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No quiero tener que decir nunca: “Llevo veinte años luchando y no ha pasado nada”

LA HABANA, Cuba, diciembre, 173.203.82.38 -El arresto el 7 de noviembre de la abogada Yaremis Flores dio inicio a una serie de acontecimientos bastante conocidos. Graduada de derecho en 2006, Yaremis comenzó a trabajar como jueza y luego se vinculó con la Asociación Jurídica Cubana (independiente), en cuyo blog comenzó a publicar algunos artículos relacionados con la ley. Pasó un curso de inglés y otro de periodismo en la Oficina de Intereses de Estados Unidos, comenzó a publicar en Cubanet y después en Diario de Cuba. Aunque algunos no lo saben, Yaremis Flores no fue liberada específicamente sin cargos. De manera que puede ser sometida a juicio en cualquier momento.

Pude conversar con ella en casa de Laritza Diversent, donde radica la oficina de Cubalex, en la cual se encontraban trabajando aunque era domingo.

Cubanet – Háblame de tu trabajo en la Asociación Jurídica Cubana y en Cubalex.

Yaremis Flores – Después de más un año de colaboración, decidí dejar la Asociación Jurídica Cubana. No hubo ningún problema, quedamos con muy buena relación, pero ya me sentía un poco limitada, había perdido motivación, quería hacer más, tener más contacto con la gente. Y entonces entré en Cubalex, donde he ampliado mi horizonte y he aprendido una manera más de ayudar a las personas. Llega un momento en que las personas agotan todo lo que pueden hacer dentro de Cuba, pero existe la vía internacional. Hemos recibido una forma de superación y ahí es cuando entra mi función como defensora, cuando enviamos comunicaciones a los organismos internacionales, Naciones Unidas, la Comisión Interamericana, medidas cautelares para proteger principalmente a los disidentes. La política de mi trabajo como abogada es asesorar a cualquier persona que lo solicite, pero la prioridad son los disidentes. Sabemos que aquí se cometen injusticias y se vulnera el derecho de todas las personas, pero con ellos es peor. La otra prioridad son los menores de edad. Cuando vemos que sufre un menor, hijo de un disidente o de cualquier persona, ahí comienza nuestro trabajo de defensa.

Por mi parte, trabajo muy fuerte la parte de la abogacía, la parte de las comunicaciones a los organismos internacionales. No es posible que Cuba, como país, tenga prestigio en la ONU porque nunca, o muy pocas veces, se ha hecho una comunicación de detención arbitraria, cuando aquí ocurren detenciones arbitrarias todos los días. La denuncia en la prensa de una detención ejerce presión, pero se queda ahí porque no ocurre un procedimiento legal, no hay un organismo internacional que pida cuentas al gobierno cubano sobre esa persona detenida. Eso es lo que estamos haciendo. Enviando esas comunicaciones al Grupo de Trabajo sobre Detenciones Arbitrarias. Incluso si el arresto es breve, ese caso queda archivado y se va creando un récord. Y la peculiaridad es que lo hacemos desde aquí. Hay algunas comunicaciones de medidas cautelares a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, pero la han hecho personas que están en el exterior. Nosotros no actuamos de oficio. No dejamos excluido a nadie, pero el requisito es que nos pidan la ayuda. Hacemos una labor social como abogados. Tratamos de dar una ayuda más profunda, y gratuitamente, aunque pedimos que siempre se traiga toda la documentación. Analizamos la sentencia, damos un dictamen legal, decimos cuánto cuesta el contrato de bufete. El Estado no nos permite representar a nadie en un juicio, pero orientamos a las personas para que no los engañen, para que no les dilaten por gusto el proceso.

CN – Una ola represiva comenzó hace más de un mes a partir de tu detención por divulgar supuestas informaciones falsas sobre la muerte de presos en un penal de Santiago de Cuba durante el huracán Sandy. ¿Cómo describirías esa experiencia desde tu punto de vista personal?

