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Revendedor: una práctica que cobra auge en Cuba

ETECSA Santiago de Cuba vendedores ambulantes

ETECSA Santiago de Cuba vendedores ambulantes
Oficina de ETECSA en Santiago de Cuba. Foto tomada de Internet

SANTIAGO DE CUBA.- Recientemente el monopolio de las Telecomunicaciones (ETECSA) llevó a cabo la venta promocional de líneas telefónicas de 30 CUC, que incluyó 30 pesos de saldo para quienes activaron este servicio desde el 11 y hasta el 16 de diciembre pasado.

Durante esos días las colas para adquirir los chips del tipo universal (USIM) eran bastante extensas por dos razones, la primera porque normalmente cuestan 40 CUC, y segunda porque tienen la tecnología necesaria para acceder a la red de tráfico 4G, tan demandada actualmente por los usuarios de la empresa.

Debido a las aglomeraciones, los vendedores ambulantes se dedicaron a vender los turnos, que oscilaban entre los 5 y los 10 CUC, por lo cual uno de ellos resultó detenido en el punto de ETECSA que radica en la localidad de La Maya, Santiago de Cuba, según una fuente implicada que no quiso revelar su identidad.

En el poblado solo existe este punto de ETECSA y se mantiene ofreciendo todos los servicios disponibles, por lo que son muy frecuentes las largas filas de personas a las afueras del local.

De acuerdo con la fuente, el hombre fue detenido por la policía y en su poder tenía una lista con varios tiquetes que había puesto a la venta, información confirmada con otras personas que también quisieron mantenerse en anonimato por temor a represalias.

El esquema funcionaba de la siguiente manera: el hombre, presuntamente en complicidad con funcionarios de ETECSA, adquiría los tiquetes que deberían repartirse a los clientes en la cola para luego revenderlos a quien tuviera el dinero y quisiera entrar más rápido.

Algunas personas se percataron de la trampa y decidieron denunciar al responsable. Los argumentos de la queja se basaron en que “es una injusticia que uno esté desde por la madrugada para coger uno de los primeros lugares y vengan otros a meterse porque pudieron pagar”, señaló a CubaNet una señora.

Por su parte, otra joven que asegura fue detenida por lo mismo, dijo que oficiales de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) la interrogaron y amenazaron con que la procesarían, aunque no existe una figura en el Código Penal Cubano que defina o penalice un acto de esta índole.

El hombre fue liberado después de algunas horas y luego de pagar una fianza que le fue impuesta, aunque todavía no se conoce si será o no procesado.

Sin embargo, aún queda la duda de si funcionarios de esta oficina de ETCESA estuvieron o no envueltos en el esquema de venta no oficial.

CubaNet también supo que esta no es la primera ocasión en que se venden los turnos para comprar líneas telefónicas de este tipo en dicho establecimiento.

“El año pasado yo me tuve que poner fuerte, porque llegué desde temprano y se metieron cantidad de personas delante de mí. Se lo dije al muchacho que cuida la puerta de entrada y me dijo que ellos no organizaban colas”, expresó Ibernalis Poulot Zamora.

Actividades como esta son sustentadas por personas que se niegan a permanecer durante horas en una cola, muchas veces bajo el sol.

“En la cola del gas, por ejemplo, hay gente que va para el punto a las 12 de la noche y se queda hasta el otro día para comprarle a quienes quieran salir rápido, y cobran hasta 20 pesos”, recalcó Ibernalis.

Por otra parte, también están los que —por alguna condición— tienen el beneficio de comprar primero, ya sea por presentar alguna discapacidad o mujeres que están embarazadas, quienes realizan el trámite a terceros igualmente por algún pago.

Desde 2015 cualquier ciudadano mayor de 18 años puede ser titular de hasta tres líneas móviles en Cuba, y de esta cobertura se valen los que se dedican a este “negocio”, pues pueden utilizar su identidad en tres ocasiones y luego realizar el traspaso de propiedad sin dificultades.

No obstante, el causante de que existan situaciones como estas y personas que se aprovechen de ello para lucrar es el Estado y, en este caso, ETECSA, quien debiera garantizar estabilidad en la disponibilidad de sus productos y servicios.

