CUBANET ...INDEPENDIENTE

8 de agosto, 2000



Prostitutas se hacen fuertes en las calles de La Habana

Jesús Zúñiga

LA HABANA, agosto - Recién terminado un recorrido por diferentes zonas de la capital, la Comisión Nacional de Prevención y Atención Social de la Asamblea Nacional del Poder Popular planteó la urgencia de hacer cumplir un grupo de medidas adoptadas por esa entidad legislativa contra las personas vinculadas al ejercicio de la prostitución, el proxenetismo, así como contra los que utilizan sus domicilios con fines de lucro y los padres de niños que deambulan la ciudad asediando turistas extranjeros.

Genuino fruto del proceso social, político y económico existente en Cuba desde hace cuatro décadas, la "jinetera" (nombre popular de las prostitutas cubanas de estos tiempos), renuente a desaparecer, se ha batido en retirada abandonando sus trincheras hoteleras y haciéndose fuerte en las calles del país, un inmenso escenario de combate que las autoridades no pueden abarcar.

Karina, bella, sana, culta y simpática joven de 16 años, llena de erotismo y caricias el grasoso vientre y la reluciente calva de un español que pudiera ser su abuelo, en pleno Paseo del Prado. Una noche de trabajo la traduce la linda cubanita en ropa para ella y en comida y equipos electrodomésticos para su hogar, donde vive con sus padres que repudian su actuar pero a regañadientes lo aceptan o toleran por pura conveniencia no exenta de necesidad.

La moral en tal caso salta del insoportable y caluroso camello o la vieja bicicleta china al turistaxi Mercedes Benz que en uno de sus viajes se detendrá en la Consultoría Jurídica Internacional, en el reparto Miramar, donde Karina se casará con todas las de la ley, dos mil dólares por delante reclamados por el Estado cubano, como derecho a su salida del país.

La hermosura de Bayamo después de conocer Cayo Largo, Varadero y Tropicana, viajará en un avión al lado de su esposo rumbo a Madrid, donde fijará su residencia.

Formadas en la doctrina socialista y acostumbradas a repetir desde la infancia "seremos como el Che", las ninfas como Karina son niñas que no conocieron el capitalismo ni tenían idea de qué eran las divisiones de clases hasta que descubrieron los placeres de acompañar un empresario español por los lugares que en La Habana son desconocidos por los habaneros.

Las dificultades que conducen a muchas mujeres al trabajo sexual son reales, pero la imagen de las adolescentes en las calles vendiéndose a sí mismas por pacotilla (cualquier producto u objeto de escaso valor) no explica toda la gama de motivaciones de estas niñas involucradas en el negocio. El deseo de disfrutar de alguna diversión y de cierto consumismo es un factor importante y explosivo.

Cuando Fidel Castro introdujo el turismo en los 80 creó un mundo de placer que estaba más allá del alcance de la mayoría de los ciudadanos. El área dólar, como se le llama, le recuerda a muchos cubanos la segregación racial y de clases que los mantenía fuera de algunos clubes y playas antes de 1959.

"¿Qué haría con un novio cubano los sábados por la noche?", me preguntó Karina, y agregó: "Esperar dos horas un camello, no poder entrar en ninguna discoteca pues todas se pagan en dólares, caminar y después irme a casa, un lugar sin privacidad. Este tipo podrá ser viejo y es a veces vulgar, pero por lo menos cuando estoy con él me siento en un lugar agradable, con aire acondicionado, escucho buena música y me tomo un refresco de verdad. Los beneficios que obtengo me ayudan a olvidar el mal aliento y la enorme barriga que tiene mi extranjero".

El turismo continúa generando un enorme resentimiento entre la gente trabajadora, que ve al gobierno que le sermonea acerca de la ética, los principios socialistas y el sacrificio, ofrecer placer, ocio, diversión y todos los recursos del país a los capitalistas de visita y a la nomenclatura del Partido Comunista de Cuba (PCC).

A pesar de un recrudecimiento de las leyes continúan resurgiendo las jineteras y no exactamente como el Ave Fénix, sino como consecuencia de las necesidades carenciales más perentorias, las ausencias que el Estado mandante no puede satisfacer.

"Esa cultura de resistencia que el gobierno pretende extirpar en nosotros, la generación más joven, es nacional", dice Arturo, un joven gay estudiante universitario. "Me niego a ver pasar mi juventud como un tren de carga, aburrido y reiterante en una vía de futuro que no tiene estación terminal" -agrega Arturo.

Las jineteras, los proxenetas, el homosexualismo, la drogadicción, la violencia sexual, los niños en las calles, son el símbolo de la frustración y la crisis de una nueva generación de cubanos sin ningún sueño de futuro más allá de la siguiente compra o entrega.

Más que aplicar nuevas medidas jurídicas se deben sanear las bases del Estado que ahora se erige en juez, donde las condicionantes están en la doble moral, la apatía y la corrupción presente en todos los estratos gubernamentales.



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