La Historia no lo absolverá
José Antonio Fornaris, Cuba-Verdad
LA HABANA, agosto - Volvió a ser 26 de julio. De acuerdo al calendario gregoriano, el que nos rige, eso ocurre cada 365 días, aunque a veces es a los 366. Y eso es así desde que en 1582 los países católicos adoptaron el actual calendario.
Por lo tanto, ése es un día más en el movimiento de traslación de la Tierra. Pero en Cuba, la fecha tiene sus propios ribetes. Ese día, hace 47 años, como bien se conoce, un numeroso grupo de hombres, organizados por Fidel Castro, asaltaron los cuarteles
Moncada y Carlos Manuel de Céspedes.
Los confabulados, vistiendo uniformes del propio ejército de la República y aprovechando las sombras de la noche, quisieron tomar ambas fortalezas militares, para luego, tras la difusión de "El último aldabonazo", discurso del líder ortodoxo Eduardo
Chibás, llamar al pueblo al derrocamiento del General Fulgencio Batista, que el año anterior había dado un golpe de Estado, y más tarde reimplantar la Constitución del 40 en todo su espíritu y su letra.
Fracasó el intento. Todos lo sabemos. La oscuridad no ayudó todo lo que se esperaba. Hubo muertos de ambas partes -tal vez esa noche murió el soldado galante que había ayudado, sin saberlo, a Haydée Santamaría a cargar una maleta llena de armas de las
que fueron utilizadas en el asalto.
Veinte y un meses después los complotados fueron amnistiados. Se reorganizaron en México, regresaron en un yate, desarrollaron la guerra de guerrillas. Batista, sin haber sido derrotado militarmente, huyó. Fidel Castro y sus seguidores tomaron el poder. El acicate cívico
y civilista que supuestamente movió a los asaltantes de los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes y a los guerrilleros de las montañas, fue una víctima más de esa guerra irregular.
Llegó el comunismo. La Constitución del 40 fue deshojada y se la llevó el viento rojo; las promesas de elecciones libres fueron sepultadas bajo un alud de frases y algunos hechos populistas. Los ciudadanos comenzaron a huir en todas direcciones -la huida parece no tener fin-
y la deuda social se convirtió en algo tan extremadamente crónico que parece que ya jamás tendrá cura.
Y desde entonces la oscuridad, ésa que siempre han buscado como aliada -tal vez sea una casualidad- los que preparan hechos dudosos, se apoderó de Cuba.
El 26 de julio de 1953, indudablemente, por los múltiples acontecimientos posteriores que indirectamente generó y genera nunca podrá ser extraído totalmente del acontecer de este país.
Dentro de ese contexto habrá que dejar dilucidado algo -preferencias políticas aparte- que aún está sin una explicación verdaderamente coherente dentro del ámbito de la lógica: la llegada posterior del jefe de los acontecimientos de ese 26 de
julio al poder. Esto, sin dejar de estar seguro -soy totalmente cubano- que a los hombres de esa efemérides que aún imponen su mandato por encima de cualquier bien nacional, la Historia no los absolverá.
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