YF – Estaba en mi casa en Alamar, mi madre me llama para decirme que mi padre estaba ingresado por sospechas de dengue y yo salí a llevarle un poco de sopa. Siento un frenazo detrás de mí y oigo que me llaman. El agente que se hace llamar Tomás se baja de una patrulla con dos policías inmensos y me dice que tengo que acompañarlos. Yo sabía que Laritza estaba aquí en la oficina atendiendo público. La llamo por teléfono, le digo que me están deteniendo y le doy los números de los policías, los datos que yo sabía que ella necesitaba, aunque no me dijeran para dónde me llevaban. Últimamente los agentes de la Seguridad del Estado están deteniendo a opositores acompañados de policías. Ellos te dan un nombre falso, pero los policías tienen sus chapillas con el número que los identifica. Me llevaron directo para 100 y Aldabó. Pensé que iban a ser unas horas de detención, como hacen con muchos, para asustarte. Allí, el instructor comienza a interrogarme, me muestra una noticia impresa supuestamente publicada en Cubanet y que ni siquiera firmaba yo, porque se me citaba como fuente. Entonces me di cuenta de que esa noticia era un pretexto. Me sacaron una serie de artículos míos que les molestaban y me dijeron: “Eres manipuladora, eres difamadora. Te aprovechas de tu conocimiento de la ley y tergiversas la realidad y la gente que no sabe te cree. Y ya nosotros tenemos que actuar”. Ya en ese momento me habían ocupado mis cosas, me habían hecho ponerme mi traje de presa, me habían dado la sábana, la colcha, como para estar ahí varios días. Lo que recuerdo es que todo estaba pintado de verde, verde claro, verde oscuro, con muchas rejas. La primera noche me trasladaron para una celda más estrecha, con dos literas, un bañito, con agua. No solté una lágrima. Me dije que no les iba a dar el gusto de que me vieran llorando. Además, así no iba a resolver nada. Estaba con dos muchachas muy desesperadas. Una llevaba quince días, la otra cuarenta y pico, por delitos económicos. A veces lloraban porque extrañaban a la familia, porque se sentían impotentes. El segundo día me hicieron otro interrogatorio, con el teniente coronel que se hace llamar Tamayo (unos dicen que es el primer jefe de la Sección 21, otros dicen que el segundo jefe, pero ellos son como fantasmas) y también con el que me había detenido. El tercer día me hicieron otro, que duró tantas horas que las muchachas hasta se preocuparon.

Nunca estuve en huelga de hambre, porque no soy partidaria de ese método, ya que debilitas tu salud y muchas veces es en vano. Pero la verdad es que la comida simplemente no me pasaba. Pude comer muy poco. Aunque yo sabía cómo hacen eso, uno nunca está preparado para esa primera vez. Es igual que el parto. Las mujeres sabemos lo que va a suceder, pero cuando lo estamos viviendo ya es nuestra experiencia. Aunque conozcas tus derechos, tienes que verte entre presiones y manipulaciones muy fuertes. Me decían: “A nosotros no nos cuesta nada sancionarte con esta noticia de Cubanet y la evidencia de que pasaste un curso de periodismo en la SINA”. Al día siguiente supe que mi esposo Veizant estaba detenido también, incluso Laritza, y yo no sabía dónde estaba mi hija. Me dijeron que Antonio Rodiles también estaba arrestado y que ya con él iban a “tomar medidas”. En aquel momento no sabía toda la magnitud de lo ocurrido. Había muchas cosas que no podía explicarme. Sabía que si a Veizant lo liberaban antes que a mí, él iba a pedir verme. Así que deducía que todavía estaba preso. El mismo día cuando salí me permitieron verlo. Entre las muchas cosas que me dijeron fue que, si yo era buena madre, buena esposa, buena hija, ¿por qué estaba en este mundo de la disidencia? Yo les dije: Por la decepción. Siempre te quieren dar la impresión de que ellos tienen los mismos problemas que tienes tú, sin ningún privilegio o beneficio, pero eso no es verdad, porque no todos los cubanos somos iguales. Ellos pueden detenerte cuando quieren, hacerte un registro en la casa cuando les dé la gana.

Me detuvieron el día 7 sobre las dos de la tarde y salí el 9 entre nueve y diez de la noche. Cuando firmé mi acta de libertad, no decía “libertad sin cargos” o “libertad con cargos”. Ellos me dijeron que continuaba bajo proceso investigativo. En fin, legalmente, me pueden citar mañana mismo para un juicio. Pienso que el objetivo es mantenerme en zozobra, en la incertidumbre. Cuando salí, tropecé con lo que en verdad más me dolió. La Seguridad había contactado con un familiar mío que no tuvo la capacidad de alertarme. No sé de qué forma lo chantajearon y lo manipularon. Esa traición fue lo que más me dolió. Por suerte, no vino ni de mi madre ni de mi padre, que me entendieron y me apoyan. Lo otro que me dolió fue la impotencia de saber que no estás haciendo nada malo y que te traten como a un delincuente. Tratan de desacreditarte delante de tu familia, de tus amigos y de tus vecinos, como terrorista, como mercenaria, las acusaciones comunes, e incluso ahora sé que me incluyen en una lista de supuestos agentes de la CIA. A consecuencia de todo eso, me fui de mi casa con mi esposo y mi hija. Por suerte, Laritza Diversent me abrió las puertas de su casa. Y como ella, otras personas te tienden la mano, gente de la oposición, que ellos dicen que es un mundo sucio, desunido.

Hay quien me ha preguntado: “¿Por qué a ti y por qué de esa forma?” No puedo responder, yo no me lo explico. Eso tienen que responderlo ellos. Yo hubiera preferido que me pusieran una multa y que mi situación terminara ahí. Ahora decidirán si en este momento en que ellos están pueden tomar la decisión de enjuiciarme. El hecho de que hayan liberado a Rodiles da la medida de que ellos tienen cierto temor. Por otra parte, personalmente me siento comprometida con el apoyo recibido. Ves que hay personas que confían en ti, en tu trabajo.

