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Régimen cubano despide el año homenajeando a sus artistas más fieles

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MIAMI, Estados Unidos. — El régimen cubano ha aprovechado el cierre del año para homenajear a varios de los miembros más fieles del gremio artístico en el país.

En Twitter, el gobernante Miguel Díaz-Canel destacó la contribución de exponentes de la Nueva Trova, un movimiento que recientemente cumplió 50 años.

“Nuestro país se honra al reconocer la invaluable permanente contribución de sus artistas, especialmente hoy, a quienes fundaron y sostienen el movimiento de la trova cubana”, escribió el sucesor de Raúl Castro en su cuenta en Twitter.

Otro de los representantes del funcionariado castrista, Rogelio Polanco Fuentes, expresó en la misma red social que los integrantes  de la Nueva Trova representan lo que más vale y brilla de la identidad cultural en Cuba.

“Gratitud infinita a genuinos artistas y promotores de nuestra identidad”, escribió en esa red social el jefe del departamento Ideológico del Comité Central del Partido Comunista de Cuba (PCC).

Cabe señalar que este jueves un grupo de músicos cubanos fueron reconocidos por las instituciones culturales de la Isla, quienes les entregaron el sello conmemorativo por el 50 aniversario de la Nueva Trova.

De acuerdo con el portal digital Cubarte, el evento tuvo lugar en la sede del Ministerio de Cultura, en La Habana. Allí, viceministro del sector, Fernando Rojas habló sobre el impacto de este género que desde hace décadas realiza “aportes esenciales a los pentagramas de la Isla y la literatura”.

Rojas dejó claro que esos exponentes no solo han destacado en la producción cultural, sino también “por un elevado compromiso social y político”.

Durante el acto, la presidenta del Instituto Cubano de la Música, Indira Fajardo, entregó el sello conmemorativo por el 50 aniversario de la Nueva Trova a Silvio Rodríguez, Amaury Pérez, José Andrés Ordaz, Enrique “Kiki” Corona, Ángel Quintero Díaz, Anabel López y Rosa María Ameneiros, así como al crítico musical Joaquín Borges Triana.

También fue otorgada la Distinción por la Cultura Nacional a Lien Rodríguez López, Silvio Alejandro Rodríguez, Josué García Silveiro, Heidi Igualada, Enrique Carballea, Iván Soca Pascual, Anabel López Domínguez, Benito de la Fuente Escalona y Rosa María Ameneiro.

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Intelectuales, pero sumisos y amorales

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LA HABANA, Cuba. — Las firmas de apoyo a la reciente declaración convocada por la Unión de Escritores y Artistas (UNEAC) para negar la represión en Cuba muestran la amoralidad del cuerpo de intelectuales afines al régimen. Peor aun cuando varios de los rubricantes una vez fueron víctimas de la dictadura castrista, reprimidos, parametrados y condenados al ostracismo.

Uno de ellos es Antón Arrufat. Hombre de teatro, culto y brillante, hace poco más de medio siglo atrás fue marginado y excluido. Su obra Los Siete contra Tebas (1968) irritó tanto al régimen como el poemario Fuera del Juego, de Heberto Padilla.

En su ensayo titulado El 71, anatomía de una crisis, un texto demasiado parcializado a favor del régimen, Jorge Fornet refiere que a finales de la década de los 60´ y comienzos de los 70´ “hubo un estado de sospecha a partir de una ideología que fomentó el antiintelectualismo y subordinó el discurso literario y artístico al gesto político”.

De esa manera, se dio vuelta de rosca a aquello de “con la revolución todo, contra la revolución nada”. Fue la UNEAC, manejada por el poeta Nicolás Guillén en plan de comisario y otros adláteres castristas, el garrote vil utilizado para amedrentar, humillar y criminalizar a los creadores que incomodaban al régimen.

La sanción a Arrufat fue enviarlo a una biblioteca municipal, la de Marianao, a limpiar pisos y cargar libros durante nueve años.

Eduardo Heras León, en castigo por haber escrito Pasos sobre la hierba, fue enviado a trabajar a una acería y se le impidió continuar los estudios universitarios.

Rogelio Martínez Furé tuvo que presenciar cómo el teniente Quesada quemaba los muñecos y títeres del Guiñol que representaban a orishas y personajes de los patakines.

Las opciones de las víctimas eran el exilio o resignarse a llevar una vida de hinojos. Algunos, como en la pieza de Christopher Marlowe La trágica obra del Dr. Fausto, pactaron con Mefisto, el subordinado de Satanás encargado de captar las almas.

Años después, ya rehabilitados y algunos hasta con el Premio Nacional de Literatura, esa misma UNEAC que ayer los castigó los convoca nuevamente, a través de otros comisarios —el de turno es Luis Morlote Rivas—, a la apostasía.