Cuando esto ocurra, entonces se terminarán las colas, los sobornos y los revendedores, o por lo menos disminuirán considerablemente.

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El hierro de las reformas amenaza a los emprendedores cubanos

Los vendedores ambulantes enfrentarán un nuevo período de persecución. Foto del autor

LA HABANA, Cuba.- Más sombras que luces arrojan los seminarios de capacitación para el reordenamiento del Trabajo por Cuenta Propia (TCP). Además de las disposiciones anunciadas, las administraciones municipales preparan paquetes de medidas que al margen de lo legislado, suponen un nuevo apretón de tuercas para los emprendedores cubanos.

Los seminarios transcurren en todo el país a nivel municipal, con el propósito de informar a autoridades y cuentapropistas sobre los cinco decretos-leyes, el decreto, las 14 resoluciones y demás medidas que dan cuerpo a la reforma que tendrá como punto de partida el próximo 10 de diciembre.

Desde hace tiempo los trabajadores independientes claman al gobierno la apertura de mercados mayoristas donde surtir sus negocios y la flexibilización de la política tributaria, entre otras exigencias necesarias para hacer progresar un sector que se mantiene a flote gracias al soporte que brinda el mercado subterráneo y las ‘vistas gordas’ que compran los sobornos.

Sin embargo, como reza el axioma, al que no quiere caldo se le dan tres tasas. Lejos de potenciar al sector, la respuesta gubernamental deja a más de un “pequeño empresario” con la soga al cuello.

En la capital, de acuerdo a la colaboración de diferentes fuentes seminariadas, las medidas ‘extras’ establecidas por los gobiernos municipales responden a “características o necesidades específicas de cada territorio”.

Caridad Ramos Calzado, especialista del Departamento Integral de Supervisión y Control (DISC), puntualizó que la fiscalización sanitaria de negocios dedicados a la gastronomía y de vendedores ambulantes de alimentos, unido al control de los comprobantes de compras de materias primas, tienen prioridad en la agenda de los cuerpos de inspectores.

Muchos de los vendedores ambulantes son ancianos que viven en la miseria. Foto del autor

Los controles higiénicos sobre el procesamiento y venta de alimentos, destaca Ramos, tendrán un rigor más fuerte en municipios de afluencia turística como Plaza de la Revolución, Playa, Habana Vieja y Centro Habana, donde la lupa hará zoom, además, sobre el porte y aspecto del personal en contacto con el público.

“No importa si es una paladar grande o un chinchal, no pueden usar utensilios desechables, fregar con cubos o latones o violar una serie de aspectos que conllevarían a multas de más de 1000 pesos, y en algunos casos, el cierre temporal o definitivo del negocio”, comentó Ramos.

De cumplirse lo establecido -fuera de las regulaciones- en cuanto a porte y aspecto, el perjuicio mayor caerá sobre los vendedores ambulantes de alimentos, cuyas filas en un alto por ciento se nutren de jubilados, discapacitados y otros segmentos poblacionales con problemas de acceso al mercado laboral.

“Para vender en la calle tienen que estar limpios y bien vestidos, relucientes. Se ven maniseros que en vez de comprar lo que dan es ganas de vomitar. Poco a poco vamos a visitar el domicilio de los vendedores y si allí no tienen una higiene adecuada no van a poder procesar alimentos, ni vender en las calles”, dijo.

En el marco de la gastronomía, el control del abastecimiento de cervezas mereció un punto y aparte en los seminarios de capacitación.

La cerveza, tanto nacional como importada, en el último trienio entró a la lista de productos con precios súper inflados en los puntos de venta privados.

Al respecto, Ariel Colomé Suárez, en representación de la Red Minorista del grupo CIMEX, anunció que las cadenas de tiendas que expenden cerveza, una vez puestas en marcha las regulaciones, no podrán vender más de 20 unidades por cliente.

Para adquirir el producto, de mucha demanda en Cuba, Colomé dijo que los cuentapropistas deben recurrir a las dos tiendas mayoristas habilitadas por el gobierno para dicha gestión, aunque en ellas habitualmente también escasea y cuando entra la venta se raciona a pocas cajas.

