Oficio de humanos, desentrañar misterios
Manuel David Orrio, CPI
LA HABANA, agosto - De tomar en consideración a ciertos hábitos nacionales, cualquiera diría que el vicepresidente del Consejo de Estado y secretario del Comité Ejecutivo del Consejo de Ministros de Cuba, Dr. Carlos Lage Dávila, cayó en desgracia. A seis
días de haber transmitido la televisión cubana una entrevista concedida por él, en la cual se extendió acerca de los resultados económicos isleños del primer semestre de este año, ni una de sus palabras ha sido reproducida por la prensa plana
asequible al cubano de a pie. Silencio total en Granma, Trabajadores, Juventud Rebelde, para citar algunos ejemplos. "¡Candela pa'l sindicato!", afirmó el vendedor de periódicos Rudesindo, mientras compraba una botellita de "hueso'e tigre", a la altura de la
calle Zanja, y recordaba que si Granma no publica, no vale.
El sospechoso dato fue registrado por la calle habanera, pese al pobre interés popular que parece haber generado una entrevista ¡sobre economía!, transmitida a las diez de la noche, posposición previa del programa televisivo esperado a esa hora del 3 de agosto. De moda,
lo de las traiciones a la agenda de la televisión, quejas incluidas y sí discretamente publicadas por Granma, como para insinuar que el vulgo está, si no enfurecido, por lo menos confundido. Ni el babalawo sabe la hora de la telenovela, entre tantas mesas redondas, tribunas
abiertas y otras hierbas de interés caprino, nada menos que en el mes de agosto.
Una encuesta informal realizada por este periodista, en la cual participaron cuarenta personas residentes en el convulso municipio de Centro Habana, reveló que 52% de los sondeados no prestó atención al Dr. Lage; 20% dijo conocer que éste declaró un crecimiento
del producto interno bruto (PIB) de 7,7% durante el primer semestre de este año y en comparación con igual período del anterior, y nada más 15% afirmó creer en ese resultado. Desde luego, tales cifras no deben considerarse representativas de la opinión
mayoritaria, aunque eso de salir a la calle y hacer un par de preguntas siempre reserva algunas sorpresas.
Liborio, escaldado hasta el tuétano, sólo cree en lo que ve y a veces ni siquiera en eso. Si se parte de las cifras oficiales entregadas a la Comisión Económica para América Latina, según las cuales el PIB de 1995 -a precios constantes de 1981- ascendió
a 14,783 millones de pesos (MMP), y se le aplican los incrementos porcentuales de crecimiento de ese indicador declarados por el gobierno de Fidel Castro a lo largo del período, Cuba podría concluir el 2000 con un PIB equivalente al 90% del de 1989, y un PIB per cápita de un 85%
respecto de ese año, algo así como decretar jolgorio y borrachera, porque el llamado período especial está a punto de largarse para "ese mismo lugar". Por supuesto, Liborio "no está informado". Pero su instinto callejero le dice: "algo
oscuro y huele a queso". Semejante nivel de recuperación económica debe traducirse en una oferta palpable, así como en un precio del dólar entre cinco y ocho pesos, no entre veinte y veintidós como está ahora. Parece difícil que ascenso del PIB
vaya de la mano con inflación más o menos in crescendo. Mas, ¡esto es Cuba, Chaguito!
Economistas cercanos al gobierno de Fidel Castro estimaron el monto actual de las remesas familiares procedentes del exterior en unos 900 millones de dólares, y reconocieron el rol notable que ellas están jugando en la economía de Cuba, tanto por su valor para los
beneficiarios como por su efecto multiplicador. Otras fuentes, más audaces, calculan dicho monto en sus buenos 1,200 millones. Pero en la entrevista de marras Carlos Lage ni siquiera las mencionó, cual si intentárase tapar el sol con un dedo, y razón para interrogarse qué
gana el gobierno de Fidel Castro con seguir negando el terco hecho, a menos que estuviere buscando, conscientemente, algo así como la incredulidad. Según Lage, el crecimiento del PIB durante el finalizado primer semestre se debió en lo principal a un ascenso de las producciones
azucareras en 18%. Claro, todo valuado a precios de 1981, año referativo de una realidad económica ya extinguida, y motivo para seguir interrogándose por qué se acude a referencia tan lejana e irreal, y no a una más cercana y realista como, por ejemplo, 1995. Si
bien es cierto que tomar por base a 1981 puede ser cómodo, también lo es que ese "termómetro" introduce distorsiones en lo aportado al PIB por las ramas de la economía, punto que, sospechosamente, conduce al tema de las remesas. A precios e 1981, el valor de los
sectores asociados a la comercialización en las tiendas dolarizadas aparece como disminuido, en tanto que industrias como la azucarera se presentan sobredimensionadas. Paradójico, pero digno de pensar: parece como si el gobierno de Fidel Castro estuviese promoviendo incredulidad hacia
sus logros en materia económica, al no fundamentar sus crecimientos sobre lo que sin lugar a dudas justifica ascenso: remesas, turismo, extracción y procesamiento de petróleo y efectos multiplicadores de los mismos. ¿Qué oculta y por qué?