Antiguos represaliados entregan hoy gustosos su ofrenda de lealtad al poder. De hinojos, humillados, aceptan firmar cuanta declaración les ponga el régimen en sus manos.

Nancy Morejón, Gerardo Fulleda, Lina de Feria o Miguel Barnet, fueron siquitrillados en los sesenta por publicar en Ediciones El Puente, sello al que acusaron de ser centro de un Black Power cubano y tener una estética intimista, egoísta, hermética y existencialista; cuando en realidad el escándalo se produjo porque aquel círculo de intelectuales era visto como un nicho de negros, homosexuales y disolutos. Pasó el tiempo y pasó un águila sobre el mar…

Aprendida la lección de miedo y despojados de fe, los represaliados de ayer -según el nivel de adhesión- fueron escalando, ganando premios y ocupando posiciones. Pero llegó el tiempo de cobrar y ahí están sus firmas de apoyo a la represión de la Primavera Negra de 2003, de condena al Movimiento San Isidro, de apoyo a la represión contra el pueblo durante y después del 11J.

Gustosos le hacen el coro al oficialismo hablando de “manipulación mediática” y condenando el embargo norteamericano, al que culpan de todos los males habidos y por haber. Son la versión más refinada del mal, con una racionalidad y una lógica en la que atrapan a otros artistas que siguen sus designios torcidos.

ARTÍCULO DE OPINIÓN
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UNEAC expulsa a Irán Capote del claustro de profesores de teatro por “problemas ideológicos”

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MADRID, España.- El dramaturgo cubano Irán Capote denunció este martes que fue expulsado del claustro de profesores de la nueva escuela de Instructores de Teatro en Pinar del Río; a pesar de haber sido incluido previamente y de que se le habían entregado los programas de estudio.

La reciente censura a Capote se debió a “problemas ideológicos”, conclusión a la que llegaron las autoridades cubanas luego de que “bajara” la información desde el CNEART de que el claustro debía ser “revisado, depurado, reseleccionado, organizado” por la presidencia de la UNEAC, explicó Capote.

Tras la revisión, su nombre quedó fuera de la lista: “La justificación, la que debía llegar hasta mi persona fue simple: `Hemos optado por otros artistas´. Vamos, que eso está muy bien. Es legítimo, digamos. Pinar no tiene muchos dramaturgos para escoger, ni muchos directores para escoger ni muchos actores para escoger. Mucho menos profesores. Pero escoger también puede ser posible. Y estoy de acuerdo. Soy joven y mi obra no es tan significativa como para merecer ser escogido, aunque la dirección de la carrera así lo quisiera, aunque intentaran conformar en sus inicios un claustro que incluyera a jóvenes egresados de la Universidad de las Artes (ISA) de donde egresé hace ya cinco años”, dijo el escritor a través de Facebook.

Irán Capote

Sin embargo, continúa, “no hay que ser dramaturgo para entender cómo se arman los guiones en un país como este. No hay que ser dramaturgo, amigos míos, para conocer de personajes, tramas, contextos y puntos de giro. No hay que ser dramaturgo para entender el relato cíclico de la injusticia en Cuba socialista. Todos sabemos el trasfondo de esto”.

“Ya sabemos cómo funcionan las cosas en este país con democracia, en el que disentir es un derecho. Yo sigo feliz. Nada de esto me detiene. Sigo con mi trabajo en Teatro Rumbo y Teatro Alas. Sigo con mis escrituras, mis publicaciones. Sigo con el taller de dramaturgia y mi asesoría literaria en la Casa de Cultura. Yo sigo con lo mío y en las noches puedo dormir a pierna suelta. Esto no es más que otro suceso del relato que cuenta la historia de la cultura nacional. Lo que viene, el final, lo conocemos desde el primer acto”, concluyó.

Muestras de apoyo al dramaturgo

Tras trascender la exclusión a Irán Capote, otros artistas y cubanos en general han enviado mensajes de apoyo y denuncia a estas decisiones arbitrarias del régimen.

El actor y activista Daniel Triana Rubio, conocido como Danielito Tri Tri, al expresar su solidaridad señaló: “Es sabido que las autoridades cubanas no valoran la aptitud intelectual, méritos académicos o capacidades profesionales, sino la sumisión a las doctrinas del Partido Comunista como primer requisito (inviolable además) para ejercer como docente”.

Cuba

Por su parte, la internauta Yanet Llanes consideró: “Últimamente todo lo que toca la UNEAC está dando vergüenza ajena”.

¿Pero se necesita un profesor de Dramaturgia o un profesor de Comunismo Científico?, cuestionó Núñez González Javier; quien además apuntó que “resulta increíble que nos demos el lujo de prescindir del conocimiento y la capacidad de gente como Irán (máxime cuando la migración nos ha dejado sin muchos), por razones como estas”.

