Amenazan con la cárcel a conocido opositor del régimen de Fidel Castro
LA HABANA, 10 de agosto (María de los Angeles González Amaro, UPECI) - La policía le comunicó al activista independiente Hugo Ernesto Díaz que próximamente le aplicará la llamada "ley de la peligrosidad social". El aviso se produjo en
el domicilio del disidente, que está ubicado en la calle 26A #6537, Reparto Las Brisas, del municipio habanero Cotorro.
Según declaró Díaz, el jefe de la policía en el sector donde él reside -que se hace nombrar Wilson Ballagas Fernández- cuya placa policiaca tiene el número 2733 CH, lo citó recientemente para presentarlo ante el Sistema Unico de Exploración
y Vigilancia (SUEV), una organización paramilitar al estilo de las Brigadas de Respuesta Rápida).
Al respecto, Díaz reveló: "Durante la entrevista utilizaron grabadoras y me abrieron un expediente judicial como potencial delictivo". Sin embargo, las actividades que Díaz lleva a cabo son acordes con los postulados de la Declaración Universal de los
Derechos Humanos.
"Me impusieron la medida cautelar de tener que firmar todos los viernes un libro en la estación de policía de la zona donde resido. De no acudir pueden arrestarme de inmediato", agregó Díaz. Tampoco sería de extrañar que cuando concurra a
firmar lo dejen detenido y posteriormente le celebren el juicio por peligrosidad.
Y el pacífico opositor concluyó denunciando: "Me negué a firmar tres actas de advertencia (estas actas son la prueba que el jefe se sector presenta al tribunal como prueba de la peligrosidad del acusado), me tomaron las huellas digitales. Después recibí
una citación para el jueves que viene. El trato que me están dando es el que usualmente se le da a un recluso en libertad condicional". Sin embargo, Hugo Ernesto Díaz no tiene antecedentes penales.
En 1998, durante el frustrado juicio contra el periodista independiente Mario Julio Viera González (actualmente exiliado en Arizona) en el Tribunal Provincial de La Habana, Hugo Ernesto Díaz fue salvajemente golpeado por efectivos de la policía política, y conducido
arrastrado por el suelo a la vez que lo seguían golpeando varias cuadras hasta la unidad policial más cercana a la sede del tribunal. El mundo pudo ver la escena televisada de cuando un militar sale detrás de una columna y le propina a Díaz una patada de karate en pleno
pecho y el impacto lo derriba al suelo. A sus agresores, peligrosos en verdad, nunca se les levantó siquiera un acta de advertencia para que nunca más agredieran a un pacífico ciudadano.
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