CUBANET ...INDEPENDIENTE

7 de agosto, 2000



Obsesión (Monólogo)

Miguel A. Ponce de León, Grupo Decoro

LA HABANA, 4 - La casa me ha ido expulsando lentamente. Si pudiera hasta cocinaría en la sala. Sí, ya sé, "La casa tomada" de Cortázar. Leí el cuento hace más de veinte años. No lo comprendí. He vendido todo lo que tenía algún valor para comer, pero sobre todo para comprar tiempo, tiempo para leer, para escuchar música, para evadirme de la realidad. Hay cobardía en esto, pero ¿cómo luchar contra ella? Escucho a Corelli mientras cocino. Después seguiré leyendo Nuestra Virgen de los Mártires de Terenci Moix. En la madrugada pasearé por mi Habana Vieja y escucharé la noche en alguna de sus plazas. Penetrará por mis poros. ¿El día? No, el día no. En el edificio rugen las grabadoras, lavadoras, las Lilys y los demás miembros del zoo humano que habitan en el. Me siento agradecido -y lo he sido- por ellos.

Me siento acorralado. En las calles adoquinadas el sol te fríe literalmente el cerebro y quema las plantas de los pies a través de la suela de los zapatos. Fuera bulle la ciudad en su actividad. La ciudad vieja es invadida por los turistas y tras ellos van los mendigos en pos de monedas, las muchachas vestidas con trajes del siglo XIX para fotografiarse y cobrar algún dolarito, los vendedores de tabaco falso, las jineteras y pingueros, un viejo con una flauta aún más añeja, tres ancianos que cantan siempre Quizás, Quizás, Felo el mongólico y tantos más.

No, el día no. Me angustia, sobre todo en verano. Es verdad que me encierro en círculos cada vez más estrechos. Los revolucionarios del edificio hicieron una buena representación teatral para excretarme. Pero quedé enquistado. Como un tumor. La madre de Vito Corleone II (como cierre del espectáculo) me ofreció su apartamento en Alamar como permuta por el mío. ¡Generosidad revolucionaria! Ya lo sospechaba yo. Quieren los mejores lugares. ¿Qué medios usarán en el futuro para obtener lo que quieren o necesitan? Es verdad que desde que escribí las cartas a Eusebio Leal y al Ministro de Cultura pidiendo protección hay un repliegue en el frente enemigo, pero ¿hasta cuándo? Esta vez el zarpazo que dieran sería el último para ambos.

Pero, ¿de qué huyo? ¿Desde cuándo? Ni recuerdo. Esconde tu homosexualidad, Ponce, podrías ir preso y no tendrías acceso a estudiar en la Universidad ni disponer de buenos trabajos. ¡Al carajo todo! La ley de la vagancia, Ponce, y la de peligrosidad. Pero si yo pinto, hago artesanía, leo, escucho música. Mariconazo, vas preso igual. El CDR no debes olvidarlo, Ponce. Debes ir a las reuniones, hacerte invisible, no hablar, aprobarlo todo. De todas formas harán lo que tienen orientado. La chivatería del vecino del lado derecho, el del izquierdo, el de arriba. ¡A la mierda con ellos! ¿Quién ha fallado?

Claramente yo. Ellos no. Hay algo que te cuesta confesar, algo que hace que te repliegues cada vez más. Sí, ese algo es que no creo en nada. O en casi nada. Creo en la belleza y aún en el amor. No creo en religión alguna y tampoco en sociedades perfectas. Claro que ésta es de las más imperfectas del globo. ¿Pero crees en el hombre? Caigo en tópicos, pero sí creo en él cada vez menos. No podría todavía decir como Madame de Sevigné que mientras más conozco a los hombres más quiero a mis chuchos. Terminaré mis días queriendo a un número de hombres menor que el de los dedos de una mano. Es suficiente. Aún seguiré amando. No odiando como se me trató de inculcar.

En el cuento de Cortázar, los habitantes de la casa son expulsados a la calle finalmente. En éste la calle sería peor. No hay opciones de este lado. Podría irme de Cuba. ¿Para qué? Si tuviera veinte años lo haría, ahora no. Estoy profundamente enraizado en la Habana Vieja. Esta es mi patria. No el archipiélago cubano. Por supuesto, no hay Buró Político ni Comité Central en esta patria mía. Sí palacios en ruinas y otros restaurados sumidos en la benévola noche. Obviamente tendré que recuperar aquellos rincones de mi casa de los que fui expulsado. Aislarla de las otras habitadas por "revolucionarios".

Finalmente el tiempo todo lo transmutará. Este presente será diferente en otro presente futuro. Allí tendremos ya los post-ismos e incluso nostalgias. ¿Seré de los nostálgicos? Seguramente no, pero por momentos formaré parte de ellos. Hay momentos importantes y bellos de mi vida que formarán parte de ese pasado. Necesitaré fuerzas nuevas para volver a vivir plenamente. Necesitaré fuerza para recuperar mi casa y no ser expulsado de ella. La necesitaré en ese instante, cada vez más próximo, para orientarme. Serán múltiples los caminos. Disfrutaré a Corelli ya sin el miedo que me produce la impunidad de los "revolucionarios". Pero en ese momento futuro, aunque haya recuperado todos los rincones de mi casa, ¿seguiré cocinando con keroseno?



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