Una información inconsistente
Lic. Oscar Espinosa Chepe, Economista Independiente
LA HABANA, agosto - Sobre el comportamiento de la economía cubana durante el primer semestre del 2000 informó recientemente el señor Carlos Lage, secretario ejecutivo del Consejo de Ministros, en un programa de televisión.
Los datos aportados, todavía sin aparecer en la prensa escrita, revelan que en este período el producto interno bruto (PIB) creció en un 7,7 por ciento, algo sorprendente si se tiene en cuenta que el plan para el año establece un aumento del 4,0 - 4,5 por ciento.
Este impresionante incremento de la economía en modo alguno se refleja en las condiciones de vida de la población, mantenidas a un nivel muy precario y sin ninguna tendencia a mejorar. En adición, las cifras sobre lo realizado en determinadas ramas en este lapso, contradicen
el crecimiento del PIB expresado.
El turismo, la llamada locomotora de la economía cubana, sólo se expandió en un 6,0 por ciento, habiéndose reconocido que en los primeros cuatro meses, o sea en la temporada alta de esta actividad, las utilidades logradas fueron inferiores a las obtenidas en igual
etapa de 1999. Debe resaltarse que en el plan del turismo, las metas establecidas son alcanzar un 20,0 por ciento de incremento en las llegadas de los visitantes y un 15,0 por ciento en los ingresos brutos recaudados. De ello se desprende un sensible incumplimiento.
Respecto al azúcar, aunque con dificultades, se cumplió el plan de producir 4,0 millones de toneladas, o sea no existió sobrecumplimiento. Pero de acuerdo con lo expresado por el Sr. Lage, hubo un engrosamiento de la rama en alrededor del 18,0 por ciento frente al 7,0 por
ciento programado, alegándose un notable avance en derivados de la industria azucarera, cuestión difícil de aceptar tomando en cuenta el relativo poco peso actual de esas producciones, a la vez muy dependiente del monto de la zafra, señaladamente reducido en la recién
concluida.
En cuanto al crecimiento de la extracción de petróleo, ello estaba previsto en el plan, por lo que difícilmente pudo contribuir a la anunciada expansión del PIB.
Los indicadores macroeconómicos son el resultado del comportamiento de las diferentes ramas de la economía, y como se aprecia en la limitada información brindada, no hay absolutamente nada que explique el sorprendente aumento del PIB, cuando incluso existen fundadas dudas de
que el propio plan se hubiera cumplido en el primer semestre.
A todo lo anterior debe agregarse el notable aumento de los precios del petróleo y la inestabilidad de las cotizaciones del azúcar en la etapa analizada, panorama agravado por el deficiente desarrollo del turismo. Estos factores tienen que haber acrecentado las tensiones en las ya
convulsionadas finanzas externas y subsiguientemente en la economía en su conjunto.
Quizás la intervención del Sr. Lage estuvo destinada a crear cierto grado de confianza en la ciudadanía, muy preocupada en las últimas semanas por el cierre total o parcial de centros de trabajo y otras drásticas medidas dirigidas al ahorro de portadores energéticos.
Algunos observadores estiman todo ello como el preámbulo del reforzamiento de una crisis que dura más de diez años.
Con informaciones inconsistentes, nada relacionadas con las vivencias de la población ni la realidad económica, no se hallan soluciones. Al contrario, podrían complicar aún más el escenario actual. Por otra parte, tampoco es el momento de esperar la aparición
milagrosa de benefactores extranjeros.
La nación requiere con urgencia cambios de apertura, la liberación de la iniciativa y la creatividad de los cubanos, sometidos durante tanto tiempo al más absoluto bloqueo de sus fuerzas vitales. Esa es la verdadera vía para hacer frente a los agudos problemas, que
todo hace indicar se avecinan.
Esta información ha sido transmitida por teléfono, ya que el gobierno de Cuba no permite al ciudadano cubano acceso privado a Internet.
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