La regulación sobre la venta de cerveza afectará el abastecimiento de uno de los productos con mayor demanda. Foto del autor

La medida buscaría reducir el desabasto en las tiendas destinadas al consumo minoritario del cliente común, así como los hechos de corrupción vinculados a la especulación que genera la escasez.

“Los almaceneros y los dependientes venden unas pocas cajas por el mostrador y el resto sale por la puerta de atrás para los cuentapropistas, a uno o dos pesos por encima del precio de la caja”, señaló Colomé. “Ahora quien incurra en ese tipo de hechos automáticamente pierde el trabajo y pasa a manos de la justicia”.

Al racionamiento de la cerveza se añade la imposición de metro contadores para medir el gasto de electricidad y agua potable en los establecimientos, con tarifas especiales -no divulgadas aún- para esos servicios, más la obligación de crear una cuenta bancaria y depositar un porciento de los ingresos mensuales como muestreo para el monitoreo tributario.

Para Juan Echavarría Portales, propietario de una cafetería que tiene en las pastas y cervezas su principal línea de ventas, en consecuencia, la rentabilidad de los negocios caerá en picada y forzará el cierre de los establecimientos con pocas ventas.

De acuerdo con Echavarría: “Casi todos los productos lo que dejan son centavos para cubrir las inversiones y el pago de la mano de obra. La cerveza es la que más ganancias aporta -entre 10 y 15 pesos por unidad- y se vende mucho. Si no puedes abastecerte según la demanda y encima hay que pagar más cosas, tienes que cerrar porque lo que ganas solo te alcanza para pagarle al gobierno”.

Otros negocios que pudieran cerrar, por falta de espacio o pérdida de visibilidad, son aquellos que funcionan al pie de la calle y portales.

Operar desde la segunda línea de fachada supondrá un duro reto para los pequeños comerciantes, cuyos ingresos disminuirán ante la pérdida de visibilidad. Foto del autor

Hace dos años el Instituto de Planificación Física (IPF) prohibió la actividad comercial en la primera línea de fachada. Sin embargo, en la práctica, sólo retrocedieron hacia el interior de las viviendas u otros locales, los vendedores de CDs y las ‘mesitas’ dedicadas a la venta de bisuterías, artículos de plomería, útiles del hogar y artesanías.

“Dejamos pasar muchos negocios, en especial cafeterías al borde de las aceras porque era un abuso obligar a derrumbar estructuras que requirieron cierta inversión, o porque no tenían otro espacio hacia dónde mudarse. Eso se acabó, la orden es barrer con todo el mundo”, refirió una inspectora del IPF que solicitó anonimato.

No obstante, en medio de las malas expectativas, una parte del sector confía en que muy pocas regulaciones llegarán a cumplirse al pie de la letra.

“La vida va a seguir igual. Por dinero baila hasta el mono y a los inspectores le sobran necesidades”, aseguró Eliades Fonseca, dueño de un ‘carrito’ de fiambres.




Indocumentados en su propio país

Desempleados se convierten en vendedoresLA HABANA, Cuba. — Desde hace días nos llama la atención la ausencia de ciertos vendedores en las calles de nuestro barrio. Unos y otros nos preguntamos qué pasará con ellos, porque se extraña su constante ir y venir, y sus malabares para esquivar a inspectores y policías, pues la mayoría no tiene licencia, ni posibilidades de obtenerla, ya que forman parte de las 500 000 personas que en el último Censo de Población y Viviendas fueron clasificados como “población flotante”.

Estos cubanos, procedentes en su mayoría de las provincias orientales, han emigrado apostando por mejores oportunidades. Para vencer la pobreza y el desempleo se lanzan a la conquista de la capital. Venden sus posesiones, o se enrolan en contingentes de la construcción, o como policías o trabajadores sociales, y aquí se encuentran con leyes que les impiden legalizar su situación, y se convierten en indocumentados en su propio país.

