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La Mesa Redonda y el World Learning

Iroel Sánchez, bloguero oficialista, en el programa de la Mesa Redonda de la Televisión Cubana, junto a adolescentes cubanos (cubadebate.cu)
Iroel Sánchez, bloguero oficialista, en el programa de la Mesa Redonda de la Televisión Cubana, junto a adolescentes cubanos (cubadebate.cu)

LA HABANA, Cuba.- Esa tarde de jueves no tuve que convocar a la memoria. Ella se dejó provocar y despertó para acomodarse más tarde en la silla turca,  entonces se sucedieron los recuerdos. Volví a verme con diecisiete años, esa edad en la que me tocó tomar una decisión trascendental, esa que de alguna manera decidiría mi futuro, quizá toda mi vida. Acababan de entregarme una planilla en la que debía dejar claro lo que quería estudiar en la universidad. No había tiempo para las vacilaciones.

Y escribí, sin titubear, a pesar de mis diecisiete años. Escribí con trazo firme y claro que me interesaba la filosofía, y que optaría por esa especialidad. Hasta me imaginé a bordo del Grusia, aquel barco enorme que llevaba a los becarios hasta Odesa, y soñé con el invierno ruso, soviético debí escribir. Yo en medio de una enorme nevada, haciendo el trayecto que me llevaría a la opulenta Lomonosov de Moscú o a la universidad de San Petersburgo. Aquellos no eran días de Internet y no conseguí imágenes de ellas, pero las inventé; imaginé el patio de manzanos, la nieve. Mi abuelo, quien era culpable de mis lecturas de filosofía, estaba feliz, y me ayudaba a suponer esas escuelas, pero, como se dice en Cuba, la felicidad en casa del pobre duró muy poco.

Días después iba a enterarme que debía comenzar de nuevo. “Era preciso llenar otra boleta”. No podría estudiar filosofía. Esa carrera, así me dijeron, tenía “requisitos adicionales”, y el primero, el más importante; era preciso tener una militancia comunista. Justo lo que me faltaba. Puedo recordar la angustia de esos días en los que me estuve preguntando por qué no podría estudiar lo que tanto soñé, por qué era preciso que yo fuera militante comunista para estudiar filosofía, quién les daba el derecho a limitar mis sueños. Me parecía un chiste pero era una maldad, y no sonaba tan raro si hacía muy poco que se había enseñoreado la consigna de “la universidad para los revolucionarios”.

Con los años he tratado de olvidar el asunto, pero muchas veces vuelve a salir a flote y cada vez busco explicaciones para mi mala suerte. Entonces supongo el temor que deben tener las autoridades cubanas a las lecturas que pueda hacer de Heidegger un joven estudiante alejado de la patria durante cinco años. El ser y el tiempo de Heidegger les produce escalofríos, y peor si el estudiante que lo sostiene entre sus manos no tiene un carné rojo que le sirva de resguardo contra cualquier maleficio, una garantía que lo proteja también de Nietzsche.

Se les ocurrió hacer la profilaxis. No era bueno que un joven cubano nacido con la revolución, y en medio de tanto frío y sin carné rojo, se pusiera a leer a Kierkegaard, sobre todo si podía volver muy angustiado, atacado por temores y temblores. Y eso no era lo que se esperaba de un muchacho cubano educado por la “revolución”. Esa no era la formación que el estado había pensado para sus jóvenes. Así frustraron mi primera, y autentica, vocación. No pude estudiar filosofía porque no era un joven comunista, y por suerte para ellos, a esta tierra no le nacen muchos con esa vocación. ¿Será por la ausencia de la nieve?

Un joven sin carné era un peligro, incluso en esa época soviética en la que se cuidaban muy bien los planes de estudio, un tiempo en el que la filosofía griega, y toda las que le sucederían, hasta llegar al Marxismo, eran miradas desde muy arriba. Ellos creían que la única utilidad de esas filosofías fue que prepararon el camino al marxismo que hacía triunfar al socialismo. Todo eso resonó esa tarde en mi cabeza, y el verdadero culpable de tan triste recordación fue un programa de la televisión cubana: la Mesa Redonda. Un amigo recomendó que no me la perdiera.

Luego entendería el porqué de aquella sugerencia. Resulta que el jueves último, los panelistas trataron de explicar todo lo que tenía de perjudicial e indecente el programa llamado World Learnig, creado por la USAID para entrometerse en los procesos revolucionarios de todo el mundo, y entonces mencionaron el número de becas que ofrecían cada año y el nombre de los países que privilegiaban.

