CUBANET ...INDEPENDIENTE

4 de agosto, 2000



Montando en coche

José Gabriel Ramón Castillo, Instituto Independiente Cultura y Democracia

SANTIAGO DE CUBA, agosto - Como se sabe, en muchas ciudades de Cuba cuando se inició el llamado período especial el coche de tracción animal vino a sustituir al ómnibus. En Santiago de Cuba hay piqueras en La Alameda, Barca de Oro y en las inmediaciones de la Plaza Cívica "Antonio Maceo", de donde parten los más variados carromatos. No funcionan en todos los lugares debido a los accidentes topográficos de la ciudad, pero cubren un amplio territorio. El socorrido medio de transporte, al parecer le quitó un dolor de cabeza al gobierno, que sin dudas tendrá serias preocupaciones por las cosas que ocurren a diario.

Montando en coche se entera usted de la boda que no se efectuó, porque el novio o la novia se arrepintió a última hora; del agraciado o la agraciada que se ganó la lotería de visas con especulaciones de todo tipo incluidas: que si era del Partido Comunista de Cuba o del Ministerio del Interior y dejó el cargo para irse "al carajo". También se entera de cuál es el pum pum que está pegando entre los jóvenes, ya que con el cierre de algunas discotecas, el aumento del precio de entrada en las que su tarifa es en dólares y las restricciones a los particulares, han renacido las fiestas callejeras. Una modalidad muy peculiar en esta tierra.

Hay que ver los fines de semanas cómo el número de decibeles en el aire alcanza el punto crítico. ¡Ah!, es cuando ocurren la mayor parte de los infartos del miocardio e isquemias cerebrales. Esto último es vox populi. Parece que el elevado consumo de bebidas alcohólicas junto a la mala alimentación incide en las muertes por esa causa. No es noticia para nadie el alto porcentaje de alcohólicos en la Isla ni que en nuestro terruño aumentan por día esos enfermos. Nadie duda que si pronto no se le pone coto a este mal pudiera estar ubicado en el primer lugar del ámbito mundial.

Montando en coche se ven cuestiones poco comunes. Se siente la cadencia sin igual de esos vehículos, que más bien parece un andar cansado y tan contagioso que se propaga en la ciudadanía produciendo un comportamiento perezoso, en cualquier actividad. Se dice que es fruto de una complicidad muy bien disimulada entre el cochero y la bestia; pero, ¿no habrá alguien más?

Así las cosas, una y otra vez a lo largo de la trayectoria, de piquera a piquera se oye al cochero pregonar el destino del viaje para referencia de los transeúntes que aparecen por ambos lados de la vía. La forma para cobrar el pasaje es característica: el cochero irrumpe cuando menos se espera con una voz entrecortada y estruendosa: "Señore el pagos e a baro pol personas pa donde uté vaya". Lo acompaña el "buquenque" que es quien realiza la tarea completa: anuncia y cobra a la vez. Además se encarga de velar por la integridad física del cochero debido a que en cualquier horario está expuesto al ataque de los malhechores.

Siempre hay algún remolón o inconforme, pues hace poco más de un año se puso en vigor una disposición local sobre los precios del viaje según el tramo, pero son pocos los enterados. El gobierno de la municipalidad ha implementado distintos instrumentos jurídicos a fin de regular el cobro de este servicio, aunque mucha gente dice que es más bien para evitar el enriquecimiento de los cocheros.

Nada, aunque sea insignificante el número de los que creen en esta presunta versión oficial sí se sabe que ha puesto en alerta a algunos propietarios, los menos favorecidos, la gente luchadora que emprendió este negocio. Se supone que el verdadero dueño, el Estado, si ya no tiene copado este giro está a punto de coparlo.

Montando en coche se pronuncian palabras y frases que dejan boquiabierto a cualquier iniciado en el idioma. El vocablo "chalitarri" anda de boca en boca, es un apelativo que denota a la persona desaliñada o con pocos encantos sea hombre o mujer, hablador estúpido y tonto. También significa otras cosas que se explican por sí solas. Como diría Don Fernando Ortiz, otro ajiaco de la lengua.