Como no tienen domicilio registrado en la capital, no pueden trabajar, y aunque a veces familiares o amigos quieren ayudarlos, las leyes arbitrarias se lo dificultan, por lo que, al verse enredados en vericuetos legales, no les queda otra opción que refugiarse en (o incluso fundar) barrios marginales, donde habitan al margen de la ley.

Hoy escuché pregonar a un vendedor de toallas. Traía a la espalda su abultada mochila, y en un brazo unas toallitas pequeñas. Venía desde San Miguel del Padrón. Recorre las calles de Lawton hasta la Calzada de Diez de Octubre, y de ahí regresa a su hogar en el barrio marginal Las Piedras.

Le compré una toalla y le pregunté su nombre. Me contó otras cosas de su vida, pero me dijo: “Si le digo mi nombre, me mandan para Santiago de Cuba”. Me contó que se hizo operador textil en Bulgaria, y comenzó a trabajar en la textilera Celia Sánchez Manduley, en Santiago. Cuando el período especial, la fábrica cerró por falta de materia prima y él quedó excedente (como llama el gobierno cubano a quienes quedan desempleados).

Entonces se enroló en un contingente de la construcción y vino a trabajar para La Habana. Me dijo que sigue ahí, que por lo menos le sirve para el salario –que no le alcanza para comer- y el retiro, y si algo le pasa está “respaldado” (se refiere a que así puede justificar su presencia en la capital)

vendedor_ambulante 1“En Las Piedras hice mi casa de placa y mampostería, pero no la he podido legalizar. Traje a mi mujer y dos hijos de Santiago de Cuba. En estos días están poniendo los postes de la luz para independizarla, porque hasta ahora lo que hay es un poste con un solo contador al que han enganchado varias casas, y cada una paga el promedio”.

“El agua la cogíamos clandestinamente, pero hace un tiempo tiraron las instalaciones y nos la cobran. Y como en el otro barrio Las Piedras (el legal) hay una fosa grandísima que desagua a un riachuelo, nosotros lo que hemos hecho es perforar el tubo, que es gordísimo, y nos enganchamos, y así resolvimos lo de las aguas albañales”.

“Hace años que nos están prometiendo que nos van a legalizar, pero hasta ahora, nada. Eso sí, nos vuelven locos para que votemos en las elecciones. ¡Para eso sí estamos censados!”

Cuando le pregunté por qué hacía días que no pasaba por aquí, me respondió: “Porque en estos días están esa gente recorriendo el barrio, también el jefe de sector, y hay que recogerse porque yo no tengo fábrica de toallas. Fui a votar por el que fuera, total, si en todos estos años nadie se ha preocupado por resolver nuestra situación, el que salga ahora tampoco lo va a hacer”.

En cambio, el vendedor de escobas, jarros y cacharros de cocina, no votó. Dice que su problema no se lo va a resolver un delegado. Aprovechó para ir a Santiago de Cuba a inscribir a su pequeño, pues como ni él ni su esposa tienen dirección de La Habana en el carnet de identidad, no pudieron inscribirlo aquí. En el Registro Civil le dijeron que el artículo 44 de la ley 51 especifica que la inscripción de nacimiento se practica en la oficina municipal del Registro del Estado Civil correspondiente exclusivamente a la dirección del domicilio de la madre.

vendedor 3“¿Y para comprar la canastilla y los mandados?” Le pregunto. “Pa’ lo que venden”, me dice, “eso lo compramos en bolsa negra, como to’ lo demás”. Le pedí que me dejara hacerle una foto, pero aceptó solo con la condición de que fuera de lejos, “no vaya a ser que me manden pa’ Santiago de cabeza”.

Por otro lado, Flora, que lleva casi 20 años en La Habana, compra y vende ropa a domicilio. Se compró una casita en La Cuevita y un censo con registro de dirección, y así legalizó su permanencia en la capital, aunque no precisamente en su vivienda, de la cual no tiene propiedad.

En el periódico Granma del 25 de abril aparecen los resultados de la primera vuelta de las elecciones de delegados a las Asambleas Municipales del Poder Popular (que por cierto, es la única ocasión en que votan los cubanos), y aparece La Habana con 1 672 062 electores. Muchos de ellos son, seguramente, parte del medio millón de excluidos que fueron a votar no para elegir al más capaz, sino por miedo a perder su mísera condición de gitanos en su propia patria.




