudadoras de dólares) artículos a precios relativamente bajos, entonces esos comerciantes los compran en grandes cantidades para luego
revenderlos a precios mayores.
Como dato interesante está el hecho de que la venta de mercancías por parte de los merolicos no se lleva a cabo de manera oculta. En las aceras de arterias comerciales de La Habana es un espectáculo común la variada gama de productos disponibles. A pesar de que son
también frecuentes los operativos de la policía para eliminar el fenómeno, la situación persiste e incluso se puede afirmar que va en crecimiento.
Son falsas las afirmaciones de la prensa oficial que plantean la existencia de un rechazo popular hacia las actividades de los merolicos. La persistencia del mercado marginal está dada, en primer lugar, porque son los propios ciudadanos quienes satisfacen sus necesidades de consumo
adquiriendo los productos que venden los merolicos.
Es sabido (al menos por los residentes en la isla) que sólo en las shoppings es que existen a la venta una variedad de artículos de amplia demanda para una población que cobra sus salarios en pesos, una moneda cada vez más inservible.
Por sólo citar un ejemplo señalemos que en Cuba, país en el que casi todo el año el termómetro registra temperaturas altas, se hace imprescindible asearse más que en regiones de otras latitudes pero, sin embargo, el necesario jabón solamente es
asignado en contados meses del año en la llamada libreta de abastecimiento, que no abastece sino que raciona. Unicamente en las tiendas que venden sus mercancías en dólares estadounidenses es posible encontrar jabón. Pero... gran parte de los cubanos no tienen acceso al dólar
y es aquí, precisamente, donde empiezan a jugar su papel vital y a recibir sus ganancias los merolicos.
Al ciudadano común no le interesa para nada de dónde salió el artículo que necesita. Como en cualquier parte del mundo el cubano aspira a satisfacer sus necesidades básicas, y de ser posible al menor gasto.
Por su parte, el Estado es incapaz de dar respuesta a estas demandas y aunque los merolicos están lejos de ser la solución, al menos contribuyen a que los habitantes de esta isla cuenten con una vía accesible que les permita obtener algunos productos necesarios.
Esta información ha sido transmitida por teléfono, ya que el gobierno de Cuba no permite al ciudadano cubano acceso privado a Internet.
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