Una de las hipótesis posibles atañe directamente al bolsillo de Liborio. Lage reconoció que las inversiones efectuadas hasta la fecha lo han sido con una elevada proporción de capital de Estado y que el aporte extranjero es apenas complementario. Si al mismo tiempo
calificó al déficit en cuenta corriente como el principal problema económico del país y reiteró las grandes dificultades crediticias ya conocidas, dado el estado de la deuda externa, ¿de dónde los recursos para hacer crecer las inversiones de unos 1,500
millones en 1995 unos 4,000 en la actualidad, según afirmó? Pues de los impuestos al consumo, en dólares y en moneda nacional, y de bajos salarios que no se relacionan con el aporte laboral, aún cuando se vinculen a los resultados productivos finales, además de la
posibilidad de que se esté manipulando a la inflación con el fin de allegar dineros para la acumulación, en ejercicio de una de las regularidades de los Estados totalitarios.
Pocos recuerdan, quizás, cómo se estableció el cambio oficial de dólar por pesos. De inicio, un conjunto de medidas, al mejor estilo de una terapia de choque, propició la baja del dólar de unos 150 a unos 35-25 pesos, de manera que pareció un
movimiento circulatorio espontáneo, en el cual se apreció una estable tendencia a la baja, hasta un momento en que se produjo una brusca caída del dólar, por nadie esperada, sucedida por la instauración de las casas de cambio y el suspiro de alivio de los
poseedores de divisas, en una puesta en escena aplaudida como brillante ejercicio de gobernabilidad, hoy quizás devenido en medio excelente de mantener el precio del dólar a niveles gubernamentales convenientes, aún cuando no lo sean para el ciudadano, por supuesto interesado en
una divisa más barata. Algunos economistas afirman que si en tales condiciones el tipo de cambio se libera, el precio del dólar ascendería y Liborio se perjudicaría. ¿Por qué, si la liquidez monetaria en pesos se mantiene ligeramente creciente y la expresada
en dólares parece ascender muy sostenidamente? Si no obstante los devaneos se ha mantenido bajo control al peso, y las remesas siguen creciendo, en supuesto escenario de crecimiento económico, ¿por qué no baja el precio del dólar?
Si en una situación de virtual orfandad de créditos para el desarrollo, pobre inversión extrajera, bajos precios de exportación y altos de importación y turismo no tan boyante como se quiere hacer ver, se lleva adelante una política inversionista de
vocación tan estatizante, los recursos para ello sólo pueden obtenerse a costa de la reducción del consumo, sólo que por vías más sutiles que las propias de una "opción cero". Obvio es: si se hace disminuir a la inversión estatal
compensando la disminución con mayor inversión privada, tanto nacional como extranjera, habría más recursos para un bienestar ciudadano inmediato, sin contar del reflejo internacional favorable a esas medidas. ¿No estarán ocultando las estadísticas
cubanas y las declaraciones de Lage el que materializar esas posibilidades se hace más cercano, dada la masa de dinero real, contante y sonante, que ya está circulando dentro de Cuba?
Punto destacable en las percepciones económicas sobre la Isla es el de una relativa ausencia de enfoques monetarios, en economía que ya sustituyó la arcaica planificación material por la financiera y donde, por ello, interesa más el poder adquisitivo que la
reserva estatal de condones. Si hay dinero real, contante y sonante, lo demás se supone. Por ello, las manipulaciones estadísticas gubernamentales pudieran estar ocultando, incluso, crecimientos mayores de los declarados, por motivos nada económicos y sí bien políticos
como el de no desear en verdad distensión con Estados Unidos. Imagínese nada más un escenario de liberación de los envíos de remesas desde Estados Unidos. ¿Cómo justificar, entonces, que el precio del dólar no sólo no baje, sino que tienda
a incrementarse? ¿Cómo se explica una política inversionista realmente agresiva, cuando al mismo tiempo se llora por falta de recursos, supuestamente?
Oficio de humanos es desentrañar misterios. La entrevista concedida por Carlos Lage parece uno de ellos. Entretanto, Rudesindo me ofrece un trago de su brebaje infernal y me dice: "¡Asere, candela pa'l sindicato!"
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