Detienen a vendedor ambulante que declaró para CubaNet

Yanquiel O'Farrill y sus carretillas (foto del autor)
Yanquiel O’Farrill y sus carretillas (foto del autor)

LA HABANA, Cuba. -En horas de la mañana de ayer jueves 21, en el barrio capitalino de Jaimanitas, fue detenido por agentes de la policía el joven Yanquiel O‘Farrill, y trasladado en un camión hasta una unidad policial de Centro Habana, donde fue multado con 1700 pesos por “ayudar a empujar la carretilla”.

Cuando el pasado jueves 13 de noviembre, Cubanet informó sobre la suspensión de todas las licencias de cuentapropistas a los vendedores agrícolas ambulantes o “carretilleros” de Jaimanitas, provocando que el pueblo quedara sin suministros, Yanquiel se erigió en una especie de portavoz de los carretilleros, defendiendo sus derechos.

Mientras lo conducían al camión, Yanquiel declaró: “Nos suspendieron la licencia la semana pasada por no mover constantemente la carretilla de lugar y me impusieron 700 pesos de multa. Acordé con mi suegro, que también posee licencia de trabajador por cuenta propia, para que vendiera los productos que me quedaban almacenados, pero mira cómo este operativo ha caído sobre mí, dicen que por ayudar a mi suegro a empujar la carretilla. Sospecho que es una represalia por lo que hablé a la prensa independiente.”

Hoy en Jaimanitas no hay carretilleros, solo el punto estatal que vende productos agrícolas, perteneciente a la Cooperativa de Créditos y Servicios de las FAR, con precios iguales de altos que las carretillas y con una calidad inferior.

Yanquiel fue puesto en libertad el mismo día jueves.




Oleada represiva hacia vendedores agrícolas en La Habana

Camión de la policía ala espera de efectuar operativo (foto del autor)
Camión de la policía ala espera de efectuar operativo (foto del autor)

LA HABANA, Cuba. -Este miércoles 11 de noviembre, la barriada habanera de Luyanó amaneció tomada por la Policía Nacional Revolucionaria (PNR), quien montó un aparatoso operativo contra los vendedores de productos agrícolas, los llamados carretilleros.

Este hecho coincide con la noticia publicada el día de ayer por Cubanet, sobre la suspensión de licencias a vendedores agrícolas en el reparto capitalino de Jaimanitas.

Al menos cuarenta carretilleros fueron transportados a la delegación municipal de la PNR de Aguilera del municipio Diez de Octubre, y fueron levantadas actas de advertencias y cuantiosas multas por supuestas violaciones, contó a este reportero Juan Miguel, uno de los carretilleros.

Los productos agrícolas fueron decomisados. Por otra parte, la población se mostró indignada y protestó en el lugar de los hechos por la rudeza con que trató la policía a gente muy pobre, que se gana la vida a pleno sol.

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Rechazo popular a golpiza policial

rechazo a golpiza
(Foto del autor)

LA HABANA, Cuba. -Gritos de “abusadores! Descarados!”, entre otros, profirieron vecinos y transeúntes a agentes de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR), quienes golpeaban sin compasión a un vendedor ambulante (merolico), en la céntrica avenida Carlos III del municipio Centro Habana, en la capital, el día de ayer.

Todo comenzó cuando un policía pidió la licencia al hombre que vendía un reproductor de audio y éste no mostró el documento solicitado, más entregó sin resistencia una mochila con varios artículos. No obstante, se negó a darle al agente otros objetos que mantenía escondidos.

El policía súbitamente trató de inmovilizarlo pero le salió mal y tuvo que solicitar refuerzos. Acudieron dos agentes más y entre los tres la emprendieron a golpes contra el sujeto, que ya se encontraba indefenso, lo que desencadenó el rechazo popular.