Mientras que Jorge Álvarez Santiesteban destacó: “Se están perdiendo a cada promesa que difiere de su guion de domadores recios. Ellos prefieren a los `bocabajos´. A los del criterio `unísono´. A los que no protestan y se conforman con NADA”.

Recientes denuncias de Irán Capote

En los últimos días Capote, quien es activista en el Proyecto Faro, denunció a través de redes sociales la crisis alimentaria que atraviesa Pinar del Río, su provincia natal.

En un mensaje dirigido al gobierno provincial el dramaturgo compartió imágenes de un agromercado vacío. “¿Denunciamos esto o nos quedamos sentados a morirnos de hambre?”, planteó en su publicación.

En octubre de este año, tras el paso del Huracán Ian, Capote estuvo entre los activistas que ayudaron en las labores de asistencia a los damnificados.

Al constatar la situación, el artista escribió en su perfil de Facebook: “Duele el entorno. Esas comunidades están destruidas. Duele pensar en el tiempo que pueda durar la recuperación. Duele pensar, duele. Por eso todo el empeño en aliviar un poco aquellos rostros. (…)  Exhortamos a todas las personas, instituciones, grupos de ayuda humanitaria, ONGs, que quieran sumar su ayuda. Estos pobladores necesitan cosas tan elementales como agua potable, comida y medicamentos”.

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Historiadora renuncia a la UNEAC tras carta de intelectuales que niega la represión del régimen

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MADRID, España.- La historiadora y profesora cubana Ivette García González anunció públicamente su renuncia a la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) debido al “Mensaje de educadores, periodistas, escritores, artistas y científicos cubanos a sus colegas de otros países”, difundida por medios oficiales que suma la cifra de decenas de artistas e intelectuales cubanos integrantes de la UNEAC que niegan la represión en la Isla.

“Ayer supe que todavía estoy en el listado de miembros de la Asociación de Escritores de la UNEAC, así que amanezco ratificando mi renuncia”, dijo García González a través de Facebook.

En su publicación la historiadora declaró que durante mucho tiempo consideró que la UNEAC podía ser un espacio asociativo desde el cual los intelectuales fueran más allá de intereses sectoriales y pudieran influir en el curso de los acontecimientos y los destinos de Cuba.

“Desde las discusiones, porque no nos permitieron debatir y aportar al proyecto constitucional en el 2018 y la vuelta de rosca que vino poco después, cuando ya teníamos que aceptar la censura, esperar y discutir aprobación hasta de la palabra a emplear en un evento, o del ponente a invitar, se veía venir lo que ha ocurrido para hacer valer aquello de que somos ´polea de transmisión´ del Partido/Gobierno/Estado y debemos aceptar la instrumentalización”, declaró González, quien durante años presidió la Sección de Literatura Histórica y Social de la UNEAC.

Así como precisó que desde entonces hasta la fecha “todo ha ido a peor”. 

“Olímpicamente se ha ignorado al pueblo sufrido del que somos parte, y dentro de este incluso a colegas intelectuales y artistas que han sido vejados hasta el cansancio. Y ahora para colmo emiten una nueva declaración al mundo negando la represión del Gobierno en nuestro país y por lo tanto ratificando su complicidad con la injusticia. Es el colmo”, denunció.

UNEAC

La declaración oficialista ha sido vista como un intento de las autoridades de la Isla por mostrar una imagen de unidad tras las protestas populares en Cuba.

Tras la publicación de este documento, más de un centenar de artistas, intelectuales y activistas cubanos rechazaron los pronunciamientos de la oficialidad. 

Entre ellos el cantautor Pedro Luis Ferrer, quien al renunciar a la UNEAC, la pasada semana, expresó: “Llevo muchos años profesando una disciplina (que no practica proselitismo) cuya cosmovisión me aconseja no ceder mi voluntad de reclamo, a grupos, partidos, iglesias, documentos… que puedan representar o suplantar mi expresión e identidad personal. Sin que ello signifique devaluar a quienes lo hacen: cada ser humano es un universo”.

“La única entidad reconocida por esta disciplina, es la Humanidad. Como persona humana puedo expresar mi parecer, aprobar o condenar aquello que me parezca loable o detestable en el planeta Tierra. Es lo que hago siempre”, dijo Ferrer antes de concluir que, por esos motivos, renunciaba a la UNEAC. 

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Cantautor Pedro Luis Ferrer renuncia a la Unión de Escritores y Artistas de Cuba

Pedro Luis Ferrer

MIAMI, Estados Unidos. – El cantautor cubano Pedro Luis Ferrer renunció a la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), según dejó saber en un post titulado “Declaración de autonomía respecto a la UNEAC” y publicado este miércoles en su muro de Facebook.

Ferrer concibió su declaración como “un asunto inaplazable” y dijo que su fuero se había situado “en el ámbito de autonomía donde no existe el rol de ‘miembro de la UNEAC’”.