En el circuito cochemático corre un enorme presupuesto lingüístico, suficiente para publicar un catauro local.

Entre los viajeros nunca falta el "punto", esa persona despistada que nada de lo que dice tiene sentido y que es el centro de las burlas y de los comentarios durante el recorrido. Sin dudas que hace pasar un rato entretenido a los demás cochenautas, aunque no pocas veces el asunto termina en una riña tumultuaria.

Tampoco falta el extremo opuesto, el "fundamentalista", en cuyos apasionados discursos se hace patente el terrorismo de Estado. Estos individuos andan al acecho de la menor manifestación pública de disidencia, a pesar de que tomar este medio de transportación es una prueba de la ineficacia estatal. Pero de que los hay los hay. Así que nada, no hay peor ciego que el no quiere ver.

Montando en coche, días atrás, tuve una agradable sorpresa. Tremendo alegrón. Resulta que coincidí con dos individuos muy conversadores. Por su facha no parecían siquiera personas con estudios académicos, y tengo la ligera impresión de que mi acompañante de viaje creyó que eran unos empleados del servicio de comunales (basureros). Los demás viajeros seguramente pensaron que eran de esos turistas de paquete que visitan el país hace tiempo pero, sin equívocos, eran cubanos. Cubanos y muy buenos cubanos.

Ellos fueron conversando a lo largo del trayecto sobre la transición hacia la democracia en Europa Oriental y cómo se va a producir en nuestro suelo patrio. Por su tono al hablar, sus gestos y el léxico empleado causaron estupor a los que íbamos en la sui generis diligencia. Es más, hubo consenso entre los viajeros por las conclusiones del disertante e incluso el mismo cochero, hombre entrado en años, en varias ocasiones movió la cabeza en señal de aprobación.

No digo que hubo miedo porque fui testigo ocular de un hecho irrepetible: la conspiración pública entre personas desconocidas.

Montando en coche supe que Cuba vive momentos difíciles y que el mayor obstáculo que impide el inicio de la democratización política del régimen actual estriba en la visión generalizada sobre este proceso, algo complicada por el inmovilismo en ambas orillas y por la forma en que se encuentra la oposición pacífica interna: que no se trata de si el gobierno decide la transformación del modelo, hecho casi imposible que cubre la inmediata perspectiva gubernamental de la política, que se trata suscintamente de desmitificar un paradigma, un poder personificado y erigido sobre los hombros de las desigualdades en el mundo, que el liderazgo político está afuera y aún no ha encontrado las formas y métodos sociales para promover y fomentar con eficacia los elementos de libertad y democracia en la Isla, que los grupos independientes son como aquellas juntas patrióticas del pasado siglo cuando la lucha por la independencia nacional, y que hasta tanto no se conviertan en una alternativa política real sólo serán golpes tácticos los que ellos puedan dar, que no se descarta que internamente hay líderes, pero líderes de actividades en específico como de derechos humanos, periodismo independiente y otras, que existen grupos políticos y cierto vanguardismo y hasta que existe un proyecto de oposición moderada muy necesario para evitar los excesos y pactar con responsabilidad social la transición.

Montando en coche aprendí que se trata no más de fraguar con responsabilidad civil el proyecto común, el organismo político que se encargue de inducir los inevitables cambios. Cientos de compatriotas han pagado con creces esta inobservancia política y por tanto se requiere dinamizar el proceso con ideas socialmente humanistas y autóctonas sin que falte una sólida estrategia basada en todos los elementos de poder de la nación, en sí, la única estrategia factible. De una vez y por todas me convencí de que no va a ser ni más rico ni más pobre el cochero.

Ahora, tal vez sean pocos los que tienen la posibilidad de tomar un paseo en este rudimentario transporte. Sin embargo, recomiendo el viaje. No muchas veces resulta agradable, pero puede ser maravilloso. Y si usted, amigo lector, escucha por casualidad una conversación como ésta no lo piense, súmese, el intercambio es siempre provechoso. Quizás así ahuyente la queja, recuerde que la queja prostituye el espíritu.

NOTAS

Pum pum: fiesta organizada por jóvenes en la vía pública

Buquenque: buscavidas



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