Tres carros patrulleros acudieron al lugar para evitar males mayores pues “la situación llegó a ser muy tensa por la indignación de la gente”, asegura la fuente de esta información, Leticia Rodríguez Iglesias, quien añade que cuando introdujeron al arrestado en la patrulla, una mujer de la tercera edad gritó,”que te lleven al médico porque te dieron golpes”.

En el tramo de la avenida Carlos III, entre Belascoaín e Infanta, (unas 8 cuadras, casi todas con portales públicos) se ven a diario decenas de vendedores callejeros. Sus vestimentas son de gente en pobreza extrema y los artículos ofertados incluyen objetos viejos y usados. Algunos de ellos, tanto mujeres como hombres, mantienen a la vista botellas con bebidas alcohólicas caseras, que consumen mientras esperan por algún comprador.

Esta es la punta del iceberg de la indigencia en la capital, y está en la mirilla de las autoridades.




¡Rápido, que me pegan la multa!

LA HABANA, Cuba, julio (www.cubanet.org) – Pensó que el pasado 12 de julio, con tantos  escolares y trabajadores de vacaciones en la playa Guanabo, al este de la capital, y con el  sol tan fuerte a las once de la mañana, sería un día afortunado, con buenas para llevarse algo a casa y pagar el impuesto diario.

El vendedor de granizado quedó sin habla cuando los inspectores le impusieron una multa de 500 pesos por detenerse a vender el hielo frapé de distintos sabores, sin empujar el carro artesanal mientras preparaba un vaso con la refrescante bebida, porque está prohibido a los vendedores ambulantes detenerse para vender sus productos. Se les exige estar en permanente movimiento, o tendrían que arrendar un espacio fijo y pagar el correspondiente tributo.

Esta fue la razón de los inspectores que multaron al joven que se inicia en el pugilato  laboral como trabajador privado.

El granizadero pidió  que no le impusieran la multa porque era muy pobre, no tenía dinero para pagar. Pero los inspectores no se conmovieron.

“La Ley se hizo para cumplirla”, fue la respuesta mientras añadían que tenía un mes  para pagar, de lo contrario la multa se duplica. Si aun así no paga, va directo al tribunal.

“¿Cómo puede este joven, ni nadie, preparar un granizado mientras empuja el carro? ¿Cómo puede una persona, yo o cualquiera, comprar algo, si el hombre que lo vende debe moverse sin parar? Eso es absurdo”, dijo a este reportero María Elena Sardiñas, residente en Guanabo, quien medió en vano a favor del trabajador.

“Eso mismo le pasó a un vendedor ambulante de escobas. Se detuvo un momento para proponerlas y le pegaron la multa. Los inspectores son demasiado rígidos” -opinó un transeúnte que se quedó sin granizado.

De nada sirvió al cuentapropista, que conocía los casos de otros trabajadores multados por igual razón, apurar al cliente con su “¡Rápido, que me pegan la multa!”. Los inspectores fueron más rápidos y lo  sorprendieron parado mientras preparaba un granizado.

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El pregón nunca muere

LA HABANA, Cuba, junio (173.203.82.38) – El vendedor ambulante, ese que sale a las calles a ganarse el pan de cada día, y que a lo largo de grandes distancias pregona su mercancía, ha sido uno de los más perseguidos durante estos años en Cuba. Pero aún así, no han podido acabar con este popular personaje que, con su pregón, entra en nuestros hogares.

Cuando en los primeros años revolución castrista se perseguía a los vendedores por cuenta propia, estos tuvieron que adaptarse a las circunstancias. Fue así que comenzaron a vender por encargo; otras veces llevaban la  mercancía a las viviendas, o procuraban hacerse de una clientela fija. Otros recorrían las calles exhibiendo disimuladamente una muestra del producto, como una forma muda de pregonar, y contaban con la complicidad de la población, que a su paso les preguntaban: ¿Lo vende?

Hoy, que se ha impuesto la licencia para los cuentapropistas, los inspectores y policías están a la caza de este tipo de vendedores. Pero aún así, muchos se niegan a pagar licencia, por lo que tienen que extremar las medidas de precaución a la hora de vender para no terminar en la Estación de Policía, con los productos decomisados y multados.