Antes de llegar a esa conclusión justificó: “Mi madre me concibió y alumbró en Cuba. Así, residir en su mapa es índole natural. De tal suerte, ninguna voluntad personal, administrativa o política podría disolver el bendito atributo natal que Natura me concedió. De la misma manera que nacer en el planeta Tierra inocula la esencia oriunda de ‘ciudadano del mundo’”, escribió.

(Captura de pantalla)

“Llevo muchos años profesando una disciplina (que no practica proselitismo) cuya cosmovisión me aconseja no ceder mi voluntad de reclamo, a grupos, partidos, iglesias, documentos… que puedan representar o suplantar mi expresión e identidad personal. Sin que ello signifique devaluar a quienes lo hacen: cada ser humano es un universo”, agregó.

“La única entidad reconocida por esta disciplina, es la Humanidad. Como persona humana puedo expresar mi parecer, aprobar o condenar aquello que me parezca loable o detestable en el planeta Tierra. Es lo que hago siempre”, dijo Ferrer antes de concluir que, por esos motivos, renunciaba a la UNEAC. 

La decisión de Ferrer ocurre después de la publicación por medios oficiales de una carta titulada “Mensaje de educadores, periodistas, escritores, artistas y científicos cubanos a sus colegas de otros países”, que suma la cifra de decenas de artistas e intelectuales cubanos integrantes de la UNEAC que niegan la represión en la Isla.

La declaración oficialista ha sido vista como un intento de las autoridades de la Isla por mostrar una imagen de unidad tras las protestas populares en el país.

Roberto Carcassés asegura que ni él ni su padre firmaron carta que niega represión en Cuba

Tras la publicación de ese documento, más de un centenar de artistas, intelectuales y activistas cubanos rechazaron los pronunciamientos de la oficialidad. 

La respuesta, publicada en el portal digital El Toque, destaca que “Cuba es un país envuelto en una crisis múltiple, agravada por eventos naturales y sanciones externas, pero causada fundamentalmente por el agotamiento del modelo económico y político imperante”.

El texto recuerda a quienes firmaron la declaración oficial resumió el contexto que atraviesa la Isla hoy, marcada por las violaciones de derechos humanos, por el incremento de los presos políticos y por un éxodo masivo sin precedentes.

El documento también cuestiona, además, que funcionarios, artistas y académicos se pronuncien en favor de las políticas estatales que afectan directamente a la población de la Isla.

“Contra esa población —sus urgencias y necesidades— se pronuncian hoy funcionarios, artistas y académicos. Lo hacen con un lenguaje elitista, que prioriza una agenda de Estado sobre las demandas de la gente común. En un documento que niega los valores humanistas de la historia y la cultura nacionales. Un texto intelectualmente mediocre, políticamente reaccionario y socialmente insensible. Escritores que fueron reprimidos justifican la represión. Historiadores y juristas maquillan el poder de la burocracia y abandonan al pueblo real. Investigadores que centran sus libros y artículos en el análisis de los sujetos populares, las dinámicas raciales o la exclusión social, hoy criminalizan las demandas y derechos de los grupos sociales que ayer expusieron en congresos y espacios académicos, ya sea en el país o en el extranjero”.

La respuesta de quienes se oponen al régimen advierte, además, que quienes firmaron la declaración oficial “han elegido apoyar la represión ejercida contra su pueblo”.

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UNEAC: pocos artistas y muchos comisarios

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LA HABANA, Cuba. — El servilismo de los intelectuales de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) y su desvergonzada complicidad con el régimen castrista alcanzó su clímax en la década de 1960, cuando figuras como Mirta Aguirre, Roberto Fernández Retamar, Lisandro Otero, José Antonio Portuondo, Onelio Jorge Cardoso, Fayad Jamís y Samuel Feijóo, entre otros, desempeñaron el papel de comisarios culturales.

En ese papel y en sus papelazos, algunos de estos personajes, que parecieran escapados de las páginas de Bulgakov, no solo contribuyeron, como dóciles amanuenses, a armar y reforzar las argumentaciones de la narrativa castrista, sino que, con sus denuncias, chivatazos e intrigas, fueron parte de la represión contra sus colegas que se mostraban críticos o diferían de la línea oficial.

