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“El hombre nuevo”

LA HABANA, Cuba, marzo, 173.203.82.38 -Aún guardo en mi memoria la paliza que un padre propinó a su hijo adolescente, de unos 12 ó 14  años, a la salida de la escuela secundaria donde estudiaba, porque había recibido quejas de mal comportamiento del estudiante en el centro escolar. Conservo la vergüenza que sentí ante tal maltrato, porque además ninguno de los observadores, ni los propios maestros, salieron a defender al niño o a criticar la actitud desaforada del padre. Cuando levanté la voz para que se interrumpiera el hecho abusivo, la respuesta que obtuve fue que el torturador era el padre, así que ninguna otra persona tenía derecho a intervenir.

En Cuba, estos actos de violencia intrafamiliar no solamente se producen en el interior del hogar; también suceden a diario en las calles. La violencia social deja huellas en la personalidad de los niños y suele marcar la adolescencia. Ahora lo muestran en pantalla dos cortometrajes de jóvenes realizadores.

No es el camino, (2012), de Eric Corvalán, y Camionero, (2012), de Sebastián Miló, dan visibilidad al tema de la violencia en la sociedad cubana. En estos dos audiovisuales, los realizadores se acercaron al maltrato infantil, en el primero de ellos, y, en el segundo, a la violencia adolescente en los internados de enseñanza secundaria y preuniversitaria en el campo, escuelas enclavadas en zonas rurales que, desde los años 70 y durante unos 30 años, albergaron a la mayoría de los  jóvenes estudiantes cubanos.

El realizador Eric Corvalán asume en su obra que hay violencia intrafamiliar, padecida por los niños de diferentes maneras, sea física, sicológica, sexual. También denuncia que el maltrato a los niños se produce impunemente hasta en plena calle y casi siempre son los padres quienes lo infligen, a pesar de que en Cuba haya instituciones que trabajan para eliminar la sádica costumbre de golpear a los niños como método educativo.

Resulta impensable que la respuesta violenta a malas conductas o comportamiento ocasional de un niño se establezca todavía como correctivo.

Camionero, de Sebastián Miló, está inspirado en un cuento de Yomar González. En la cinta se aborda la violencia de pandillas reales, que existieron en los recintos de los internados de secundaria y preuniversitario en el campo. La intolerancia hacia quienes no proyectaban una personalidad definida por los cánones machistas, así como la no aceptación de la diferencia, acentúan el mensaje que muestra el filme acerca de la lacerante situación que provoca el desenlace final (por suicidio) de una víctima de aquellos atropellos.

La indiferencia de los funcionarios institucionales es abordada en el corto, así como escenas de violencia física y sexual, en este último caso entre profesores y alumnas. Además, la actitud ineficaz de las autoridades policiales, cuando la violencia desata la respuesta violenta de otro estudiante que se rebela contra los abusos y contra la agresión directa sufrida por él, asesinando a los agresores.

Durante muchos años, el plan de estudio y trabajo agrícola La Escuela al Campo recibió elogios del régimen, que lo presentaba como la base de formación del “Hombre Nuevo”, pues garantizaría la presencia de un ciudadano identificado íntegramente con el socialismo cubano. Una supuesta nueva pedagogía, que hizo que miles de estudiantes pasaran sus años de formación personal alejados del hogar y la familia, sin que las madres y padres ejercieran alguna influencia educativa beneficiosa en su personalidad.

La educación, impartida por maestros improvisados que muchas veces tenían solo algunos años más de edad que los alumnos, era incompleta siempre y a veces hasta nociva. Los maestros mostraban en muchos casos una educación incompleta ellos mismos.

En la actualidad existe un reclamo social en Cuba contra la violencia social, dado el altísimo índice de hechos violentos que ocurren, aunque no sean reflejados por los medios de comunicación estatales (prácticamente los únicos).

Sin embargo, con los mítines de repudio y las agresiones físicas organizadas por el régimen contra opositores pacíficos, se eleva el nivel de violencia social. Incluso el gobierno estimula y hasta en ocasiones obliga a jóvenes y viejos a participar activamente en estos violentos actos represivos.

Obras como estos dos filmes tampoco son difundidas masivamente por los medios estatales. Quedan en la trastienda social donde el régimen trata de esconder  fracasos de su sistema escolar .

De poco valen ahora los llamados a la eliminación de conductas antisociales, generadas por el propio sistema que ahora dice querer eliminarlas, y que además continua ejerciendo la violencia en las calles contra cualquier opositor pacífico.