CN – Mirando retrospectivamente los hechos ocurridos, ¿qué conclusiones sacas de todo eso?

YF – Estoy viendo que hay un cambio. Me sorprendió mucho el apoyo que recibimos de tantas personas y organismos. Posiblemente a mí me iban a procesar, igual que a Rodiles. Pero fueron muy útiles la presión nacional e internacional, las quejas que se presentaron, las personas que exigieron ser llevadas como testigos, porque no pueden ir solo los testigos de la parte de la policía. Ellos quieren secuestrar arbitrariamente a las personas y que nadie se preocupe, sin cumplir ellos con el pedido de la llamada telefónica, sin comunicar a los familiares dónde está detenida la persona; quieren actuar bajo total impunidad y que nadie haga nada, aunque desaparezcan a alguien durante varios días. Se están valiendo de los mecanismos más gastados y burdos para tratar de tapar el sol con un dedo. Quieren describir a la oposición como desunida, que no puede lograr nada. Aunque existen personas con posiciones o tendencias diferentes, al momento de dar el paso al frente esas personas lo dan. Y eso dice mucho. Todos nos complementamos. Los intelectuales, los que tienen la valentía de salir a la calle con un cartel, todos somos uno. Yo no poseo suficiente experiencia y no puedo analizar a profundidad el mundo complejo de la oposición, pero creo que con intelectuales solamente o solo con gente valiente que sale a la calle no llegamos a ningún lugar. Tenemos que unirnos todos y seguir por el camino por el que vamos, denunciando en el momento oportuno. Recomendamos que nunca se les dé a las autoridades la oportunidad para que lo encasillen a uno en un delito, que uno conozca sus derechos para que pueda exigirlos, que conozca la ley para que sepa lo que tiene que hacer y lo que no. Al final, esa ola represiva creo que resultó todo lo contrario de lo que pretendieron las autoridades. Quedaron en una posición bastante denigrante porque actuaron de un modo muy bajo.

CN – ¿Qué papel te parece que deben jugar los abogados independientes en medio de la compleja lucha que se desarrolla en Cuba en estos momentos por la democratización?

YF – La mejor ayuda que pueda brindar un abogado independiente es brindarle a la persona todas las herramientas posibles para defenderse. Y no solamente usar la vía interna, sino también hacer uso de estos mecanismos especiales internacionales que existen. Además, brindar talleres a los ciudadanos y a los opositores para que conozcan la ley y puedan defenderse de las arbitrariedades. Hay que ser un poco más creativos y atrevidos a la hora de actuar. No puede haber una sola vía de defensa, no solamente está la Fiscalía. Si hacemos eso, pudiera haber un cambio: enseñar a la Fiscalía a responder al ciudadano de otra forma, para que no tienda a trasladar las quejas a una instancia inferior, para que dé soluciones y no respuestas burocráticas. En mi caso, estudio mucho, trato de superarme siempre más. Lo que no puede suceder es que con una asesoría que recibe una persona salga perjudicada. Nosotros no nos planteamos metas imposibles. Estudiamos bien el caso para que la persona pueda resolver su situación, o por lo menos atenuarla.

CN – ¿Cómo ves lo que está ocurriendo en torno a la Demanda Ciudadana por Otra Cuba? ¿Crees que se están logrando efectos positivos entre la gente?

YF – La Demanda Ciudadana tiene el logro de unir tanto a artistas, profesionales, intelectuales, opositores, a todo el mundo, y permite que los que no son opositores vean que lo que se pide no es nada ilegal, sino lo que quiere la población. Y en Cubalex estamos apoyando ese proyecto, ayudando a los activistas de la Demanda que son frecuentemente detenidos por algo que no es ilegal y que el gobierno lo sabe. Es un proyecto muy noble que todos deberían apoyar y que se está logrando porque se está conociendo entre gente que no tiene nada que ver con la oposición y también está sufriendo lo que ocurre.

En el próximo año, Cuba va a ser examinada por el Consejo de Derechos Humanos, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas. Es el Examen Periódico Universal. En el examen anterior, en 2009, muchos países pidieron a Cuba la ratificación de los pactos. El pretexto del gobierno, aparte del discurso de siempre, fue que había que hacer una serie de cambios paulatinos en la legislación. Creo que los tímidos cambios que se han hecho últimamente en la legislación cubana son para que los Estados se limiten a aplaudir, para que parezca que se están dando pasos de avance. Y así nos van a mantener si no actuamos y no hacemos algo más enérgico. Yo tengo la esperanza de ver el día de un cambio. No quiero tener que decir nunca: “Llevo veinte años luchando y no ha pasado nada”. Es muy triste ver a alguien que lleva veinte años luchando por esta causa, que a veces hasta muere, o que tiene que ver pasar impune delante de él al que lo golpeó, al que lo metió preso injustamente. Por eso yo lucho, para que no pase el tiempo y tenga que decir que no ha pasado nada.