En mayo de 2021, cuando entrevisté para CubaNet al escritor Manuel Ballagas, exiliado en los Estados Unidos desde 1980, este me contaba: “En la UNEAC había algunos jefecillos que querían deshacerse de la editorial El Puente por motivos políticos o por prejuicios homofóbicos hacia José Mario. De modo que Fayad Jamís, en esa época miembro de la directiva de la UNEAC, se confabuló con Onelio Jorge Cardoso para sustraer de la imprenta las pruebas de galera de mi libro Con temor (que iba a ser publicado por El Puente) y dárselas al comandante René Rodríguez, muy cercano a Fidel Castro, como botón de muestra de todo lo malo que se incubaba entre los intelectuales. En una reunión informal con estudiantes en la Plaza Cadenas de la Universidad de La Habana, a mediados de 1965, y casi echando espuma por la boca, Fidel tildó mi libro de “intolerablemente morboso” y “contrarrevolucionario”, y ahí mismo lo hizo pedazos. Entonces, alguien de la audiencia, creo que Jesús Díaz, le preguntó: ¿Y qué hacemos con El Puente, Fidel? Y él respondió: “Ese puente lo vuelo yo”. Así mismo fue. Ese hecho inauguró el expediente mediante el cual acabaron por arrestarme y condenarme a prisión ocho años después”.

Manuel Ballagas ganó una primera mención en el Premio David con Lástima que no sea el verano. Entre tres jurados tuvo un voto para el premio, dado por el novelista Humberto Arenal. Pero ni eso sirvió para que se publicara el libro, o al menos una parte, en alguna revista. La UNEAC, que auspiciaba ese concurso, lo bloqueó luego de la rabieta de Fidel Castro con su anterior libro, Con temor.

Los comisarios y aspirantes a serlo alertaban no solo contra los “desviados ideológicos”, sino también sobre “los raros”, especialmente los homosexuales.

El 15 de abril de 1965, para ponerse a tono con aquel comunicado de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) que chillaba “¡Fuera los homosexuales y los contrarrevolucionarios de nuestros planteles”, Samuel Feijóo, investigador del folklore campesino y autor de Juan Quinquín en Pueblo Mocho, publicó en el periódico El Mundo un comentario titulado Revolución y vicios, del cual citaré dos fragmentos que no tienen desperdicio.

Decía Feijóo: “Este país virilísimo, con su ejército de hombres, no debe ni puede ser expresado por escritores y artistas homosexuales. Porque ningún homosexual representa la Revolución, que es un asunto de varones, de puño y no de plumas, de coraje y no de temblequeras, de entereza y no de intrigas, de valor creador y no de sorpresas merengosas. Porque la literatura de los homosexuales refleja sus naturalezas epicénicas, al decir de Raúl Roa. Y la literatura revolucionaria verdadera no es ni será jamás escrita por sodomitas”.

Y continuaba más adelante: “No se trata de perseguir homosexuales, sino de destruir sus posiciones, sus procedimientos, su influencia. Higiene social revolucionaria se llama eso. Habrá de erradicárseles de sus puntos clave en el frente del arte y de la literatura revolucionaria. Si perdemos por ello un conjunto de danza, nos quedamos sin el conjunto de danza enfermo. Si perdemos un exquisito de la literatura, más limpio queda el aire. Así nos sentiremos más sanos mientras creamos nuevos cuadros viriles surgidos de un pueblo valiente”.

En octubre de 1968, José Lezama Lima, José Z. Tallet y Manuel Díaz Martínez, miembros del jurado que había concedido a Heberto Padilla el Premio “Julián del Casal” por el poemario “Fuera del juego”, fueron convocados por la dirigencia de la UNEAC a una reunión, o más bien a una reprimenda, que duró varias horas y que estuvo presidida por José Antonio Portuondo y Félix Pita Rodríguez, este último presidente de la Sección Literaria, quien llegó a asegurar la existencia de “una conspiración de intelectuales contra la revolución”.

Fuera del juego y Los siete contra Tebas, de Antón Arrufat, fueron publicados con un prólogo a modo de coletilla, que estaba firmado por el “Comité Director de la UNEAC”, pero fue escrito por José Antonio Portuondo, donde se afirmaba que “…esa poesía y ese teatro sirven a nuestros enemigos, y sus autores son los artistas que necesitan para alimentar su caballo de Troya…”.

A partir de noviembre de 1968, en Verde Olivo, la revista de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), empezaron a publicar rabiosos ataques no solo contra Padilla y Arrufat, sino también contra Virgilio Piñera, Guillermo Cabrera Infante, César López, José Lorenzo Fuentes, Rogelio Llopis, José Rodríguez Feo y otros. Los artículos, en alguno de los cuales llegaron a calificar a Cabrera Infante y Virgilio Piñera como “autores irrelevantes”, aparecían firmados por Leopoldo Ávila, un seudónimo tras el cual se amparaban el teniente Luis Pavón, el director de la revista, y José Antonio Portuondo.

Recordando todo esto, ¿por qué entonces asombrarnos con la sumisión incondicional que hoy muestran Miguel Barnet, Teresa Melo, Enrique Ubieta y Víctor Fowler, entre otros muchos escribas?

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Muere economista e intelectual cubano Esteban Morales Domínguez

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MADRID, España.- El economista y profesor cubano Esteban Morales Domínguez falleció este miércoles 18 de mayo en Colombia, donde se encontraba de visita.