En mi barrio es popular un vendedor de frutas conocido como Nacho, que ahora viene con un ayudante que conduce su carretilla, mientras él, a cierta distancia, como único pregón, dice: “¡Vaya, que me voy!” Y todos saben que acaba de llegar. Las dos únicas veces que se ha perdido, ha sido debido a alguna redada policial.

Pero donde la ingeniosidad del cubano se ha puesto de manifiesto, es en los vendedores de artículos para el hogar. Vienen en tríos: uno camina como a setenta metros; es el explorador que alerta contra policías e inspectores. Otro, detrás, viene cargado de mercancías y pregona atropelladamente: “¡Escobas, haraganes, palos de trapear, chancletas de baño, sartenes, jarros de aluminio, palitos de tendedeeraaa!”. Y el tercero, que parece no tener nada que ver con los dos primeros, es el que guarda el dinero de la venta. Dicen que así es difícil que los sorprendan, y si pescan a alguno, no pierden el dinero.

De una forma o de otra, hoy en Cuba el pregón sigue en nuestras calles como un símbolo del folclor nacional. Que no lo dejen morir, para que siga inspirando a músicos y poetas.




Revendedores

LA HABANA, Cuba, junio (173.203.82.38) – “Es cierto que el pregón de los merolicos (vendedores ambulantes) es molesto, pero es la mejor opción que tienen los que acuden a los hospitales a atenderse o a cuidar un enfermo. No creo que prohibir sus ventas sea la solución”, comentó María Elena Rivas, mientras compraba un bocadillo a un vendedor en el hospital Julio trigo, en Arroyo Naranjo.

Sin embargo, L. Álvarez Padrón está “en total desacuerdo con que los cuentapropistas acudan a realizar sus ventas a diferentes centros hospitalarios”. Así lo hizo saber en su misiva publicada el pasado 25 de marzo, en la sección Cartas a la Dirección del diario Granma, donde también recibió respuesta del gobierno, este 27 de mayo.

El pasado viernes, el diario publicó la respuesta, con las “medidas adoptadas para eliminar las ventas por cuenta propia en instituciones de la salud”, del Doctor Alfredo González Lorenzo, máximo representante del sector de la salud en la provincia La Habana, al comentarista Álvarez Padrón.

El lector se quejó de los “vendedores de ropa de canastilla que irrumpen en las salas o cubículos de parto del Hospital Nacional, pregonando en cada habitación lo que venden, causando molestias muy indeseables”.

“Es una situación que no podemos permitir por todas las consecuencias negativas que trae consigo, por ello se han estado aplicando en diferentes momentos, medidas para enfrentarlas sin que hayamos conseguido el efecto necesario”, reconoció la Dirección Provincial de Salud en la capital, quien admitió “se produjo un rico intercambio sobre el tema” entre el lector y la dirección de referido hospital.

También informó los planteamientos de la carta y el hecho en sí, fueron discutidos en los hospitales con sus directores y trabajadores. Según el doctor González Lorenzo, la administración provincial planeó un programa de acciones, que incluye la aplicación de medidas y exigencias de responsabilidad individual y colectiva a los trabajadores del sector.

Hizo saber también que el Consejo de Administración Provincial (CAP) de la capital, acordó en reunión este 11 de abril, incluir “en las regulaciones de las áreas para el trabajo por cuenta propia, la no autorización de ventas en los alrededores de los hospitales.

“Es verdad que venden caro, pero con un pastelito o un juguete de los merolicos aquí, puedo calmar la inquietud de mi hijo durante las 4 ó 5 horas que tengo que esperar hasta que nos toque el turno en la consulta, porque en la cafetería del Estado nunca hay nada”, dijo Xiomara, madre de un menor que mensualmente se atiende en la consulta de ortopedia del hospital pediátrico de Boyeros”.

Aun cuando el Estado se declaró incapaz de satisfacer los servicios que demanda la población, el doctor González Lorenzo, al finalizar su respuesta, solicitó “la cooperación de todo nuestro pueblo en el combate revolucionario, para no permitir que proliferen los vendedores en los hospitales”.