Hace muchos días que la prensa oficial tiene a este programa en su centro de atención. En cada noticiario el World Learning toma el centro, y también es protagonista de las páginas principales de todos los periódicos. A toda hora se habla de una agencia demoníaca que “recluta” a jóvenes con cierta virginidad política para ser adiestrados, y devolverlos luego convertidos en Caballos de Troya capaces de carcomer la médula del socialismo.

Y como respuesta a esa “patraña” están los múltiples actos espontáneos que, casualmente, siempre tienen allí las cámaras de la televisión que luego los reseña, y en los que se repudian esos procederes que consideran ilegítimos; en los que esos jóvenes, tan vulnerables, se pronuncian con discursos exaltados. Y no es preciso haber estudiado en la universidad de San Petersburgo para advertir cuánto tienen de teatral esas representaciones, en las que estudiantes de la enseñanza preuniversitaria se expresan con peroratas aprendidas de memoria, pero de todas formas se aplaude la espontaneidad, y la enorme disposición que tienen los jóvenes cubanos de hacer frente a cualquier patraña.

Recuerdo ahora mismo a un profesor de historia de algún preuniversitario haciendo un discurso incoherente, vergonzoso, de una pobreza sin par; pero la televisión, ingenuamente lo exhibió como trofeo, sin saber que todo cuanto hacía era demostrar la mala preparación de muchos profesionales de la educación, muchos de ellos formados en medio de contingencias; maestros de chiripa que maleducan a nuestros jóvenes y no despiertan ningún amor por la historia nacional. Otro tanto sucedería en la Mesa Redonda, donde se hizo evidente el pobre soporte de las intervenciones.

Y hubo algo que debieron notar todos los que, como yo, fuimos televidentes esa tarde. El joven Alejandro Sánchez, el único de los becarios que fue invitado a la mesa, y parecía inteligente, y hasta fue moderado en sus intervenciones, e hizo saber al resto de los panelistas que sus compañeros temían a las represalias que podían tocarles por haber pasado dos meses en los Estados Unidos, como becarios de un programa preparado por la USAID, es decir, por el gobierno norteamericano.

Supuse que ese comentario era espontáneo, y que nadie lo esperaba. ¿Quién puede atreverse a decir en televisión que teme a represalias en la isla? En ese instante la cámara tomaba en close up la cara del muchacho, pero pude intuir las reacciones y el asombro de los otros. Un joven cubano estaba hablando de miedo. ¿Y era justificado ese miedo? Por supuesto que lo era, solo había que escuchar a sus mayores para enterarse de las batidas que sufrieron muchos imberbes por el hecho de vestir de manera “extraña”, o por escuchar música hecha en el occidente “brutal”, o porque respondían a las esencias de su homosexualidad o se carteaban con sus familiares en el exilio, o porque eran religiosos.

Es legítimo el miedo, porque un joven cubano no puede procurarse una beca en el extranjero; ese joven tiene que esperar a que el gobierno le dé su bendición. Entonces no existe la libertad de elección. Resulta bochornoso que a un joven inteligente lo asista el miedo, solamente, porque antes aplicó a una beca para estudiar en el extranjero, aunque ese extranjero sea los Estados Unidos.

Ellos tienen miedo porque desafiaron a las instituciones, al partido y al gobierno, aunque solo fueran dos meses, como advirtió Alejandro. ¿Qué importancia tendrían dos meses? Y él respondió delante de las cámaras de la televisión cubana, y en la mismísima Mesa Redonda: no tenían importancia; en dos meses no se forma a un líder, en dos meses no se forma a un futuro presidente. Dos meses es muy poco tiempo. Así dijo a los televidentes, al resto de esos panelistas empeñados en demostrar lo malsano de ese plan.

El jovencito respondió, sutilmente, a quienes juzgaban el programa y a sus becarios, creo que defendía su derecho a decidir individualmente, sin que el estado lo hiciera por él, como hace años lo hicieron por mí. Y cómo sucede tantas veces, esa respuesta de Alejandro me llevó a una pregunta: ¿Por qué critican la intervención de la USAID? ¿Acaso olvidaron lo que por acá se hizo? Olvidaron los días en que la dirección de la juventud comunista, con la anuencia del partido y el gobierno, preparó cursos y entrenamientos para jóvenes latinoamericanos.