Según informó la Agencia Cubana de Noticias (ACN), la muerte fue provocada por un ataque cardíaco, a sus 79 años de edad.

Morales Domínguez estuvo muy vinculado a la Universidad de La Habana. Allí se formó inicialmente como economista. Luego se dedicó a la docencia y se desempeñó como decano de la Facultad de Humanidades. La Universidad de La Habana le concedió en tres ocasiones premios al Trabajo Científico.

Además, impartió cursos de maestría en Relaciones Internacionales y conferencias sobre Cuba en universidades norteamericanas, europeas y latinoamericanas.

Desarrolló una obra ensayística relacionada con los vínculos entre Cuba y Estados Unidos. Esta incluye títulos como Cuba-Estados Unidos: una historia crítica y De la confrontación a los intentos de normalización: la política de los Estados Unidos hacia Cuba.

Fue uno de los fundadores del intercambio académico con Latin American Studies Association (LASA).

Miembro de la Comisión José Antonio Aponte, se dedicó a estudiar temáticas relacionadas con la raza en la Isla. Al respecto publicó en 2007, entre otros, Desafíos de la problemática racial en Cuba.

La Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), entidad a la que perteneció, lamentó su pérdida a través de la red social Twitter.

La UNEAC recordó a Esteban Morales Domínguez como “miembro titular de Academia de Ciencias de Cuba, Doctor en Ciencias Económicas, politólogo, investigador y profesor”.

En el año 2010 el intelectual fue separado del Partido Comunista de Cuba (PCC) tras su artículo “Corrupción, ¿la verdadera contrarrevolución?”, publicado por la UNEAC. Sin embargo, Morales Domínguez siempre se mostró como simpatizante del régimen.

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Rafael Vilches: “no soy un corderito de la UNEAC”

Rafael Vilches

MIAMI, Estados Unidos.- El escritor cubano y defensor de los derechos humanos Rafael Vilches Proenza sueña con que en este 2022 el pueblo de la isla despierte, y “acabemos de tumbar la dictadura”.

Vilches habló ante las cámaras de Palenque Visión sobre su expulsión de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) y de lo agradecido que está de ello.

El poeta, que a finales de los años 80 se fue a vivir a Santa Clara, donde conoció “a escritores como Frank Abel Dopico y Juan Carlos Recio, que después fue preso político y se fue de Cuba bajo esa categoría”, contó que fueron las vivencias al lado de estos hombres los que lo hicieron pensar como lo hace hoy.

En Las Tunas, a donde regresó luego de unos años, la Seguridad del Estado “trató incluso de que colaboráramos con ellos, para pagarnos. Es ahí cuando empiezas a ver la doble moral del otro lado, que ya la conoces de la infancia, de la familia, de los amigos, pero ya chocas en primera persona con ella. Empiezo a ser citado a los lugares de la Seguridad del Estado para ser interrogado, para ser amenazado”.

Luego de ganar en 2008 el Premio Nacional de Poesía de la UNEAC, Vilches, que trabajaba en la oficina de esa institución en Holguín y atendía a los artistas y escritores, recibió una visita de los hermanos Lobaina.

Después de ese encuentro, relató, “se aparece la Seguridad del Estado en la oficina en la UNEAC de Holguín, y empiezan a decir que tengo comunicación con Zoé Valdés y no sé con cuántos escritores más fuera de país. Que les estoy dando información que es confidencial, del turismo y de no sé cuántas cosas más. Ahí nos botan de la UNEAC como trabajadores y como miembros a Manuel García Verdecia y a mí”.

A Manuel, que ya era un escritor de renombre, los escritores de la UNEAC en Holguín lo recuperan, “pero por mí no se fajó nadie, y me echaron. Pero doy gracias a Dios de que me hayan botado de la UNEAC, no soy un corderito”.

En 2013, después de regresar a Santa Clara, la lucha con la Seguridad se vuelve frontal, se recrudece.

Rafael Vilches ha sido víctima de la Seguridad del Estado en numerosas ocasiones, lo han acosado, ha sido secuestrado, detenido, ha sido golpeado y le han hecho varios actos de repudio.

“Yo siempre tengo la esperanza de que Cuba va a ser libre, y eso es lo que estoy deseando, que en el 2022 el pueblo cubano acabe de despertar y acabemos de tumbar a la dictadura”.

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Contestatarios, pero no tanto

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LA HABANA, Cuba. ─ Integrantes de cierta farándula intelectual (pintores, actores, poetas, raperos) con más pretensiones que obra, luego de los regaños recibidos por la sentada del 27 de noviembre del pasado año frente al Ministerio de Cultura (MINCULT) y en vista de lo fea que se puso la represión para impedir la marcha del 15N, se han echado atrás.

