Brigadas médicas cubanas, instrumento de propaganda
Dr. Sunset Nogueras Rofes
CIENFUEGOS, agosto - El humano acto de brindar ayuda sanitaria a más de 14 países de América Central, América del Sur y Africa pretende convertirse, si es que ya no lo es, en una ráfaga repetitiva en los medios informativos cubanos. Nadie pondría de
manifiesto la insensatez de no creer la buena labor que acometen los galenos en estas naciones del mundo.
Claro está, la iniciativa fenomenal parte de lo que muchos avezados en información consideran el aparato propagandístico desinformador más consolidado de la historia. La televisión y la prensa del gobierno de La Habana tienen en su haber cuatro décadas
de ejercicio de su misión y obediencia.
Las lecciones de la historia me obligan a escarbar en la experiencia de la década de los 80, lo que constituye un hostil desafío a los amnésicos inmovilistas del régimen cubano. Me veo en la necesidad de recordar que durante esos años los politólogos
aventureros del poder facilitaron el trágico destino de los miles de internacionalistas, en su mayoría jóvenes, que haciendo pregón de internacionalismo proletario le dieron nombre irónico a lo que en Cuba se conoce como el Gran Corredor de la Muerte. La guerra en
Angola devino en miles de pérdidas humanas, acrecentando el sufrimiento de madres, esposas e hijos.
Castro sacó sus propias conclusiones. Aprendió rápidamente la lección. Vio su política de internacionalismo estrellada en la ineficacia, y abandonó por unos años la esencia de esta falacia. Luego vinieron una serie de estallidos sociales, como la
desaparición del campo socialista, y no le quedó otra alternativa que cortar el cordón umbilical por el cual se nutría de los ex países miembros del CAME.
Tras lograr sobrevivir a la crisis cubana de los 90 y lograr reforzar su "inquebrantable ideología" (no se incluyen las reformas económicas y empresas mixtas que le salvaron la vida), comenzando el nuevo siglo decide poner a la luz sus reformas autónomas, y decide
retomar la palabra "internacionalismo", ahora con más énfasis en el concepto "humanitario". El comandante envía sus coordenadas de pretensiones a los médicos de la isla, convencido del botín que ganará y que no habrán cuantiosas
muertes como en Angola, Etiopía y Namibia.
En esta ocasión el plan es más refinado. Sabe que el problema sanitario de Africa y América Latina es antiguo y coronado por la espera. Quien asista a estos parajes recibirá la gloria. Debilitado en líneas económicas, se anima y asegura la creación
de un verdadero monopolio de propaganda en torno a las colaboraciones médicas.
Como de costumbre, se activa a los periodistas -o voceros, si lo prefieren- de su gabinete especulativo. Estos tienen la misión de magnificar toda acción médica por insignificante que parezca. Para esto no se reconocerá bajo ningún concepto que esta noble ayuda
solidaria también puede ser ofrecida, sin comercio, por otras naciones del mundo que no tienen la necesidad estratégica de difundir cíclicamente los beneficios obvios que esto entraña.
Los beneficios de esta tramada "caja de beneficencia" se orientan en un solo rumbo: acrecentar la imagen benevolente del dictador como hombre de nobles proyectos.
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