Cada año venían a la Habana jóvenes chilenos del MIR, y comunistas uruguayos, y motoneros argentinos, y jóvenes de izquierda llegados de Ecuador, de Bolivia, de Colombia o de Brasil, y estudiaban el marxismo, y los discursos de muchos líderes de la izquierda. ¿Eso era legítimo? ¿Acaso no estaban metidos hasta el cuello en asuntos que no eran de su incumbencia? Quizá eso tenga alguna concordancia con la decisión de impedirme estudiar filosofía, si antes no había ganado la militancia comunista. ¿Creerían que yo podría soñar con la presidencia de la República de Cuba sin que antes me convirtiera al comunismo?

No es muy común que algún autor se prepare para él mismo una coletilla, pero he vuelto a leer una y otra vez este texto mientras intentaba “desmocharlo” haciendo correcciones; y salta cada vez un mismo detalle. Resulta que Alejandro Sánchez era el Presidente de la Federación de estudiantes de la enseñanza media (FEEM), en un preuniversitario del municipio 10 de octubre en el momento en que aplicó para obtener la beca. ¿Acaso se le ocurrió a otros, y no a él, la posibilidad de aplicar? ¿Acaso esa Mesa Redonda se estuvo gestando desde mucho antes de que los jóvenes viajaran a los Estados Unidos? A Alejandro le resultó muy curioso el hecho de que no se juntaran todos antes de llegar al aeropuerto, le pareció raro que llegaran en pequeños grupos, en lugar de hacerlo todos juntos; a fin de cuentas tenían un mismo destino, y por qué entonces tanta “separadera”. Alejandro es realmente un chico muy suspicaz. Dios mío… me aterra pensar en la posibilidad de que Alejandro fuera preparado como agente de la Seguridad del Estado… No sería muy santo “coger a un jovencito pa’ eso; meterlo en las entrañas del monstruo me parece un horror. He escrito. ¡Caso cerrado!




Un programa “peligroso” para una juventud vulnerada

Jóvenes cubanos; Cuba;

Jóvenes cubanos (Foto: Raúl Pupo/Juventud Rebelde)
Jóvenes cubanos (Foto: Raúl Pupo/Juventud Rebelde)

LA HABANA, Cuba.- Una de las más recientes polvaredas mediáticas levantadas por el gobierno cubano es en torno a las becas del “Programa de verano para jóvenes cubanos”, que sería, de acuerdo con los medios oficiales, un nuevo plan imperial para subvertir el orden interno, intentando ahora, además, influir en un sector “vulnerable”.

El programa patrocinado por la organización no gubernamental World Learning, con sede en Washington, está dirigido a jóvenes estudiantes residentes en Cuba, de entre 16 y 18 años de edad y que sigan en la secundaria o en el preuniversitario.

Entre los objetivos del programa —según la convocatoria—, se destaca el desarrollo de habilidades en áreas que incluyan hablar en público, trabajar en equipo, negociar, fomentar el consenso, propiciar la resolución de conflictos, así como defender los derechos propios y la solución de problemas.

Cada solicitante será evaluado según una serie de características, entre las cuales se encuentran el rendimiento académico, la habilidad para desarrollar proyectos que beneficien a la escuela o la comunidad del solicitante y la destreza de trabajar en cooperación con diferentes grupos, y entender —aunque no necesariamente aceptar— las opiniones de los demás.

Ante todo, la organización exige varios requisitos, como son dos cartas de recomendación que deben ser escritas por adultos en Cuba, los cuales han de conocer bien al solicitante, aunque se advierte que dichas cartas no pueden ser redactadas por familiares del joven. También se requiere un formulario de consentimiento firmado por los padres o los apoderados del solicitante y una foto de la primera página del pasaporte, si está disponible.

La convocatoria de la World Learning expresa, además: “Animamos a los estudiantes de todos los orígenes (raza, género, identidad de género o expresión, color, discapacidad, orientación sexual, religión o fe) a aplicar”.

El problema parece sencillo. Si la educación cubana ofrece enseñanzas similares para sus jóvenes estudiantes, no sería de esperar que el programa tenga muchos aspirantes. Si, por el contrario, carece de ellas, debiera agradecer que existan las posibilidades que ofrece esta organización. Y, en todo caso, debieran darse a conocer las experiencias de los primeros graduados de ese programa, que regresaron hace un mes.