A punto de volver al redil del que nunca acabaron de salir, los mismos que reclamaban espacios para expresarse libremente dicen ahora que politizaron sus demandas, que los malinterpretaron, que su propósito no era ir en contra de “la revolución”.

Querían posar de contestatarios, ahora que está de moda y se puede ser aprovechando que el régimen quiere simular que hay una apertura. Solo que lo hacen con prudencia, sin rebasar ciertos límites. Es decir, sin comprometerse mucho, sin llamar las cosas por su nombre. Saben lo majaderos y violentos que suelen ponerse los segurosos y los porristas energúmenos de las brigadas de respuesta rápida. No quieren, si es que no van presos, ser relegados, como todos los que se oponen al régimen, a la nada absoluta, a la condición de no persona.

¿Cómo no les da el repeluco a esos artistas e intelectuales que consideran que es de mal gusto la política cuando la UNEAC o la UJC los convoca a marchar en contra del bloqueo o a cualquier otra pachanga castrista?

Se blindan la cara y el carapacho y hacen murumacas y acrobacias para poder grabar, exponer y que les publiquen, para no arriesgar sus premios y viajes, y poder estar de aquí para allá, de allá para acá…

Los hay que luego de salir del último guateque oficialista al que fueron convocados, dicen sentirse tan desconectados de “la revolución” como de “la contrarrevolución”, que son los términos con los que se sienten más cómodos ─por convención, costumbre o inercia─ para referirse a la dictadura y a los que se le oponen.

Particularmente, muestran su desconexión con los anticastristas. Les achacan todo tipo de errores. Les exigen una perfección supra-humana, como si tuviesen que estar completamente liberados de los vicios del sistema. Los mismos vicios que sus críticos también arrastran, pero duplicados por la falta de vergüenza.

Llama la atención con cuánta ligereza juzgan a los opositores algunos recién asomados del capullo que hacen pininos de disidencia siempre que no implique rupturas traumáticas con los presupuestos básicos de lo que hasta la semana pasada llamaban “la revolución” y que ahora ya no saben cómo coño nombrar sin que suene demasiado feo.

Uno se pregunta si lo que saben estas personas que desconfían y opinan tan festinadamente de los opositores y que los hace sentir tanta aprensión por ellos será algo más sustancioso que las sandeces que habitualmente repiten el periódico Granma, los blogs oficialistas y la Mesa Redonda. Pero no saben, no pueden saberlo, porque de los opositores, los de verdad, no quieren saber ni que les cuenten. Y menos del exilio anticastrista, que consideran tremebundo: de Miami solo les interesan los dólares y la pacotilla.

La cobardía y el oportunismo de esta farándula que juguetea a la disidencia se muestra cuando uno los escucha preguntándose por qué se iban a “incinerar” al comprometerse con una oposición que no ha logrado ganarse a la población y hacer que salga de su apatía. Así justifican su miedo

No se trata de que los artistas hagan oposición, sino de que los que se decidan a jugar a ser contestatarios sean un poco más consecuentes. Y si no les interesa la política, como suelen declarar cuando salen al exterior, que digan no también a las convocatorias oficialistas.

Los artistas, si lo son de veras y no meros bufones y figurines, se supone que sean ─junto a los intelectuales─ la conciencia crítica de la nación. La torre de marfil no es posible. El arte no puede ser inocente. El artista no tiene otra opción que reflejar su tiempo, la vida, las ideologías y los intereses del hombre, ese animal político. Y eso se aplica a todos los artistas, desde los tiempos de los aedas griegos. Incluso para los que hacen un arte que apenas y malamente lo es, como el reguetón.

Luego de tantos años de machucarnos los comisarios y decisores de la cultura oficial con la letanía del “artista ideológicamente comprometido” y “el arte como arma de la revolución”, ahora, sino pueden contar con la plena incondicionalidad del creador, recomiendan el arte por el arte: puro, aséptico, descontextualizado, sutil, que se limite a sugerir, a insinuar, jamás a decir lo que es demasiado obvio.

Prestos a complacer a los comisarios, pero con algún que otro amago contestatario, para estar a tono con los tiempos, cual consumados equilibristas del tíbiritábara, la insinuación, la ironía y la pulla, hacen su obra muchos creadores cubanos.

Tomemos el caso de la más joven narrativa cubana (¿post-literatura para el post-totalitarismo?), que, en vez de regaños de los comisarios de la UNEAC, suele recibir premios literarios.

Los nuevos narradores se empeñan en usar un lenguaje preciosista, que puede ir de difuso a críptico. En sus relatos, el discurso oficialista ─y también el opositor─ es sólo un zumbido remoto, un abejeo que apenas molesta, fácil de obviar. Para escribir sus atmósferas intimistas y alucinadas, y sus historias que no llegan verdaderamente a serlo ─al menos en el sentido aristotélico─, los autores echan mano a todo tipo de referentes: desde Lezama y Borges hasta el heavy metal, el cine de Hollywood, la ciencia ficción y los muñequitos rusos. Todo a través de la fusión, la parodia y la intertextualidad.

Y qué decir de los cineastas, los humoristas y los cantantes, esos que no son “ni de aquí ni de allá”, y por eso, actúan con similar entusiasmo ─¡manos pa`arriba, mi gente!─ lo mismo en la Tribuna Antiimperialista que en un escenario de Miami-Dade.

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Los 60 años de la UNEAC

UNEAC Miguel Díaz-Canel y Luis Morlote

LA HABANA, Cuba.- Desde hace meses, con bombo y platillo, están celebrando los 60 años de la creación el 22 de agosto de 1961 de la principal organización de la cultura oficialista: la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC).

La UNEAC se fundó dos meses después de las reuniones en junio de 1961, en la Biblioteca Nacional, de Fidel Castro con los intelectuales, donde el Máximo Líder decretó el “todo dentro de la revolución, contra la revolución ningún derecho”.

Pese al lema de las celebraciones: “En la UNEAC está la fuerza”, el desgaste, inconsecuencia e indignidad de la organización es cada vez más evidente.

Sesenta años de aberrantes políticas culturales han generado un medio intelectual donde imperan, como en el resto de la sociedad cubana, el miedo, la simulación, el doble discurso, el servilismo y la desvergüenza.

Los salones, jardines y pasillos de la casona de la UNEAC en El Vedado, por donde deambulan unas pocas vacas sagradas y un montón de elefanticos de yeso, sulacranes y musulungos, han sido el escenario ideal para la envidia, los chismes y los chivatazos. También para los panfletos y las declaraciones viles que se firman sin leer, con manos temblequeantes y cansadas de aplaudir.

Los aplausos, las firmas y el entusiasmo en el cumplimiento de las tareas encomendadas no son solo para ser premiados o conquistar prebendas. Es que en la UNEAC hay que cubrirse la espalda y cuidar lo que se dice, en qué momento y delante de quién, porque siempre hay alguien que toma nota acerca de los que se muestran apáticos, majaderos o hipercríticos, y escribe luego su correspondiente informe dirigido a la Seguridad del Estado.

El régimen reclutó sus comisarios culturales entre oportunistas y mediocres. Los cazó a lazo,  con el palo o la zanahoria. Les recordó ciertos pecadillos que creían olvidados, se hizo de la vista gorda con sus desvíos de la moral comunista. Les prometieron que serían los embajadores itinerantes de la cultura revolucionaria por el mundo. A otros los conformaron con carros, patentes de publicación y un séquito de complacientes cortesanas y efebos con aspiraciones artísticas y  literarias.

Esos personajes asalariados del pensamiento oficial le han servido al castrismo para implementar sus políticas culturales, utilizándolos, lo mismo como censores que como informantes, agentes de penetración o en el mangoneo de los jurados de los premios, las revistas, las editoriales, la radio, la TV y los viajes al exterior.

Pero también a intelectuales talentosos chantajeó o compró. La cumbre de la domadura y el amansamiento ha sido la concesión de Premios Nacionales a figuras que una vez fueron incómodas y contestatarias para que olvidaran el Decenio Gris y comprendieran la utilidad de esforzarse en aplaudir y firmar cuanto documento el régimen les ponga delante.

Lo que debía ser un sindicato de escritores y artistas, funciona como todos los demás sindicatos cubanos: cumple orientaciones “de arriba”. Siempre ha sido así, con todos los presidentes que ha tenido la organización: desde Nicolás Guillén, el primero, hasta Luis Morlote, el actual, pasando por Abel Prieto y Miguel Barnet.

En lugar de defender a los artistas e intelectuales de los atropellos y la represión, la UNEAC contribuye a denigrarlos y apabullarlos, como ocurrió en los casos del 27N y el Movimiento San Isidro. Lejos de pronunciarse a favor de la libertad de creación y de expresión, refrenda y apoya los decretos leyes del régimen de la continuidad fidelista  que restringen libertades y derechos, como el 270, el 349 y el 35.

Talentos aparte y salvo algunas pocas excepciones, de tanta indignidad y ridiculez, más que un Parnaso, la UNEAC recuerda la Corte de los Milagros. Fernando Rojas, Iroel Sánchez, Corina Mestre, Teresa Melo, Israel Rojas, Raúl Torres, Víctor Fowler, Manuel Porto, Raúl Capote… Una comparsa de bufones, genuflexos y aduladores que repiten el coro sin abochornarse, se ponen combativos cuando lo requieren las circunstancias y aplauden como focas amaestradas, en reñida emulación para ver quien lo hace más fuerte…

No en balde son tantas las personas que no lamentan, sino que se congratulan, se sienten aliviados, más libres y dignos, después de haber sido expulsados o renunciado a la membresía en la UNEAC.

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