El gobierno hace acusaciones de intenciones políticas, de “enseñar a promover artificialmente un cambio de régimen”, lo cual suena absurdo, pues en Cuba, según el propio gobierno, no es ilegal pensar diferente y nadie está obligado a ser marxista ni castrista. Sin embargo, contradictoriamente, solo se imparte un tipo de pensamiento, el oficial, en toda clase de enseñanza y a cualquier nivel.

Los jóvenes que quieran emprender estudios fuera del sistema educativo del país, entonces, ¿están entrando a jugar un papel subversivo a favor de una potencia extranjera, prestándose a “intentos artificiales de cambio de régimen”? En fin, esos estudiantes, ¿podrían ser juzgados en el futuro como “mercenarios” que atentan contra la seguridad del Estado?

Una vez más, y cómo ya saben bien muchísimos de ellos, nuestros jóvenes no tienen más opciones que aceptar lo que les impone un gobierno que ni ellos ni sus padres han escogido o marcharse a cualquier país para estudiar o trabajar en lo que puedan. Para tener la oportunidad, al menos, de soñar un futuro más libre.

Cuando una creciente masa de jóvenes escoge esta segunda opción y escapa de un país que los aprisiona, entre sus escasas pertenencias materiales no se llevan ningún libro con las enseñanzas recibidas. También será mínimo su equipaje ideológico y quedará atrás todo cuanto les han metido en la cabeza desde poco después de nacer.

El gobierno cubano procura que los jóvenes cubanos no dejen jamás su curso de protección y eternización de la gerontocracia castrista, y manda a estudiantes chillones a que citen al oráculo nonagenario —“Si los jóvenes fallan, todo fallará. Es mi más profunda cubana convicción que la juventud cubana luchará por impedirlo”— y se desgañiten asegurando: “¡Que no quepa duda de que los jóvenes haremos irreversible el proceso revolucionario cubano!”

Es otra polvareda para no perder la coartada del victimismo y la confrontación, y seguir rechazando la rosa blanca “envenenada” y el “saludo de paz” —en español— del Presidente Obama, que habló a los jóvenes cubanos de “la esperanza que tiene raíces en el futuro que ustedes pueden escoger”, y advirtió que, sin diferentes puntos de vista, no alcanzaríamos “nuestro potencial total y con el tiempo la juventud perdería la esperanza”. En fin: “Yo simplemente hago un llamado a los jóvenes de Cuba para que construyan algo nuevo”.

Es curioso que Roberto Fernández Retamar, uno de los intelectuales que más firmemente apoya la continuidad del régimen, expresara hace poco que el presente es un camino equivocado hacia la utopía marxista. “Tendremos que aceptar que, por más que nos duela, nuestra sociedad —y no sólo su segmento más joven— se encuentra inmersa en una profunda crisis de valores”.

Retamar, que no se aventura muy lejos en sus excursiones verbales, salió en esta ocasión hasta la esquina de la Casa de las Américas, casi hasta el mundo real: “Considero que la juventud no se ha perdido a sí misma. Lo que hizo fue seguirnos a nosotros, los mayores, que ya avanzábamos por un rumbo equivocado”.

¿De qué habla el gobierno cuando menciona a ese sector “más vulnerable”? ¿No será acaso el sector “más vulnerado” —precisamente por esas pretensiones de eternizar artificialmente el régimen?




Liderazgo juvenil, una secuela peligrosa del acercamiento EEUU-Cuba

Jóvenes cubanos (Foto: aulasabiertas.net)
Jóvenes cubanos (Foto: aulasabiertas.net)

LA HABANA, Cuba.- Este viernes, 30 de septiembre de 2016, se reúne en Washington la cuarta sesión de la Comisión Bilateral Cuba-EE.UU., ocasión que ha seleccionado el régimen cubano para presentar su rechazo a “la promoción de programas que Washington promueve sin el consentimiento o la consulta por los canales oficiales establecidos para intercambios de este tipo”.

Esta declaración del señor Gustavo Machín, subdirector general de Estados Unidos de la Cancillería cubana, se refiere al programa de becas de verano que la Organización no Gubernamental (ONG) World Learning otorga a jóvenes estudiantes de todo el mundo, aunque la prensa oficial de la Isla y los funcionarios instruidos para el caso han estado orquestando en las últimas semanas todo un show mediático encaminado a hacer creer a la opinión pública nacional que se trata de otro macabro plan imperialista solo para incitar a los jóvenes cubanos a subvertir el orden político y social al interior del país.

Diríase que apenas dos veintenas de estudiantes isleños que han tenido la oportunidad de pasar estos cursos veraniegos en 2015 y 2016, respectivamente, constituyen una amenaza real a la estabilidad de una dictadura que ha sobrevivido casi 60 años en el poder. O que la Casa Blanca ha urdido la brillante idea de formar cada año un puñado de líderes juveniles que, tras varias semanas de clases en una sociedad libre en la que intercambiarán con otros jóvenes de EE.UU. y de otros países, estarán dispuestos y preparados para acabar con la revolución de Castro.

Semejante presunción sugiere, por una parte, la falacia de la solidez ideológica de la juventud cubana que tanto pregona el régimen verde olivo; y por otra, que el sistema político ha comenzado a padecer una fragilidad de mariposa al calor de los programas de intercambio promovidos desde EE.UU. luego del restablecimiento de relaciones entre ambos gobiernos.

La apoteosis del desatino es la lista de prácticas “subversivas” que adquieren los estudiantes beneficiados con las becas de World Learning para cursos de verano, expuestas en el sitio web de la organización, y que citan textualmente los escribas del monopolio de prensa de los Castro: desarrollo de habilidades para hablar en público, trabajo en equipo, negociación, fomento de consensos, solución de conflictos, defensa de los derechos propios y solución de problemas.

Solo para una realidad como la de Cuba tal programa podría ser “subversivo”. A ningún mandatario con un mínimo de decencia ―en especial en nuestros países subdesarrollados, pobres y con serios problemas institucionales― le ofendería en lo más mínimo que los jóvenes de su país recibieran este tipo de instrucción y adquirieran estas cualidades que, según declaraciones del sitio en cuestión, “ayudan a la próxima generación de líderes mundiales para obtener un mayor sentido de responsabilidad ciudadana, establecer relaciones a través de líneas étnicas, religiosas y nacionales, y desarrollar las habilidades y conocimientos para transformar sus comunidades y países”.

Pero tampoco resulta difícil entender la alarma de los druidas de la Plaza de la Revolución, viejos expertos en subversiones. Nada tan peligroso para ellos como un “líder” que no emerja de la Escuela Superior del Partido “Ñico López”, en la que ―sin embargo― se han formado decenas (o más) jefes guerrilleros que han sembrado conflictos, guerra y muerte en esta región. No pocos líderes de las FARC y otros caudillos de la más rancia izquierda radical latinoamericana han pasado por sus aulas y han recibido diplomas y reconocimientos de sus mentores. Algunos, incluso, han alcanzado la poltrona presidencial en sus propios países, con los resultados desastrosos que conocemos.

Jóvenes participantes en programas de World Learning (blogs.worldlearning.org)
Jóvenes participantes en programas de World Learning (blogs.worldlearning.org)

Eso, para no mencionar el adoctrinamiento y lavado de cerebro sistemático sobre miles de jóvenes del Tercer Mundo que han cursado estudios de medicina y de otras especialidades en Cuba a lo largo de las últimas décadas. El castrismo, la dictadura más perversamente “generosa” que recuerda la Historia, ha extendido su manto “benéfico” incluso a estudiantes estadounidenses de bajos ingresos, aunque no ha solicitado permiso para ello a su gobierno.

Y es precisamente en ese punto donde se delata el súmmum del autoritarismo insular. Al asumir que el gobierno estadounidense y la ONG World Learning tengan que pasar obligatoriamente por el requisito previo de solicitar autorización del gobierno cubano para otorgar becas de verano a jóvenes de la Isla, están colocando a éstos en la clara posición de esclavos que precisan de la benevolencia o de los intereses del amo (Estado-Partido-Dictadura castrista) para acceder a determinados estudios. A la vez, el gobierno se coloca a sí mismo en la postura del señor feudal que niega la superación a sus siervos.

A la vez, se omite una vez más la función rectora que debía pertenecer a los padres y a la familia de esos jóvenes, quienes serían los más indicados para decidir y apoyar o no la actividad docente de sus hijos, en especial cuando el período lectivo ―por ser en la etapa vacacional del estudiante― no interfiere con el curso escolar establecido por el sistema de educación cubano.

Lejos de eso, y para legitimar la “indignación nacional” por la colosal ofensa, las autoridades cubanas han ordenado a los estudiantes de enseñanza media, preuniversitaria y tecnológica organizar las ya tradicionales protestas contra la retorcida maniobra imperialista que intenta hacerles torcer el camino. Por estos días los más histriónicos adolescentes se han desgañitado coreando consignas y enarbolando carteles patrioteros, han aprendido los parlamentos que habrían de decir de memoria ante las cámaras de los noticiarios y ante los medios de prensa del mundo. Pero su propio gobierno sigue sin ofrecerles una alternativa de futuro.

Veo esos rostros frescos, escucho sus voces repitiendo los mil lugares comunes de varias generaciones perdidas en el naufragio nacional, y no puedo dejar de pensar en la manera en que este régimen corrupto ha sembrado la simulación en el espíritu de la nación. Solo espero por el bien de estos jóvenes, y por el de Cuba, que se multipliquen becas como ésta, que les enseñen a pensar como hombres libres y les hagan crecer sueños elevados y alas suficientemente fuertes para alcanzarlos. Para entonces, olvidarán las consignas y aportarán las ideas y las acciones para remontar el largo medioevo del castrismo. Entre tanto, vengan más becas tan “subversivas” como ésta, hasta que los cubanos no tengan que salir de las fronteras nacionales para aprender a liderar los destinos de su propio país.




¿Quiénes están manipulando a los jóvenes?

Estudiantes de preuniversitario (Foto: Juventud Rebelde)
Estudiantes de preuniversitario (Foto: Juventud Rebelde)

LA HABANA, Cuba.- La realidad parece estar dándoles la razón a aquellos que insisten en que los gobernantes cubanos no están preparados para un aflojamiento de las tensiones en sus relaciones con Estados Unidos, y que necesitan de la rivalidad con el vecino norteño para mantener  el espíritu de movilización popular.

El capítulo más reciente en el avivamiento de las disputas por parte del castrismo ha sido el programa de verano para jóvenes cubanos, organizado por segundo año consecutivo por la organización no gubernamental estadounidense World Learning. Mediante este programa, un grupo de estudiantes residentes en la isla, con edades comprendidas entre los 16 y 18 años, pasaron un mes de sus vacaciones veraniegas en varios estados de la unión norteamericana. Allí  fueron atendidos por familias anfitrionas, y visitaron escuelas y organizaciones comunitarias.  Se trata de una labor que la World Leraning desarrolla en más de 140 países.

Sin embargo, al cabo de un mes de haber regresado a la isla los muchachos que participaron en esta segunda edición, se desata la tormenta. Todo comenzó con la publicación en el diario oficialista Juventud Rebelde del artículo “Becas a la caza de señuelos para la subversión”. Este trabajo periodístico recoge declaraciones de Suzannne Santiesteban Puertas, presidenta de la Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media (FEEM), la que considera que “se trata de otro de los planes estadounidenses para intentar destruir desde adentro la Revolución”.

Después de apuntar que este Programa recibe financiamiento de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), acusada por el castrismo de promover cambios en el sistema social cubano, la dirigente estudiantil aseveró que la estancia de los jóvenes en Estados Unidos tiene el objetivo de “inculcarles los valores de esa sociedad e influir política e ideológicamente en ellos”.

Y después de las declaraciones de la presidenta de la FEEM viene la segunda parte de la ofensiva oficialista: la realización, en todos los centros de las enseñanzas media y universitaria del país, de actos de “reafirmación revolucionaria”, en los cuales el estudiantado se pronuncie contra esta nueva “agresión” del gobierno norteamericano contra Cuba.

Da pena constatar en televisión los rostros confundidos de esos muchachos que han sido convocados por la fuerza a esos mítines de repudio contra los programas de la World Learning.  La inmensa mayoría no ha podido conversar con alguno de los participantes en estas becas de verano, y por tanto desconocen el sentido verdadero de estas facilidades otorgadas por la referida organización no gubernamental. Por cierto, en los mítines efectuados en la Universidad de La Habana y en la Ciudad Universitaria José Antonio Echevarría (CUJAE) se vio a los jóvenes “acompañados”  por Iroel Sánchez y Enrique Ubieta, dos talibanes ideológicos de la cultura oficialista.

Es muy probable que la estrategia gubernamental para contrarrestar estas becas veraniegas comprenda dos etapas. La primera correspondería a estos mítines de repudio con el objetivo de intimidar a potenciales beneficiarios en años futuros. La segunda etapa debe de estar a cargo de  los muchachones de la Seguridad del Estado. Ellos seguramente les seguirán el rastro a los estudiantes que participaron en los programas de la World Learning.